jueves, 30 de mayo de 2013

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA (4): CUENTOS NEGROS SOBERANOS de RAMÓN GARCÍA DOMÍNGUEZ

GARCÍA DOMÍNGUEZ, Ramón: Cuentos negros soberanos. (Plaza y Janés. Barcelona 1983. 157 páginas + 1 hoja).
   La independencia de Guinea Ecuatorial resultó traumática. El gobierno colonial permitió, entre otras cosas por las diferencias entre ministros sobre cómo llevar el asunto, que un paranoico llegara al poder. Era el peor candidato y el más opuesto a España, con un discurso  anticolonialista que le valió el ganar las elecciones. El gobierno franquista propició en Guinea que se celebraran elecciones libres y respetó el resultado, cosa que era imposible en la metrópoli. Imposición de la ONU, claro. La política que llevó a cabo Francisco Macías fue la de un dictador enloquecido, despótico y cruel que llevó a la muerte, el exilio o el ostracismo a miles de sus compatriotas. Terminó con la saneada economía del nuevo país y provocó la huida de los europeos. Es cierto que España no ayudó como prometió, pero la política antiespañola de Macías indujo a este incumplimiento. La crueldad, la violencia con la que el dictador trataba a su pueblo sumió al país en un régimen de terror y arbitrariedad y, si se me apura, genocidio.
   La independencia de Guinea y la salida de los españoles no ha sido tratado en la novela española ni en la guineoecuatoriana salvo pequeños apuntes y con la excepción de Donato NDongo (que merece comentario singular). En parte es debido a la confusión y desconocimiento de lo que pasó, al terror a contarlo de los que lo vivieron, el miedo a los que participaron y, por otra parte, a que el gobierno español lo clasificó como materia reservada hasta que murió Franco. Luego y poco a poco estos temas perdieron interés entre los españoles. Ahora Luz Gabás en su novela Palmeras en la nieve ha reflejado algunos de estos episodios. Y el resto queda reservado para el argumento de algún libro que en el futuro quiera volver a abordar el período sangriento que acabó con el golpe de estado dado por Teodoro Obiang, que por cierto fue novelado por Manuel Leguineche en La tribu (1980). Hay que exceptuar de este silencio un libro de cuentos publicado en 1983 por Ramón García Domínguez titulado Cuentos negros soberanos.
   Al morir Franco, y suprimirse la calificación de materia reservada, se publicaron en España algunos libros que abordaron este aspecto olvidado. Son obra de autores que vivieron la época en Guinea por motivos profesionales. Podemos citar:   Guinea. Materia reservada (1976) de Rafael Fernánez, Guinea-Macías la ley del silencio (1977. Edición de bolsillo de 1978) de Ramón García Domínguez, Malabo. Ruptura con Guinea (1977) de  Luis Carrascosa, Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial (1977)de  Donato Ndongo Bidyogo y, más tarde, el libro de Max Liniger-Goumaz: Guinée Équatoriale. De la dictature des colons à la dictature des colonels (1982).




   García Domínguez acudió a Guinea como profesor en 1970 y estuvo allí hasta 1972. Era uno más de los funcionarios y empleados españoles destinados a ayudar en la independencia del país y darle transición a la administración. A pesar de la buena fe, el trabajo se hizo imposible y tuvieron que regresar casi todos antes de lo esperado. El clima social iba dirigido contra los nuevos colonos que llegaban, la propaganda trataba de hacer ver que los naturales de Guinea se bastaban y sobraban para llevar a cabo el cambio de situación política. Pero, aún así, no fueron los españoles los que más sufrieron sino los propios guineanos contrarios al dictador. Y contrario podía ser cualquiera lo quisiere o no, por casualidad o por capricho, y se podía pasar de ser favorable a opositor sin motivo aparente.

   Cuentos negros soberanos es una colección de trece narraciones cortas en las que el autor describe las vivencias de su etapa en Guinea. Se inventa la República de Langa y la capital Santa Clara, pero es fácil adivinar que se está refiriendo a Guinea Ecuatorial. La escritura es cruda como lo fue la realidad y no se detiene en suavizar las situaciones. Desde el trato que los blancos daban a las mujeres indígenas, la arbitrariedad de los funcionarios, los caprichos excéntricos del nuevo presidente… Y, sobre todo, lo más cruel que fue el desprecio absoluto del dictador a los derechos humanos incluida la vida de las personas, el régimen de terror impuesto sobre los habitantes del país y el caos económico que llevó a pasar necesidades a la mayor parte de los ciudadanos destrozando todas las estructuras económicas y dejando a la nación si reservas y sin divisas. Hasta tal grado de locura llegó Francisco Macías que la única ley era su capricho y un grupo de fieles descerebrados eran los encargados de hacerla cumplir, con derecho a golpear, torturar, encarcelar o matar sin ninguna causa racional. Leer ahora este libro sigue produciendo una sensación de profunda desazón y, quizás, la pregunta de si todo aquello un fue evitable y quién fue el responsable de haberlo evitado.

lunes, 27 de mayo de 2013

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA (5): PALMERAS EN LA NIEVE de LUZ GABÁS

GABÁS, Luz: Palmeras en la nieve. (Ediciones Temas de Hoy. Madrid 2012. 732 páginas; Booket. Barcelona 2015. 734 páginas).




El ejemplar viene abrazado por una faja con una frase de María Dueñas: Una historia cautivadora que recrea nuestro pasado colonial en África. Una lectura que desearás no abandonar. No sé si Dueñas leyó el libro antes de escribir estas palabras, ni siquiera sé si las escribió ella o alguien de la editorial. Pero este aviso nos invita a hacer comparaciones. Una novela muy larga que se desarrolla en el África española y escrita con estilo fácil, ¿no puede ser una manera de aprovechar el éxito de El tiempo entre  costuras? La misma editorial para los dos libros que es, además, la responsable de la publicidad. Hay marketing detrás de esa invitación a la comparación. Las cosas seguramente no son así. Luz Gabás ya tenía escrita la novela, por lo menos la primera redacción,  cuando se publicó la de María Dueñas. Y no es un simple remedo. Aunque hay paralelismos como el hecho de que ambas autoras tuvieron familiares en las colonias que les abrieron el interés por ellas y que  Palmeras en la nieve también ha sido una novela de éxito, se ha traducido a otros idiomas y se anuncia una versión cinematográfica que dirigirá Fernando González Molina con Mario Casas como protagonista.
Pico de Santa Isabel. óleo de Núñez Losada
   Gabás tenía un argumento en la memoria histórica familiar y lo ha sabido aprovechar. Procede del valle de Benasque, tierra que dio desde principios del siglo pasado generaciones de emigrantes a Guinea entre ellos propietarios tan señalados como Mallo y Mora. Peripecias que se relataron en el libro Guinea en patués (2008) de José Manuel Brunet, José Luis Cosculluela y José María Mur. Un buen trabajo de recopilación de recuerdos personales de aquellos trabajadores de Chías, Cerler, Bisaurri, Benás, etc., que abandonaron las duras tierras pirenaicas para buscar un futuro más próspero en las plantaciones de Fernando Poo.

   La autora es descendiente de emigrantes coloniales y conoce por ellos los entresijos de la vida en las plantaciones y los conflictos que suscitaba. Sentía que su historia podía ser interesante y la convirtió en novela, compartiendo lo real disimulado con lo imaginado y trenzando dos argumentos –pasado y contemporáneo- para crear la tensión que necesita el lector para seguir leyendo. Como todo escritor novel, envió el original a varias editoriales sin éxito. Hasta que Milenio, pequeño sello de Lleida, aceptó publicarla y anunció su salida cuando la llamaron de Temas de hoy proponiéndole lo mismo. Como es lógico, se quedó con la empresa grande que le garantizaba publicidad y promoción. Pero del primer anuncio a la edición definitiva hay un aumento de casi trescientas páginas y no creo que se deba sólo a un tipo distinto de maquetación. Tal vez la editorial que definitivamente publicó la obra –Temas de hoy, del grupo Planeta- influyera en la autora para que ampliara el texto e introdujera asuntos que fueran comercialmente más atractivos: Erotismo, violencia, política colonial, asomo de incesto, amores de blancos y negros, explotación, toma de conciencia del africano frente al dominio… Esto hace que la frescura de la primera parte (posiblemente la que basó la autora en los diarios o relatos de su padre, tío o abuelo) y el reflejo de lo que fue la vida en una plantación guineana, se vaya deslizando hacia el folletín melodramático y extenso en exceso. Para hacer una novela tan larga debería complicar el argumento, introducir tramas paralelas, profundizar en los personajes para hacerlos menos planos y crear un ambiente más preciso mediante descripciones de situaciones al margen de la vida sencilla de los protagonistas. Sin embargo, la novela vuelve a ganar en intensidad cuando se relatan algunos episodios de la crueldad que siguió a la independencia. Es un asunto de gran importancia en la vida de Guinea que permaneció en la sombra en su momento por la censura que existía en el país, que podía incluso costarle la vida al que contara algo, y por la clasificación de materia reservada que el gobierno español otorgó a las informaciones sobre la ex colonia. Este ambiente se sobrepone a la carga rosa de la novela y ayuda al lector a seguir con el relato de los dos hermanos oscenses que trabajaban en la finca Sampaka, la más grande de la isla de Bioko.


    Aunque el relato de plantación resulta más verosímil que otras novelas de épocas pasadas, la longitud dedicada a los amores de la segunda generación se hace un tanto tediosa porque aporta pocos elementos nuevos y es la narración de una aventura que se hace eterna. 
Cartel de la película


jueves, 23 de mayo de 2013

MARRUECOS EN LAS NOVELAS LEGIONARIAS (1): BENTORNAY Y EL ALMA DEL LEGIONARIO.


BENTORNAY (Manuel Rodríguez Carrasco): El alma del legionario. (Editorial Rivadeneyra. Madrid 1922. 64 páginas).
   En el año 1922, fecha de publicación de esta novela corta, los sucesos de Annual y la reconquista posterior llenaban la prensa y cubrían una importante porción de la literatura. El tema es tan sugestivo, tan lleno de posibilidades que los autores lo aprovecharon con desigual suerte. Dentro de este ciclo de Annual hay un tipo de relatos donde La Legión, cuerpo de reciente creación y de singular protagonismo en la campaña, enmarca los hechos y los personajes. El alma del legionario, como su título indica, es una de esas novelas legionarias.

   El autor compone una historia fácil de hombre despechado, dolido por amores no correspondidos, que opta por olvidar en las filas del Tercio en el Marruecos español.  En la zona conoce el verdadero amor al encontrarse a la mora ideal. La novelita es un compendio de todos los tópicos de la literatura colonial, encontramos legionarios valientes, batallas cruentas, heroísmo, moros traidores y el amor interracial que se configura como uno de los mitos principales de la atracción oriental. Se trata de una curiosidad literaria sin excesivos méritos.

lunes, 20 de mayo de 2013

P. C. WREN Y ABD EL KRIM


De la vida de Percival Christopher Wren sabemos poco.  Nació en  Deptford (Inglaterra) el 1 de noviembre de  1875 y murió en Amberley el 22 de noviembre de 1941. Se graduó en Oxford y trabajó en la India, donde vivió la mayor parte de su vida, para el Indian educational service. Participó en la I Guerra Mundial en África. Pero no hay pruebas de que estuviera alistado nunca en la Legión Extranjera francesa, a la que dedicó su obra narrativa. Hay dudas pues acerca de si su conocimiento de la Legión provenía de lecturas y conversaciones con legionarios durante su estancia en el Magreb o si realmente se enganchó a la misma durante alguna etapa de su vida. Creo que él mismo mantuvo el secreto biográfico tal vez para dar mayor misterio a su existencia.
P. C. Wren
   A partir de 1914 se dedicó a escribir novelas y relatos ambientados en la Legión, empezando por Snake and Sword. Y alcanzó la fama mundial a partir de su trilogía Beau Geste (1924), Beau sabreur (1926) y Beau ideal (1928) que se tradujeron rápidamente a todos los idiomas importantes y dieron lugar a películas de gran éxito. Sólo Beau Geste ha tenido tres adaptaciones cinematográfica dirigidas por Herbert Brenon en 1926, la segunda y más famosa por  William A. Wellman en 1939 con Gary Cooper como protagonista y la tercera es de Douglas Heyes en 1966. Sus obras fueron traducidas al español y publicadas en numerosas ediciones y colecciones. Beau Geste se publicó en 1929 (con el título de El robo del agua azul) y siguió imparablemente: El salario de la virtud (1930), Soldados del infortunio (1932), Uniformes de gloria (1941), Vidas atormentadas (1949) y así hasta la casi totalidad de su obra de ficción…
   Escribió sobre la Legión en todas sus guarniciones. En Argelia y Marruecos, en Yibuti, en Conchinchina y en los establecimientos franceses en la India. En los fuertes saharianos y en los cuarteles coloniales situó la acción y los personajes de sus narraciones de ambiente militar y situaciones extremas. Así que no es extraño que dedicara también alguna página a la insurrección del Rif contra españoles y franceses en 1921. Fue un cuento publicado dentro de su libro  Port o’missing men (1934). Este libro se tradujo por primera vez al español por Manuel Bosch Barrett y publicado con el título de El puerto de los desaparecidos por la editorial Lara en 1951, como casi todas sus obras, y con las bonitas portadas de Jordi Bosch Penalva. El relato tercero, titulado Desaparecido de Dusseldorf del servicio secreto alemán de Marruecos. Odo Klemens, es el que recoge la historia relativa al Protectorado español. Reúne varios elementos importantes de los sucesos: La existencia de desertores al servicio de los rifeños, la existencia de agentes alemanes contra los intereses franceses o la necesidad de Abd el Krim de contar con artilleros que instruyeran a sus hombres en el manejo de los cañones cogidos a los españoles tras la rota de Annual. El relato es la fantasiosa aventura de un alemán desertor de la Legión extranjera francesa que se topa con otro alemán desertor de la española. Acaba al servicio del líder rifeño y hay ´poca relación con los sucesos del Rif y muchas referencias a las historias personales de los dos desertores.


    Como la historia parece atractiva para el público, el relato de P. C. Wren sirvió de inspiración para que Vernon Symonds escribiera su obra de teatro The legend of Abd el Krim, que se publicó en 1930. El autor plantea el conflicto que está detrás de la acción del rifeño, es decir si era consciente de que su empresa acabaría produciendo una reacción de los países occidentales, con ejércitos poderosos y que su rebelión iba a fracasar levándose por delante la vida o la integridad de muchos de sus compatriotas. La obra se representó en Londres pero nunca fue traducida al español.

   El episodio del desertor alemán también fue llevado al cine en una película italiana mediocre dirigida por Sergio Grieco en 1971.


viernes, 17 de mayo de 2013

EL RAISUNI EN LA NOVELA ESPAÑOLA


GARCÍA FIGUERAS, Tomás: Del Marruecos feudal. (Episodios de la vida del cherif Raisuni). (CIAP. Madrid 1930. 241 páginas y 3 hojas).
LÓPEZ GARCÍA, David: Raisuni. (Alfaguara. Madrid 1991. 152 páginas).
   A pesar del atractivo de la figura del Raisuni, personaje controvertido donde los haya y de una personalidad extraordinaria, no hay muchas novelas españolas que lo traten como protagonista. Hay referencias en algunas de las novelas sobre guerra en Marruecos, pero casi ninguna profundizó en su pensamiento y en el sentido de los episodios de su vida. Hasta que Cazorla publicó  El general Silvestre y la sombra del Raisuni (2013), apenas hay dos referencias anteriores.
   Don Tomás García Figueras fue una de las figuras señeras del Protectorado español. Había combatido en la guerra como oficial de caballería pero decidió dedicarse a las labores políticas y administrativas dentro de la estructura hispano jalifiana. Entre los varios cargos que ocupo destaca, por su importancia, el de delegado de Asuntos Indígenas, verdadero muñidor de la política española en la zona. Era un hombre que, como resulta lógico de su curriculum, asumía plenamente las doctrinas coloniales al uso y se encuadraba dentro de la ortodoxia franquista. Pero, a diferencia de otros funcionarios, mostró una inagotable curiosidad por los asuntos de Marruecos. Fue autor de diversas obras que figuran aún hoy entre la bibliografía imprescindible para el estudio de la época: La acción de España en Marruecos (1929) escrito en colaboración con Carlos Hernández de Herrera que es una magnífica síntesis de las acciones militares españolas en el país, el clásico Marruecos (la acción de España en el norte de África) (1939) que tuvo varias ediciones posteriores, Santa Cruz de Mar Pequeña-Ifni-Sahara: la acción de España en la costa occidental de África (1941), Presencia de España en Berbería central y oriental: Tremecén, Argel, Túnez, Trípoli (1943), Recuerdos centenarios de una guerra romántica: la guerra de África de nuestros abuelos (1859-60) (1961), La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912) (1966) o La ocupación carlista de Melilla (1971) entre otros libros y numeroso artículos y textos breves. Fue además un excelente coleccionista de todo lo relacionado con la colonización africana y al final de su vida, en su retiro de Jerez de la Frontera donde llegó a ser alcalde, hizo donación de una excelente colección de libros, documentos originales, fotografías, mapas, etc., a la Biblioteca Nacional que la conserva para uso de investigadores.
 Artículo de García Figueras sobre El Raisuni aparecido en África, marzo-abril de 1945.

   Entre los papeles donados se encuentra una buena recopilación de documentos y fotografías relacionados con El Raisuni. De éstos sacó García Figueras la información necesaria para publicar una excelente serie de artículos en la revista África en los que desarrolló su visión de los acontecimientos que llevaron al auge y caída del líder de Yebala. Los artículos comenzaron a publicarse en el número de octubre de 1943 y concluyeron casi diez años después, en 1952. Constituyen una buena fuente de información para investigadores. Con todo el material acumulado, y la información verbal que tuvo de los testigos de los sucesos, García Figueras compuso una novela sobre el cherif: Del Marruecos feudal (1930). Creo que mejor hubiera hecho si a los artículos publicados, debidamente pulidos y añadidos, le hubiera dado forma de monografía histórica. Porque el autor, como novelista no es bueno. Volvería a intentar la novela con Ramadán de paz (1946), en la que reivindicaba la labor de los moros en la Guerra Civil y su supuesta intervención desinteresada o ideológica. Pero resultan textos poco novelescos, muy inflados en su redacción y con poco pulso para ser ficción. Del Marruecos feudal es la novela de un historiador fascinado por el personaje. Es, por tanto, una novela que está excesivamente atada a la fidelidad histórica y que prescinde de los pequeños detalles que usan los escritores para señalar las personalidades de los protagonistas o enmarcarlas en los hechos de la época. El autor se confiesa en el prólogo: La historia del cherif Muley Ahmed Raisuni, que llena por sí sola un período importante de la vida contemporánea de Marruecos, está aún por escribir. Y, comprendiendo la complejidad de la actuación del caudillo, sigue escribiendo: Emitir un juicio del Raisuni entra en la categoría de lo temerario: su complejísima política, su reserva, la falta de documentación que merezca el título de seria, la necesidad en que se encontraba de jugar a la vez partidas tan diversas, la altura de sus combinaciones políticas, todo ello dificulta la cuestión de modo extraordinario.


   Pero la novela es entretenida, contempla los episodios fundamentales de la actuación pública de Raisuni, los que luego novelarán Cazorla y Mounir, y la lectura es fácil y grata. Fue la primera aportación novelesca al personaje y no desmerece de las posteriores.

   David López García es un buen conocedor de la literatura sobre el protectorado. Fruto de sus estudios sobre la materia es el libro El blocao y el oriente (1994). Quizás inspirado en ese conocimiento, dedicó a El Raisuni una novela juvenil.  Como ocurre con la mayoría de las novelas dedicadas a este público, puede ser leída perfectamente por el adulto sin que se sienta mentalmente minusvalorado. Pero López García no recrea los hechos históricos sino que, sin huir  de las cadenas de los hechos reales, imagina la historia de un niño que se aventura a la búsqueda de su padre prisionero en Marruecos. La excusa está un poco forzada pero el intento de hacer llegar la historia de los españoles en aquel país y la representación del cabecilla resultan loables. Sorprendéntemente, Raisuni aparece sin los caracteres de crueldad y tiranía con los que los españoles gustaban de adornarlo. Sus excesos merecen una explicación para el novelista y la presencia del niño saca de él buenos sentimientos y actitud noble. En general, Raisuni ha sido mejor tratado en la ficción que en las monografías que se le dedicaron en su momento. Con la distancia, va primando más en su recuerdo la calidad de líder nacionalista que la de bandido. Con todos sus excesos y la desproporción de castigos y venganzas. No hay que olvidar cual era la mentalidad marroquí de la época, aunque este argumento es un arma de doble filo porque con igual indulgencia habría que juzgar la mentalidad colonizadora propia de ese mismo pasado. Aunque siempre quedó la duda de si el concierto con el jefe marroquí, en vez del enfrentamiento propiciado por Silvestre, no hubiera dado mejores resultados a España y hubiera evitado campañas interminables y muertos excesivos.

martes, 14 de mayo de 2013

OMAR MOUNIR Y EL PROTECTORADO ESPAÑOL EN MARRUECOS


MOUNIR, Omar:  Bou Hmara. (Marsam. Rabat 2007. 270 páginas y 1 hoja).
-          Raïssouni  le magnifique. (Marsam. Rabat 2012. 237 páginas).

   Aunque quiero hacer un blog sobre novela española relacionada con las colonias africanas, no está de más realizar algunos comentarios sobre otras novelas sobre el mismo asunto. En este caso se trata de dos novelas que el autor marroquí Omar  Mounir ha dedicado a los dos personajes más relevantes en la rebeldía que precedió y actuó durante el Protectorado español en la zona. Ambos tienen en común la insumisión y la disidencia, aunque presentan notables diferencias. La descomposición del estado marroquí en tiempos del sultán Abdelaziz, en el cambio del siglo XIX al XX, produjo el fortalecimiento de caudillos casi feudales que camparon a sus anchas e impusieron sus reales en zonas del territorio del imperio. ¡Pobre sultán al que, además, en mayo de 1907 se le enfrentó su propio hermano Mulay Hafid apoyado por El Glaoui Madani en Marrakech. Y esa decadencia la aprovecharon las potencias europeas para imponer sus condiciones en la Conferencia de Algeciras primero, e imponiendo el protectorado después.  Nunca fue tan clara la diferencia entre el territorio del Majzen y el siba, el territorio controlado por el estado y el que permanecía, en mayor o menor grado, al margen de la autoridad del sultán. Mounir ha visto en estos personajes los elementos suficientes para novelar. Y es que la personalidad de ambos y la riqueza de los acontecimientos que provocaron y vivieron dan para una y varias novelas. Además, el autor se ha documentado extensamente y añade bibliografía al final de ambas obras. Ya he dicho varias veces que la inclusión de bibliografía en una novela no es procedente porque no añade autoridad a la ficción, y no justifica siquiera la fidelidad total de la obra a los hechos. Por otra parte el autor no necesita justificar la interpretación que haga en su libro porque se trata de una ficción. Mounir maneja la bibliografía marroquí y extranjera y conoce suficientemente la española. Sobre Bu Hamara, hay una extensa monografía del interventor Eduardo Maldonado titulada El Rogui (Instituto General Franco. Tetuán 1949). Y poco más. Tal vez debió consultar el libro de Enrique Arqués Tres sultanes a la porfía de un reino (Editora Marroquí. Tetuán 1953), ya que este autor vivió con el personaje en Zeluán durante su infancia, y quizás el libro de José Antonio Caro Martín Bu Hamara y Melilla (Marfe. Melilla 1989). Curiosamente, un hombre de vida tan novelesca y tan relacionado con España no ha atraído a ninguno de los novelistas españoles aunque sí fue sujeto de atención  de uno de los mejores novelistas coloniales franceses, Maurice Le Glay, que le dedicó La mort du Rogui (1928). También en la novela sobre Raisuni demuestra conocimiento de las fuentes españolas, citando El Raisuni (1917) de Manuel L. Ortega, El Raisuni, caudillo de Yebala (1921) de Bermudo Soriano,  Campañas del Rif y Yebala  (1923) del general Berenguer y  Del Marruecos feudal (1930) de García Figueras. Aunque, por el contrario no menciona un clásico como Frente al  fracaso: Raisuni. De Silvestre a Burguete (1923) de Rafael López Rienda, ni hace mención a un estudio completo y actual que es El Raisuni aliado y enemigo de España (1998) de  Carlos Federico Tessainer y Tomasich y, en menor medida, El Raisuni (Pesadilla de España en las campañas de África) (2001) de Antonio Santiago González Villena.
 El rogui Bu Hamara 

   Jilali ben Mulay Abdeslam Al-Yussufi Azzarhuni “Bu Hamara”, es decir el hombre de la burra, fue un rogui o pretendiente al trono que apareció por la zona de Melilla a principios del siglo XX. Podía ser sólo un pícaro que se aprovechó de la especie extendida de que era mulay Mohamed, el hermano del sultán privado injustamente del trono y de ahí el uso de la palabra rogui, aunque el rumor era falso y él lo sabía. En realidad era un hombre de cierta cultura, al que los españoles le atribuían el uso de la magia, que supo aprovechar el descontento de ciertas zonas de Marruecos en las que la autoridad del majzén no existía de facto. Tenía formación religiosa y practicaba un islam próximo al sufismo. Para desarrollar su autoridad fáctica eligió las ciudades alejadas de la corte imperial, aprovechó los descontentos tribales y la debilidad militar del Estado en esas regiones. Había sido funcionario del sultán y cayó en desgracia, cosa nada rara en Marruecos. Así que tomó el camino del ostracismo y consiguió un gran éxito haciéndose dueño de Taza, derrotando a la mehalla cherifiana, capturándole armas de todo tipo y llegando a las puertas de Fez con su tropa irregular. No era tan iluso como para intentar entrar en la capital imperial sabiendo que guardaba un buen número de tropas y artillería. Cuando vio que el enemigo era poderoso, y sintió el dolor de la traición de alguno de los cabecillas de Taza, dejó la ciudad y se refugió en Uxda primero y en la zona que rodea Melilla después. Los sucesivos intentos de las tropas del sultán para controlar al cabecilla eran rechazados por las cabilas rebeldes. Las zonas montañosas, la falta de caminos practicables, la rebeldía de las cabilas y la falta de medios de las tropas sultánicas favorecían la disidencia. Y Bu Hamara adquiría prestigio y poder en la zona, llegando a negociar las concesiones mineras de Uixan con las compañías europeas. Acabó retirándose a la alcazaba de Zeluán, a unos doce kilómetros de Melilla, donde estableció su pequeña corte. Pero su aventura llegó demasiado lejos porque no franceses, ni británicos ni españoles podían permitir tal desafío a la autoridad imperial que decían proteger. Bu Hamara ejercía una autoridad real aunque ilegítima, mantenida por la fuerza,  impuso impuestos y exacciones a los habitantes de la zona que dominaba y ejerció un control sobre las tribus. Su ejército, compuesto por muchos oportunistas y bandidos, se lanzó al robo y el pillaje. Los españoles dejaron hacer al principio, incluso propiciaron acuerdos con el caudillo para explotar las minas del sur de Melilla. Pero la situación no podía prolongarse eternamente cuando se estaba poniendo en solfa la soberanía del sultán que. Ya se había celebrado la Conferencia de Algeciras aunque todavía no el tratado del protectorado y los europeos apoyaban, al menos formal y diplomáticamente, la independencia marroquí. Precisamente, la debilidad del sultán y el desorden en el imperio propició que los franceses fueran ocupando zonas del territorio, y los españoles les secundaron tímidamente. No tenían más título que la dudosa obligación de policía impuesta en Algeciras y que se tomó en sentido extensivo o, mejor dicho, abusivo. Estas actuaciones provocaron una reacción nacionalista entre los marroquíes que los líderes insumisos trataron de aprovechar a su favor, presentándose como garantes de la independencia que el sultán no sabía o no podía defender.
El Raisuni
   Abdelaziz, que no pudo atender a todos los frentes abiertos durante su reinado, es derrocado por su hermano Hafid en 1907. Al mismo tiempo Bu Hamara derrota a la mehalla sultanesca en la Mar Chica, teniendo que refugiarse en Melilla los derrotados para poder salvar la vida. Es entonces cuando Francia y, en menor medida, España reaccionan y deciden apoyar al sultán frente al rebelde con el deseo, cada vez más evidente, de acabar ocupando todo el territorio mediante la fórmula de protectorado. Pero el rogui fue perdiendo fuerza porque mantener a la tropa le resultaba muy caro. Por otra parte, los franceses que han ocupado Uxda ofrecen trabajo y seguridad. Están abriendo caminos, construyendo edificios, etc. Y, como gran contradicción nacionalista, los milicianos de Bu Hamara se marchaban para trabajar con los colonos. Las cabilas fronterizas a Melilla, con Ameziane a la cabeza,  se le enfrentan a causa de las concesiones mineras que otorgó y se origina la guerra contra los españoles en 1909. El falso sultán va perdiendo fuerza y, al final es derrotado y apresado. Fue llevado en una jaula a Fez donde lo ejecutan después de haber sido torturado. La venganza del sultán, como escribe Mounir.
   Mulay Ahmed ben Mohamed el Raisuni fue un cherife de origen idrissi que cobró notable fama entre los españoles en los años de instauración del Protectorado en Marruecos. Era un hombre de personalidad compleja y de gran ambición. Aunque en nuestra literatura se ha acentuado mucho su faceta de bandido feudal y de hombre cruel e implacable, tuvo indudablemente un aspecto político de gran importancia. Esto es lo que ha novelado recientemente Luis María Cazorla en nuestro país. Seguimos en el mismo ambiente de descomposición del imperio marroquí que culminó en el reinado del sultán Abdelaziz, hombre poco preparado para el mando pero que heredó unas finanzas arruinadas y un país en permanente estado de desorden social. Se podía decir que la disidencia era tan grande como la adhesión. Raisuni era un hombre letrado y religioso, por lo tanto no era un simple jefe de banda de ladrones. Su vida no fue fácil. Al morir su padre, los bandidos de Yebala atacaron las propiedades, se llevaron lo que pudieron incluido el ganado y maltrataron a la madre. Más tarde fue nombrado gobernador de Arcila y, poco después, destituido y encerrado en la prisión de Mogador donde sufrió años de malos tratos. Había sido víctima de una de las intrigas palaciegas tan al uso en Marruecos. Esto le produjo un enorme rencor hacia el sultán Abdelaziz y su corte. Le habían confiscado sus bienes y tuvo que echarse al monte para sobrevivir. Eran años donde los delincuentes campaban a sus anchas por el país, donde los caminos no eran seguros, los zocos no ofrecían garantías de paz y las bandas de bandidos atracaban a unos y otros sin que la autoridad y sus agentes pudieran imponerse salvo en las grandes ciudades. La disidencia era total y casi todo el país de había convertido en siba, en anarquía. Cuando aparecían los funcionarios del Majzen era casi peor porque ejercían las autoridad arbitrariamente, se enriquecían con los impuestos e imponías castigos tan salvajes o más que los de los bandoleros. El Raisuni formó su propia banda, pero se justificó diciendo que él ofrecía seguridad y protección a las caravanas y a los comerciantes y viajeros frente a los asaltantes. Era cierto, pero cobraba por ellos y castigaba duramente, incluso con la muerte, a los que no pagaban. Además, ejerció la lucrativa actividad del secuestro. El caso de los Perdicaris llegó provocar un intento de intervención americana. El suceso dio lugar a una película: El viento y el león (1975) de John Milius. Su creciente poder fue causa de su caída.

       La subida al trono del sultán Hafid cambió su suerte. Supo tomar partido y fue nombrado gobernador del Fahs. Se construyó un enorme palacio en Arcila, que luego le confiscaría el general Silvestre. Los españoles, representados por Silvestre como comandante general de Larache, pactaron con él al principio como una manera de garantizarse la paz y el control del territorio. Es cierto que el acurdo con Raisuni permitió la ocupación de Larache, Alcazarquivir y parte importante del territorio. Después le volvieron la espalda cuando comprendieron que se había convertido en causa del desorden. Esto llevó a un fuerte enfrentamiento entre Silvestre y una cierta aproximación a  Burguete o Jordana, que es el argumento de las novelas de Cazorla Prieto que ya comentamos. El Raisuni, que se sintió traicionado por los españoles cuando no lo propusieron para jalifa, declaró la guerra abierta a las tropas del Protectorado. En su desgracia contribuyó también su proximidad a los alemanes en la I Guerra Mundial, que los franceses juzgaron como traición. Raisuni era, además, un hombre de insaciable codicia y exigía permanentemente a los españoles dinero y más dinero. Estaba casi derrotado cuando surge la rebelión de Abd el Krim, que le dio nuevos bríos. Pero Abd el Krim quería también dominar Yebala y se enfrentó a Raisuni provocando la debilidad de ambos y, en definitiva, su final. En cierta manera, Raisuni veía estas acciones como una manera de oponerse a los extranjeros que se repartían su país, era parte de su nacionalismo combatiente.

   Mounir relata con estilo de historiador. Por eso hay muy pocos diálogos y muy pocos detalles intrascendentes. Mounir va al grano y se centra en los acontecimientos. Sin embargo, parece mucho más objetivo al tratar a Bu Hamara que a El Raisuni, por el que siente una simpatía que no puede disimular. Si el primero aparece como un oportunista que supo jugar bien sus bazas, el segundo cobra la dimensión de héroe nacionalista. No hay que olvidar que Mounir es un anticolonialista exacerbado,  como lo demuestra su ensayo Les colonialistes (2010). Se nota también en que la novela sobre Raisuni está escrita en primera persona. Si para Bu Hamara incide en su carácter de insumiso ilegítimo, para Raisuni recoge toda clase de justificaciones y de excusas ante sus acciones desproporcionadas y crueles. Lo presenta como un hombre del Majzen,  un garante del orden y la seguridad y un apoyo a la autoridad del sultán en el norte del país. Silencia su corrupción y su autoridad desmedida y sin freno hasta que llegaron los españoles y trataron de controlarlo. No profundiza en algunas cuestiones importantes como el enfrentamiento a los españoles en Beni Arós y su batalla final con Abd el Krim. Creo, ya que hace menciones en sus dos novelas al personaje, que Mounir puede estar preparando una novela sobre And el Krim y por eso deja algunos cabos sueltos. Y cae en exageraciones propias de una nacionalista marroquí: Considerar batalla a la vergonzante retirada de Annual, exagerar la cifra de muertos españoles en esas jornadas hasta los quince mil cuando no llegarían ni a la mitad, y la mitad de ellos fueron masacrados en Monte Arruit después de rendirse y entregar las armas, y algunas otras cuestiones menores.

   Mounir profundiza bien en la personalidad de ambos caudillos pero no narra por igual las diferentes etapas de sus existencias. En concreto, y a pesar de la bibliografía mencionada, pasa sin detenerse lo suficiente por las relaciones entre ambos jefes y los españoles que, en ambos casos, fueron claves de sus caídas y parte muy importante de sus vicisitudes. Esta carencia es el principal defecto de las dos novelas desde el punto de vista histórico. Si en la novela sobre Bu Hamara Mounir se distancia del personaje, en la dedicada a Raisuni asume mucho más la personalidad del protagonista. Es cierto que Raisuni es un personaje más complejo porque en su actuación hay una importante motivación política que Bu Hamara, aunque lo disfrazase, no tenía. Eso lleva al novelista a tratar de explicar algunas de las actuaciones más oscuras. Sobre Raisuni se fue tejiendo una tela de araña de ficciones extrañas y de explicaciones interesadas. Los españoles lo veían como un enemigo y acentuaban su faceta más cruel, los franceses no lo consideraban como un problema colonial para ellos y algunos escritores anglosajones lo aprovecharon para sus descripciones pintorescas tan del gusto de sus lectores. Así, Walter Harris lo usó para completar su dibujo de un país caótico, ingobernable, lleno de bandidos y bandas de salteadores donde el orden y la ley eran entelequias y los españoles no estaban preparados para instaurarlos. Pero Harris era sospechoso de parcialidad. Su calidad de corresponsal del Times era sólo la tapadera de un agente especial, cercano al sultán, que además se enriqueció con negocios no todos explicables a la luz de las leyes de comercio. Ese gusto por lo pintoresco y por narrar sólo la cara singular, distinta o bárbara del país lo sintió Rosita Forbes. Había que darle al lector lo que quería. 

viernes, 10 de mayo de 2013

JESÚS R. COLOMA


-          Amores africanos. (Editorial Voluntad. Madrid 1926. 365 páginas y 1 hoja. Portada de Benet).
-          Los hijos de la carroña. (La Novela Mundial nº 18. Madrid 15 de julio de 1926. 61 páginas. Portada e ilustraciones de V. Cobreros Uranga).
-          En el desierto. (La Novela Hispanoamericana nº 5. 10 de abril de 1927. Tipografía Moderna. Valencia. 30 páginas. Portada e ilustraciones de Amadeo Roca).
-          Así aman las africanas. (La Novela Mundial nº 119. Madrid 21 de julio de 1928. 61 páginas. Portada e ilustraciones de Losilla).
-          Desde la cumbre de la vida. (Apostolado de la Prensa. Colección selecta. Madrid 1928. 221 páginas).
-          Amores orientales.  (Prólogo de W. Fernández Flórez. Imprenta Sáez. Madrid 1928. 228 páginas y 1 hoja; Se publicó también con otra portada y bajo el sello de la editorial CIAP).
-          Entre dos continentes (La novela del túnel bajo el estrecho de Gibraltar). (CIAP. Editorial Renacimiento. Madrid 1928. 351 páginas).
   Poco sabemos de Jesús Rubio Coloma. Sólo en una novela firma con el apellido Rubio que luego sustituiría por R. Nació posiblemente en Valladolid o Palencia en 1874. Estudió Leyes en Valladolid y estuvo al frente de El Día de Palencia. A los treinta años se trasladó a Madrid y fue periodista de El Debate, El Parlamentario y ABC. Tuvo negocios. Ejerció muy diversas profesiones, trabajó de director de un banco, gerente de una editorial y llegó a ser director general o inspector general de pósitos. Tras esta etapa política pasó a ser gerente de la Biblioteca Patria, que entonces editaba una colección de gran popularidad. Esta labor le abrió su vocación literaria y escribió sin parar por lo menos hasta la guerra civil, perdiéndose luego su rastro vital y literario. Ignoro si fue una víctima más de la contienda. Ganó en 1926  el premio de la editorial Voluntad, dotado con cinco mil pesetas, con su novela Amores Africanos.

   Gran parte de su obra está dedicada a temas africanos. No sé de dónde lo vino esa atracción, pero sí se sabe que uno de sus hijos fue capitán en Marruecos en el período del desastre de Annual y resultó  herido o muerto. Sin embargo, Coloma se atreve no sólo con narraciones de ambiente marroquí sino que es autor de dos cuentos sobre Guinea.
 Su primera novela, Amores africanos, desarrolla uno de los mitos comunes de la literatura africanista. Los amores inter raciales que suponían la fascinación por el sexo fácil y que los novelistas españoles disimulan como amor verdadero y puro. Eran historias inverosímiles de personas que no hablaban el mismo idioma, ni tenían nada que ver y que terminaban en bodas blancas y conversiones al cristianismo como victoria de la civilización. Más real hubiera sido hablar de las relaciones fáciles de los españoles que llegaban a un país sin tantas restricciones morales y sin unas costumbres tan estrictas y pacatas. Pero el novelista cuanta siempre con el elemento sorpresa, el taimado moro que no está dispuesto a ceder ante el cristiano.

   1928 fue un año muy prolífico para el autor. Publicó tres libros. Dos de relatos y una novela. Desde la cumbre de la vida es un libro de cuentos de toda especie divididos en cinco apartados. Los orientales los dedica al África española. Dos de ellos a Guinea y seis a Marruecos. Son cuentos breves en los que va desgranando su visión de europeo que se asombra de la crueldad de la justicia y usos africanos.  Amores orientales es un libro más logrado. Los cuentos o novelas breves tienen más contenido. Aunque expresa la misma visión llena de sentimiento de alteridad lo que, por otra parte, era normal en la época. Los hijos de la carroña –sobre una leyenda de Beni Arós que consideraba que los judíos fueron concebidos por cadáveres- y En el desierto –que apenas tiene algunas referencias al Marruecos español- se publicaron en colecciones de novelas breves. Esto era habitual. Los escritores sacaban provecho de las colecciones de novelas cortas que inundaban los hogares y que les dejaban remuneraciones seguras.  Incluye también Halina la yeblia, galardona por el Diario Español de Buenos Aires, y que es la primera escritura de Así aman las africanas, muy en la misma línea que Amores africanos. Y, por último una narración premiada por El Debate titulada El fakih de Sid-Isef-Telid ambientada en Fez. Decía Wenceslao Fernández Flórez refiriéndose a Coloma que Un hombre de talento –como él- que ha vivido en curioso y diversos ambientes tiene siempre muchas garantías para referir historias interesantes. Esto es cierto, pero no quiere decir que le gusto actual esté en la misma sintonía. Pero es autor que tuvo el acierto de optar por un tipo de literatura exotista, alejada de los relatos bélicos que por entonces  usaban los novelistas hispanos.


  










 Por último, del mismo año es Entre dos continentes, una novela sorprendente que algunos consideran como uno de los orígenes de la ciencia ficción española. Plantea la hipótesis de que un túnel submarino sirviera para una invasión marroquí de España. Este libro tiene de relación con El Túnel de Bernhard Kellermann, pero no sé si Coloma conocía la novela alemana. Al tratarse de una ficción de anticipación es evidente que tiene muy poco contenido colonial.


miércoles, 8 de mayo de 2013

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA (6): JOSÉ MÁS LAGLERA Y LA GUINEA ESPAÑOLA


Al hablar de Buenaventura Vidal dije que era el autor de la primera novela española dedicada íntegramente a Guinea, aunque hubo antecedentes. Uno de los escritores que dedicaron algunos relatos de ficción a la colonia española antes de Vidal fue el sevillano José Más Laglera. Había nacido en Écija en 1885, hijo del novelista Benito Más y Prat poeta sevillano de quien gustó antaño “La tierra de María Santísima”, según expresión de Unamuno.  Empezó los estudios de comercio en Sevilla, pero la temprana muerte del padre le obligó a abandonarlos y buscar trabajo. Lo encontró en Fernando Poo, a dónde acudió con trece años y no regresaría sino ocho años después. Fue empleado en una factoría de Santa Isabel. Murió en Madrid en 1941. Es autor de una obra extensa que fue traducida a varios idiomas. Pero nos vamos a centrar en sus publicaciones de ficción relacionadas con Guinea:

-          En el país de los bubis. (Sanz Calleja. Madrid 1920. 184 páginas; Prólogo de Miguel de Unamuno. Pueyo. Madrid 1931. 236 páginas; Introducción de José Esteban. Ediciones del Viento. La Coruña 2010. 238 páginas). Se puede leer gratuitamente en: http://ia700308.us.archive.org/14/items/enelpaisdelosbub00masjuoft/enelpaisdelosbub00masjuoft.pdf
-          Justicia africana. (La novela semanal nº 201. Publicaciones Prensa Gráfica. Madrid 1925. 56 páginas).
-          En la selvática bribonicia. Historia novelada de un país que quisieron civilizarlo. (Pueyo. Madrid 1932. 312 páginas y 4 hojas; Prólogo de Francisco Caudet. Ayuso. Madrid 1980.  312 páginas; Visión Net. Madrid 2004. 312 páginas y 4 hojas. Reproducción de la edición de 1932).
-          El fetichero blanco. (Novelas y Cuentos. Ediciones Dédalo. Madrid 1942. 16 páginas).


   De su experiencia guineana escribió dos libros de viajes. El primero fue Con rumbo a tierras africanas. Notas, impresiones y recuerdos de un viaje a Fernando Poo (Barcelona 1914) y el otro es En el país de los bubis en el que aparecen los primeros siete cuentos que el autor dedica a la colonia. Este segundo es un libro incompleto porque sólo se refiere al viaje y llegada y desaprovecha la ocasión de describir la vida colonial en la época, sobre la que hay tan poco escrito.

  
   En estos cuentos el autor expresa la fascinación por lo descubierto. Más es el primer tropicalista español y siente una enorme atracción por el desconocido, misterioso e incomprensible mundo de la selva y sus habitantes. Todo es nuevo y distinto, y en ese mundo ignoto hay materia para narrar con originalidad. La atracción por la mujer negra es tratada en Las botas de montar, la comunicación de ultratumba en El aviso de la muerta, la brutalidad de las costumbres indígenas en La iniciación, la magia en El espíritu del castigo, la locura en El desaparecido, la crueldad tribal en La espuria y –con la denominación de estudios psicológicos- la fatalidad inexorable de la justicia local en Birika y Sittó. Este último cuento se publicaría más tarde con el título de Justicia africana en La novela semanal, pues José Más también se adhirió a la moda del momento de publicar novelas cortas en las diversas colecciones que se publicaron en el primer tercio del siglo XX.

  Dejó a su muerte algunos cuentos inéditos que fueron publicados en la popular colección Novelas y Cuentos, agrupados bajo el título de El fetichero blanco.  En la narración que da título a la colección Más cambia su anterior gusto por contar historias donde los protagonistas eran los indígenas por un relato de colonos. Delvoa –el usoki utandoni o fetichero blanco- y el teniente de la Guardia Colonial Artal  deben hacerle frente a un caudillo local que desconoce el poder colonial. Los únicos blancos en el punto más interior del territorio. Delvoa está inspirado, como no ignoraran los conocedores de la historia de la Guinea continental, el factor de la Compañía Trasatlántica Arriola Bengoa, un hombre mítico de los primeros tiempos que conoció el bosque y sus habitantes mejor que cualquier otro blanco. Es posible que esté basado en alguna de las aventuras que vivió y que Más escucharía en las tertulias isabelinas. En la colección vuelve a incluirse el cuento Justicia africana. Se incluyó otro inédito El espejo en la selva, parábola del poder civilizador de los blancos sobre los atrasados indígenas. Más creía, como era propio en la época, en la labor civilizadora de la colonización. Tarea que incluía el castigo y la imposición pero que llevaría el desarrollo. Los blancos consideraban propio de la civilización el concepto de propiedad individual y permanente frente a la propiedad colectiva y cambiante de las tribus guineanas. El sentimiento de propiedad se despierta en la pobre muchacha negra a través de un espejo sin valor que se convierte en el objeto fetiche de su existencia y, entonces, el autor escribe: La hora de la civilización había sonado en la selva. Completa el pequeño libro con otros cuentos publicados en El país de los bubis: Las botas de montar, El aviso de la muerta, El espíritu del castigo y El desaparecido.

   Su conocimiento de la selva y del ambiente guineano le sirvió para hacer una sátira de la vida política española en el comienzo de la II República, escondidos en nombres supuestamente africanos están los principales actores del cambio político. Este libro –En la selvática Bribonicia- no hay que leerlo en clave colonial sino peninsular aunque las descripciones de ciertos lugares sean una remembranza de su estancia en Fernando Poo. Además, publicó también una novela larga de aventuras en la Nigeria Inglesa: La piedra de fuego. (Madrid 1924). 


    Más es un escritor solvente, fácil de leer y que no se ha quedado anticuado siempre que consideremos su mentalidad colonial. Trata de acercarse a la vida del bosque pero no con afán de antropólogo sino con esa intención habitual en la época de mostrar las diferencias y establecer las comparaciones pertinentes, es decir con una mirada eurocentrista de difusor de la civilización. Encontró la originalidad y la aprovechó. Algunos de sus relatos merecerán estar siempre en las antologías españolas sobre este tipo de literatura.

viernes, 3 de mayo de 2013

NOVELAS DEL PROTECTORADO ESPAÑOL EN MARRUECOS (2): HENDAYA, HITLER Y YO de CONDESA CALVANY


CARRERA, Concha “CONDESA CALVANY”: Hendaya, Hitler y yo. (Editorial Zacatecas. Madrid 1983. 241 páginas).
  La escritora Concha Carrera, que firmaba con el seudónimo de Condesa Calvany tuvo cierta popularidad a finales de los años setenta del pasado siglo gracias a un libro sobre la prostitución en América. Después publicó la novela que comentamos, una biografía novelada de Rosalinda Fox. Por lo tanto, no puede faltar la relación que mantuvo con el coronel Beigbeder en Tetuán en el comienzo de la Guerra Civil. Fueron presentados en Berlín por el general Sanjurjo durante los Juegos Olímpicos. Fox llegó a Tetuán por recomendación del general. La novela es muy lineal y no se para en los aspectos más escabrosos. Nos muestra a Fox como una convencida franquista, como lo era la autora. Pero es minuciosa en los detalles de sus estancias en Tetuán o Madrid, de sus relaciones con Beigberder, de la presencias de agentes alemanes en Marruecos, o del desarrollo de la Guerra Civil. El coronel era un aliadófilo convencido, lo que no era muy oportuno en los primeros años de la II Guerra Mundial y su relación con la británica era cada vez más sospechosa en un hombre que, tras Marruecos, pasó a ser ministro de asuntos exteriores. Calvany dice que conoció a la inglesa y de las conversaciones con ella sacó el grueso de este libro. Es más bien un largo reportaje en el que sigue los hechos cronológicamente y no deja espacio para historias paralelas ni para personajes de ficción. Es el relato de los hechos con la visión de la autora. Y, en gran parte, una transcripción de las memorias de Fox que entonces eran desconocidas en España. La narración se corta en mitad de la guerra mundial y no prosigue hasta el final de Beigbeder y el retiro de Fox en Andalucía. Quizás esa parte más intimista no le interesaba ya a la autora que prefirió contar los hechos importantes de la alta política y la historia turbulenta de los años treinta y cuarenta del siglo XX.

   Evidentemente hay una coincidencia con la novela de María Dueñas El tiempo entre costuras. No me cabe la menor duda de que Dueñas conocía este libro. Pero la intención de las dos escritoras es distinta tanto en la manera de narrar los hechos como en el enfoque. Calvany pretende hacer una biografía, aunque novelada. Dueñas quiere escribir una novela donde la ficción es más importante que la fidelidad histórica, aunque ésta exista.
   La relación que mantuvieron Fox y Beigbeder y la fuerte personalidad de ambos era materia para novelar. Durante el franquismo esa historia no podía escribirse en España. Después de Franco parece que esos argumentos ya no interesaban porque los personajes estaban olvidados. Calvany tuvo el olfato de recuperar los hechos, pero no tuvo éxito. María Dueñas, con una novela de mayor peso específico, sí.