MACIÁ SERRANO,
Antonio: La Legión desnuda (Luis de Caralt editor. Barcelona 1955. 320
páginas + 1 hoja; Vassallo de Mumbert editor. Madrid 1981. 339 páginas;
Librería Hispania. Málaga 2011. 314 páginas).
Antonio Maciá Serrano
nació en Elche en 1910. Murió en 1985. Fue un militar de Infantería, combatió
en la Guerra Civil y desde capitán estuvo ligado a La Legión aunque también
pasó por otros destinos. En 1970 ascendió a general subinspector de La Legión.
Fue un hombre aficionado a la escritura, autor de muchos artículos y de novelas
como Las novelas de la Calahorra
(1946) o Sombra en las manos (1968).
Su pasión legionaria se reflejó, entre otros escritos, en un libro de poesía Romancero legionario (1940) y, sobre
todo, en la novela La Legión desnuda
(1955).
La legión desnuda es una novela peculiar que ha sobrevivido (no hay
más que ver las ediciones que lleva) más que por sus cualidades literarias por
expresar como ninguna otra el espíritu legionario. Y lo hace de manera que le
gusta al que lo ha sentido o es un apasionado de este cuerpo. La novela se
publicó en 1955 pero narra los acontecimientos primeros de este cuerpo en 1921,
hasta la pacificación en 1927. En la primera parte, encontramos los hechos
desarrollados en Dar Riffien y en los aledaños de Xauen y Tazarut. Cuando iban
a entrar en este lugar, sede de la pequeña corte de El Raisuni, acontece el
desastre de Annual y dos de las tres banderas legionarias emprenden una marcha
de cien kilómetros en dos días para llegar a Ceuta y embarcar a Melilla.
Maciá alude al combate y
la manera de emprenderlo el Tercio: Desde
que se crea la Legión y combate, cada sierra, arroyo o poblado se une
íntimamente a la fibra legionaria; todo es a sangre y a fuego… España renace en
África sencillamente porque antes del Tercio lo de Marruecos era “empresa”,
compromiso; la Legión le dio color de gesta, lo cambió en una auténtica
aventura de poesía que sangraba (página 135 de la 1ª edición). Pero es
también una novela de legionarios y de ambiente de cuartel. El autor pretende
mostrar el material humano de los Tercios. Los hombres que llegaban sin que
nadie les pidiera documentación, que trataban de olvidar o de redimirse, que
combatían fieramente hasta la muerte, que hacían del compañerismo una misión y
volvían como hombres nuevos. Es un canto a las virtudes castrenses y al
espíritu de lucha, al valor humano de lo militar. Con este propósito, es lógico
que no se encuentren los aspectos más sanguinarios o escabrosos de La Legión;
ni la crueldad con el enemigo ni el abuso con el amigo.
En la segunda parte, la
novela es más bélica aún. El autor, que
no vivió los hechos pero conoció testigos de los mismos, narra las primeras
acciones heroicas de los legionarios: Casabona, el blocao de la muerte, la
reconquista de Nador… En esta parte la novela es muy realista y posiblemente su
éxito se deba a la fidelidad de la narración a lo acontecido, a la manera de
luchar de esos primeros días. Dice: Así
fue lo de Casabona. Más sal que táctica, menos sustancia que arrojo. Un combate
rudo y empeñado de diez horas, en que la Legión se supo sacrificar, para que en
tanto se realizaran las órdenes del mando (página 150). O: La Legión ya era un estilo (página 171).
Asegurado el perímetro de
Melilla, las banderas vuelven a la zona de Ceuta. El combate es lo primordial.
El credo legionario se practica en cada acción y el libro se convierte en un
canto al heroísmo militar, al espíritu legionario y al desprendimiento, incluso
de la vida. La muerte, novia, amiga y
compañera, hacía suyos a los legionarios. No se arredraron por ello y su signo
los hizo más bravos (página 208). Estas páginas hay que situarlas en 1921 y
en unos episodios de lucha a muerte, de combate continuo y de supervivencia. Y
hay que situarlas, si se quieren comprender bien, en el ideario de unos
regimientos de choque que estaban siempre en primera línea y que sufrían más
bajas que otros. Fuerzas de voluntarios. El autor es un convencido de los
valores legionarios que convierten a hombres sin destino en auténticos héroes,
en sacrificados peones de la sociedad. Por esto, la novela sigue siendo una
novela de culto para los que comparten estos ideales y en un ejemplo de un tipo
de literatura militar, de campaña y cuartel, que no abunda en España.
Es una novela cruda en los
episodios sangrientos. Curiosamente, con muy pocas referencias al enemigo. Y
sin ahorro en heridos y muertos.
En la tercera parte, una
vez alcanzados los últimos reductos de la resistencia rifeña, la novela se
vuelve más melodramática y cae en la tentación del amor casi imposible.
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