miércoles, 29 de abril de 2015

NOVELAS DE PLANTACIÓN EN LA GUINEA ESPAÑOLA (1): EFÚN y LA MUJER DEL COLONIAL de LIBERATA MASOLIVER

MASOLIVER, Liberata: Efún (Editorial Garbo. Barcelona 1955. 248 páginas).
-          La mujer del colonial (Editorial Barna. Barcelona 1962. 323 páginas + 1 hoja. Portada de Joaquín Viñolas).

   Liberatar Masoliver (1911-201) es un caso singular en la novela hispanoafricana por varios motivos. Su novela Efún (premio Elisenda de Montcada 1954) fuera pionera en la temática guineana en la literatura española, y abrió una vía argumental que dura hasta hoy.  Pero, curiosamente, la autora nunca estuvo en Guinea. Conoció las circunstancias con que adorna su relato gracias a los amigos de su padre que contaban en su casa los pormenores de sus viajes y estancias en la colonia española, donde residían muchos catalanes. Eso hace que la autora asuma todos los tópicos o manera de entender la situación colonial que tenían los españoles que habitaban o negociaban con el territorio.  Masoliver trata de superar los estrechos límites narrativos de la novela rosa femenina pero sin vencer del todo algunos de sus recursos.

   En esto es una buena muestra de mentalidad colonial, reflejo de una manera de pensar común en los años cincuenta del siglo XX, y que hoy entendemos como racista. La autora escribe en Efún sobre las mujeres: La mestiza se muestra, con frecuencia, primitiva e inconsciente. No conoce el pudor y, como su madre, como todas las nativas, no le da mucha importancia a la fidelidad conyugal. De esa herencia familiar saca ella astucias para retener a Juan… (páginas 16 y 17), la esposa no deja de ser para el indolente nativo un animal tan valioso como sus cabras o sus cebús. Solo les pegan fuerte a sus consortes si han de obtener algún beneficio (páginas 39 y 40); o, refiriéndose a los hombres: El negro no es vengativo ni rencoroso, especialmente si se les castiga con razón. Juan Esteve nunca ha lanzado el látigo contra Bicuí o su criado, ni contra ningún nativo, y, sin embargo, nunca ha conseguido la marcada adhesión que los morenos muestran por Isart. Por lo visto, Juan Esteve no ha penetrado aún la psicología nativa, tan sencilla, tan primitiva (página 19). En Masoliver encontramos una manera de entender las relaciones coloniales que era, no lo dudamos, la de los blancos en África. Quizás sea ésta una de las mejores cualidades de la novela colonia, el que nos ayuda a comprender una mentalidad periclitada. Distanciamiento, fuerte sentimiento de alteridad, eurocentrismo, diferenciación basada en una supuesta supremacía cultural y de civilización y un paternalismo que se refleja incluso en el uso del lenguaje como el término moreno (por no usar negro) o el anglicismo nativo (que sustituiría a indígena) y que trata de disimular la discriminación. No significa esto que todos los españoles, más o menos imbuidos en esta mentalidad, trataran de manera inhumana a los guineanos. Mucho ellos entendían de buena fe que estaban obrando bien, les faltaba la conciencia crítica para censurar los métodos colonizadores aunque debiron haberlo hecho porque tenía la capacidad para hacerlo. Pero sí que era cierto que todos estaban contagiados de un sentimiento de superioridad. En esto, como en casi todo, la diferencia estaba en cada persona. Y siempre la displicencia de quienes creían (o no) que estaban ayudando a desarrollar una civilización: Hace mucho calor. Puesta en el lugar de los morenos ella sería igual de indolente. En la Guinea no mortifica el calor si no se trabaja ni se anda mucho. Ha llegado a esta conclusión…. El clima ha influido mucho en el carácter de estas pobres gentes. Ellos viven tranquilamente en su miseria, sin trabajar, y los blancos nos empeñamos en hacerles desear comodidades y cosas difíciles de alcanzar sin trabajo (página 219). Pero el error de Masoliver no es retratar a los blancos en Río Muni, sino tratar de plasmar la idiosincrasia indígena que, evidentemente, no conocía bien. Masoliver recurre a otro tópico de la literatura colonial: considerar a sus personajes como tipos raros, inadaptados a la sociedad o gente atormentada por algún hecho del pasado. En realidad, los coloniales eran en su mayoría personas que solo trataban de ganar dinero, de vivir mejor que en la metrópoli aunque fuera pagando el precio de la incomodidad y la lejanía. El colonial trataba de mejorar su posición social y económica haciendo fortuna en ultramar. Por eso se trataba, en su mayoría, de personas de poca formación cultural y profesional. Este aspecto no está reflejado  en las novelas que tratamos aquí. Sin embargo, Masoliver es una escritora típicamente colonial cuando trata de dibujar el perfil de luchador del colonial, el hombre que trabajaba en condiciones adversas para conseguir la explotación económica de tierras que hasta entonces estaban abandonadas o sometidas al tradicional modo de vida del indígena, alejado del ideal económico europeo.
Liberata Masoliver
   Con las informaciones prestadas, imaginación y una indudable capacidad para crear situaciones y armar personajes, Masoliver recrea lo que –remedando a Said- podemos llamar el trópico imaginado. Un escenario basado en la realidad pero construido al gusto de los lectores, respondiendo a una idea preconcebida de lo que el lector espera que sea el ambiente africano. La autora se desenvuelve bien en la escritura y la novela resulta amena, bien estructurada y escrita con algo más que simple soltura.
  Efún es la vida en plantación. La colonia guineana era una colonia de plantación, según la clasificación tradicional de los teóricos de la materia. En ella convivían unos pocos blancos con los trabajadores del país, en situación de jerarquía muy marcada. Estaban aislados de otros blancos, de la ciudad de Bata y de la metrópoli y adaptaban su vida a lo que tenían alrededor. Por eso, en este tipo de novela se produce la escena de cacería, la de pérdida en la selva, de fiebres y la de lucha contra el animal salvaje. Pero hay un canto al esforzado hombre que se supera frente a la adversidad, que trata de vivir con lo que tiene y que renuncia a un modo de existencia más cómodo y seguro con la ilusión de mejorar. Pero también es tópico en esta literatura la relación del hombre blanco con la mujer africana. Es verdad que en Guinea apenas había mujeres blancas salvo las casadas, pero la indígena ejercía un fuerte atractivo sexual en el colono que, libre de los prejuicios y normas de conducta española, veía en la libertad sexual uno de los atractivos. Esto ya ha sido estudiado por Gustau Nerín en Guinea Ecuatorial, historia en blanco y negro (1997). Atractivo y forma de actuar que, no nos engañemos,  sigue vigente en la actualidad aunque en vez de colonos se trate de cooperantes o trabajadores de empresas extranjeras.

  Efún es la historia de dos coloniales, Carlos Isart y Juan Esteve, que se esfuerzan en el bosque guineano. El conflicto surge cuando llega la novia del segundo con intención de casarse y descubre que Esteve convive con una mujer guineana y tiene hijos con ella. Una historia que bien pudo haber sucedido en la realidad y que muestra la doble moral colonial y la relajación de los usos sociales franquistas en terreno tropical. Masoliver, de manera distinta a las novelistas de género femenino de la época, pinta un tipo de mujer conservadora pero luchadora, en algunos aspectos avanzadas para la época, pero que al final siempre respetará los valores tradicionales. Este signo se acentuará cuando, siete años después, publicó La mujer del colonial que es una secuela de la primera, con los mismos personajes, aunque el foco del protagonismo cambie de orientación y se dirija hacia otros coloniales, ya citados en Efún. En este caso la protagonista es una mujer menuda pero de gran coraje que se ve obligada a tomar las riendas de la plantación ante la enfermedad y dejadez del marido, un hombre barato sin aspiraciones de ninguna clase. Aunque Masoliver continúa con su imaginario colonial, es esta segunda novela se esfuerza en otra línea argumental: el papel de una mujer en la sociedad de la época y en la reducida sociedad guineana. En 1962 se notaba ya alguna apertura a la cerrada España post Guerra Civil y se podían plantear otras situaciones. Quizás por esto la novela resulte menos anticuada que la primera y plantea, además, un tema tabú como era el adulterio de la mujer y los hijos extramatrimoniales. Hay que tener en cuenta que el adulterio entonces estaba considerado delito en el Código Penal. La mujer paga un precio alto, un apartamiento social y familiar, por preferir el amor al matrimonio. Pero, en lógica con la mentalidad de la autora, las cosas vuelven a su cauce al final en un remate moral y convencional.

   Liberata Masoliver volvería a abordar la temática africana en la novela, esta vez las aventuras de un italiano en Etiopía, en Selva negra, selva verde (Barcelona 1959).





viernes, 17 de abril de 2015

NOVELA, CINE Y PROTECTORADO EN MARRUECOS: LA CANCIÓN DE AIXA de MANUEL DE GÓNGORA, ¡HARKA! de LUIS GARCÍA ORTEGA, ROSA DE ÁFRICA de RAFAEL DE LEÓN, ¡A MÍ LA LEGIÓN! de JOSÉ DE VILASALBA Y LEGIÓN DE HÉROES

GÓNGORA, Manuel de: La canción de Aixa (Barcelona 1940. Editorial Alas. 70 páginas. Ilustrado con fotogramas de la película).
GARCÍA ORTEGA, Luis: ¡Harka! (Madrid 30 de abril de 1941. Colección Cinema nº XLII. 64 páginas. Ilustrado con fotogramas de la película).
LEÓN, Rafael de: Rosa de África (Barcelona ¿1941? Editorial Alas. 34 páginas y fotografías)
VILASALBA, José de: ¡A mi La legión! (Barcelona 194? Sociedad General Española de Librería. Colección Una gran película, una gran novela. 31 páginas).
ANÓNIMO:  Legión de héroes (Barcelona. 1942? Ediciones Bistagne. 71 páginas).




   Las películas españolas sobre África tratan de seguir la línea épica del cine colonial europeo y americano, tras éxitos tan rotundos como Marruecos (1930 de Josef von Sternberg) o Beau Geste (1939 de William A. Wellamn). Pero la mayoría de ellas, y debido a que se rodaron en pleno franquismo, tienen una aroma propagandista que supera los esfuerzos por realizar buenas películas. No digo que no tengan algunos elementos notables, ni que algunas fueran grandes éxitos de público, pero una predeterminación en le línea argumental frustró un resultado más rotundo. El cine colonial español ha sido tratado en algunos artículos y, de manera más general, en el libro El cine español y Marruecos 1903-2003 de Ahmed Mohamed Mgara (Tetuán 2004) y en el excelente, y más completo trabajo, de Alberto Elena La llamada de África. Estudios sobre el cine colonial español (Barcelona 2010).


   Algunas de estas películas fueron editadas como novelas firmadas por los autores de los argumentos cinematográficos y coautores de los guiones. En concreto, he encontrado dos:
   La canción de Aixa (1939) es uno de los títulos clásicos del director Florián Rey y la actriz Imperio Argentina. Coproducción con Alemania dio lugar a la leyenda de la admiración de Hitler por la artista española. Los exteriores se rodaron en Marruecos y los interiores en Berlín. En general, todas las circunstancias que rodearon al rodaje y estreno de la misma constituyen un argumento novelable por sí mismo. En 1940 se publicó una novelita con el argumento, en una de esas colecciones que había en la época destinadas a este tipo de libros, que se acompañaba, como no puede ser de otra manera, de una selección de fotografías de escenas del film. El argumento era de Manuel de Góngora, un conocido poeta y autor teatral de aquellos años. Había trabajado como archivero en la Alhambra y posiblemente ahí se inspira para los escenarios orientales. A él se deben libretos de zarzuelas célebres, escritos en colaboración, como La petenera (con Serrano Anguita, con el que también colaboró en la obra La novia de Reverte). La canción de Aixa es un texto exotista lleno de tópicos, confundiendo las mil y una noches con el Marruecos del siglo XX, pero muy efectista. Una historia de amor racial que resumen la fascinación que los europeos sentían por el erotismo oriental, aunque fuera impostado.  Las escenas se desarrollan alrededor de la capital del Protectorado, Tetuán: una de las que más se caracterizan por su mezcolanza entre lo europeo y lo esencialmente moruno (más bien que no árabe) (página 7).

Fotograma de La canción de Aixa



  
¡Harka! (1941) es una película dirigida por Carlos Arévalo, que luego tendría dificultades con la censura por Rojo y Negro (1942) al entender que su visión falangista no correspondía con la oficial. En cierta manera es heredera –o pretende serlo- de la estética de Romancero marroquí (1939) de Carlos Velo, película sesgada por la nueva Jefatura del estado tras la Guerra Civil. ¡Harka! trata de presentar en cina la doctrina colonial de “hermandad” o, al menos colaboración pacífica entre españoles y marroquíes durante el Protectorado. Partiendo, eso sí, de la premisa de la superioridad española que exportaba desinteresadamente su civilización y progreso. Tal vez por eso podría haber sido el ejemplo de ideario colonial si no fuera por su exceso de militarismo y de protagonismo castrense. Las virtudes se representan en un oficial de Regulares, interpretado por Alfredo Mayo. El argumento y diálogos de la película eran originales de Luis García Ortega, antiguo teniente de La Legión, a quien se encargó la redacción de la novela que publicó la Colección Cinema.
 Portada de la novela



Fotograma de ¡Harka!
 Programa de mano

 En algún momento apareció publicidad de ¡Harka! con el título de España marroquí.

   También de 1941 es la película dirigida por José López Rubio Rosa de África,  con guion de Rafael de León y música de Quintero. La novelización de la misma apareció en la colección Selecciones Biblioteca Films y está firmada por el propio Rafael de León. Una historia de amor entre una artista y un legionario, desarrollada en el marruecos español.



   A José de Vilasalba le tocó novelar el argumento de la película de Juan de Orduña ¡A mí La Legión! (1942). Una parte de la novela discurre en Marruecos, con la habitual carga de épica nacional y de hermandad entre militares españoles.


   Legión de héroes fue una película de 1942 dirigida por Armando Seville y Juan Fortuny. Contiene todos los tópicos del cine africanista español. Patriotismo impostado, héroes forzados, amores interraciales, valores eternos de la hispanidad.... La acción se desarrolla en Cabo Juby, aunque los escenarios no son reales. El argumento y diálogos de la película eran de Mauricio Hernández sobre una idea de Arturo Buendía.  La editorial Bistagne estaba especializada en editar unas novelitas donde resumía los argumentos de los éxitos cinematográficos nacionales y extranjeros, entre ellos Legión de héroes. En este caso, el resumen no lo firmó nadie.




viernes, 10 de abril de 2015

LAS NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (5): LAS SEMILLAS DE ANNUAL de CAZORLA PRIETO

CARZORLA PRIETO, Luis María: Las semillas de Annual (Almuzara. Córdoba 2015. 471 páginas + mapas).

   Cazorla culmina aquí su trilogía sobre los inicios del Protectorado español en Marruecos. Le ha dedicado casi mil quinientas páginas en tres abultados libros. Y ha conseguido interesar y entretener, lo cual es ya un mérito teniendo en cuenta la dimensión del proyecto. Los dos primeros títulos ya tienen una entrada en este blog. En el tercero, el autor nos apunta al desastre de Annual. ¿Se puede escribir una novela sobre este tema y que interese? ¿No se ha agotado ya el filón? A la primera pregunta responderé que sí y a la segunda que no. En esto, como en todo, el valor estriba en la calidad y en la originalidad. Cazorla no escribe sobre el desastre sino sobre la génesis del mismo, sobre algunos acontecimientos previos que levarían a la derrota frente a Abd el Krim.
Luis María Cazorla Prieto
   Cazorla escribe una novela histórica en el estricto sentido del término. No encuadra un argumento en la historia, ni inventa misterios, tesoros o conspiraciones. Se centra en la narración de los hechos acaecidos entre 1920 y 1921. En ocasiones parece una novela-reportaje, como al principio, porque se ve obligado a poner al lector en antecedentes y hace un resumen de la situación política y militar. Pero el argumento se enriquece con la aparición de personajes ficticios y con el toque policiaco que le da a algunos de sus sucesos, recuperando al capitán Pozo de la Guardia Civil que ya aparecía en la novela anterior resolviendo el asesinato de la Cuesta Colorada. La novela, como toda la trilogía, gira en torno a la figura del general Silvestre, su contrario El Raisuni y su rivalidad con el general Berenguer.
   El autor, muy documentado en los que ocurrió, y con un conocimiento familiar de la vida cotidiana, establece tres grandes líneas argumentales que llevarán a una consecuencia lógica: el desastre.
   La primera la rivalidad militar entre los generales Berenguer y Silvestre. El segundo ascendió antes al generalato pero el primero era alto comisario en Marruecos. Esto causaba conflictos personales y profesionales puesto que Berenguer, cuando fue ministro, suprimió la consideración de que el alto comisario fuera jefe del ejército en Marruecos. Esto trató de corregirlo y se dictó un decreto para asegurarle la primacía. No obstante, no se atrevió a ejercer ese mando supremo con la energía requerida y dejó actuar a Silvestre con demasiada autonomía. Berenguer, que dirigía las acciones en el frente occidental del Protectorado, se compensaba adjudicándose más tropas y medios que los destinados a la Comandancia de Melilla a cuyo frente se encontraba Silvestre. La rota de Annual supuso también el retroceso de lo que se había hecho desde Tetuán durante años.
Larache, calle de Canalejas. Escenario de la novela por hallarse situados allí el hotel España y el cine España
   La segunda se centra en la figura de El Raisuni, como en sus dos novelas anteriores.  La opción por el enfrentamiento con el cabecilla frente a una política de entendimiento. Y que la guerra en las montañas de Beni Arós se desarrollara al mismo tiempo que la lucha contra Abd el Krim, en vez de ordenar una prioridad entre uno y otro frente.
   La tercera es el consabido clima de corrupción que afectaba al Ejército español en Marruecos y que mermaba considerable la Equipación de la tropa. Cazorla lo ejemplifica en el escándalo del millón de Larache, un caso sonado en la época y que dio lugar a un libro del escritor López Rienda (personaje de la novela). Resumidamente se trata de una sustracción mensual de esa cantidad de dinero de Intendencia que acababa en los bolsillos de los militares correspondientes según un turno de reparto que habías establecido. Como suele ocurrir en España, el tema se sustanció con el procesamiento de dos mandos intermedios: el capitán Jordán y el paisano José Gargallo (reflejado indirectamente en otro personaje de la novela).
Portada del libro de López Rienda de 1922

   Cazorla escribe con un estilo sobrio, con la precisión de un jurista pero sin adornos literarios más allá de lo imprescindible. La precisión que evita interpretaciones dispares. A pesar de no ser un novelista de oficio, no cae en los errores de los ocasionales como la adjetivación excesiva, el uso de imágenes de segunda mano o la minuciosidad en lo nimio. La lectura es grata pero tal vez da por hecho que el lector conoce los entresijos de la historia.  El autor es un experto en los hechos, en la figura de El Raisuni y la política española en Marruecos alrededor de 1920. Ha tenido el acierto de llenar un hueco en la novelística española sobre el Protectorado: La zona occidental y la vida civil. La trilogía de Cazorla es ya imprescindible en esta materia a la que dedicamos el presente blog.