viernes, 12 de mayo de 2017

NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (15): NO QUIERE MORIR y ÁGUILAS DE ACERO de ANTONIO CASES

CASES, Antonio: Los amores de Alfonso Reina (Imprenta de Artes y Letras. Madrid 1923. 220 páginas + 2 hojas).
-          No quiere morir (Novela heroica). (Imprenta de Félix Moliner. Madrid 1924. 211 páginas + 1 hoja. Portada de Climent).
-          Águilas de acero. (Imprenta Martosa. Madrid s.a. 209 páginas + 2 hojas).

   Antonio Cases fue un abogado que escribió varias obras de temas jurídicos y un novelista con más de media docena de títulos. Fue también periodista o colaborador de prensa. Y de esta colaboraciones surgieron otros libros: Tánger, dignidad nacional (1922) en el que recopiló las entrevistas realizadas a personalidades nacionales sobre el contencioso tangerino y que se publicaron en el diario Marte en 1915; Al nivel (pedagogía y Marruecos) (1923) o Con el índice en el mapa.

    Cases se interesó por marruecos en algunos de sus artículos y en dos de sus novelas. En esta línea, está escrita No quiere morir, un relato de exaltación patriótica tras los acontecimientos en Marruecos. La primera edición de la novela llevó el título de Los amores de Alfonso Reina. Pero no debió gustarle el resultado a Cases que se puso a corregirla y pulirla. Lo confiesa en el prólogo: El novelista fue más allá de lo que la prudencia aconseja… Se olvidó de muchas cosas porque, sin duda, tuvo presente tan solo su condición de escritor. ¡Y es que la vanidad ciega! Con el dolor del padre que sacrifica a si hijo, he destruido la novela original y doy ahora a la luz pública esta otra, podada, mutilada, revocada si se quiere, libre, en fin, de las exuberancias y de los impulsismos de quien para seguir andando no se cuidó de mirar hacia atrás…. (páginas 11-12). No debió destruir todos los ejemplares porque algunos ruedan por las librerías de lance todavía.

   La intención del autor, que fue procesado por masón después de la Guerra Civil, está clara desde las primeras páginas. Defiende la visión ortodoxa de la bondad colonial, propia de la época, y desprecia las agresiones rifeñas contra los españoles. En esos momentos era un ferviente defensor del golpe de Primo de Rivera, quien dedica palabras elogiosas al autor. Se había derrumbado parte del prestigio militar del pueblo más militar del mundo. Un ejército fuerte se veía arrollado por turbas a quienes enloquecía el pillaje y el afán de venganza. Kilómetros y kilómetros eran abandonados por tropas que caían enseguida en poder de tribus salvajes que ejercitaban en aquéllas su ferocidad musulmana. ¡Marruecos! (página 19). Se encuadraba dentro del sector patriota de defensores de la intervención e Marruecos y de la guerra como solución definitiva para la pacificación.


   La novela transcurre en Zamora en 1921. Una pequeña ciudad provinciana en la que varios personajes notables se encuentran para hablar de la campaña de Marruecos. Podría haber ideado una intriga sobre la situación de combatientes desaparecidos sobre los que nada se sabía y la angustia de sus allegados. Pero la técnica es más simple. Es una novela de conversadores, de opiniones que –al final- parece ser la misma opinión del autor con algunos matices. De la lectura se extraen varias conclusiones:

·         La situación a la que se llegó es fruto de una larga serie de errores y negligencias de los políticos, más interesados en su posición personal que en el interés de la patria.
·         Que en ese punto los militares tienen que acudir a poner orden y restaurar el honor nacional y la seguridad. Un guiño claro al dictador Primo de Rivera por un escritor que había publicado varios ensayos de contenido militar. Y que escribe al final del libro con un epílogo de dos frases: ¡Y el cambio vino!  Lo trajo el destino de una nación que no quiere morir… (página 213).
·         Que la restauración del honor se consigue con el sacrificio de muchas personas que componen el ejército en África, desde el más alto general al último recluta. Pero el sacrificio es un deber del hombre ante la sociedad y debe asumirlo con orgullo.
   Es ejemplificador de esto el diálogo que pone fin a la primera parte de la novela:
-          Y de este modo, Santiago, si con tu regreso coincidiese el fin de la guerra… ¡qué glorioso sería nuestro amor!
-          Sí; porque, como yo, salen para África todos los soldados, y llevan fe en el triunfo.
-          Venguémonos, Santiago, de Annual, de Zeluán, de Nador, de Monte Arruit…
-          ¡Oh! Si pudiéramos borrar el pecado de ayer…, el pecado de cobardía, el pecado de incompetencia, el pecado de inmoralidad…
-          Y traer a los prisioneros, que eso es el entumecimiento de la Patria.
-          Yo creo que hoy, como hace siglos, cada soldado español lleva a África el orgullo de un rey.
-          Pero tal como los reyes antiguos, que no podían sobrevivir a su deshonor (página 89).
    Pero lo especial de Cases es su evolución personal y política y su cambio en la manera de ver los hechos. Cases publicaría después otra novela corta donde se refería a Marruecos. Águilas de acero –que da título al libro- es un relato publicado con otros tres en 1927 ó 1928 (el libro no pone fecha de edición). Se trata de una historia de aviadores sudamericanos que acaban en Marruecos. Pero la visión de Cases cambia, ya no es una novela de patriotismo sin crítica, sino que habla de la corrupción, de los negocios sucios y las malversaciones que se hacían con el dinero que el gobierno enviaba a país. La visión es pesimista, destructora. La ilusión colonial se había convertido, a los ojos del escritor, en un enorme foco de delito. Y el caudillo rifeño Abd el Krim en una sombra buscando una salida.

   Es interesante comparar esta evolución en un mismo escritor. Quizás la realidad pudiera con la ilusión y los hechos con los ideales. Cases no es un escritor brillante, su técnica es discursiva y sencilla. El lector no puede esperar hallazgos ni tensión, no hay sorpresas en la redacción. Es una muestra más de plasmación de la mentalidad colonial pero, en este caso, marcada por la evolución.


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