martes, 12 de septiembre de 2017

NOVELAS DE LA GUERRA DE IFNI-SAHARA (7): LO QUE NOS DEJAMOS EN IFNI de F. ANTOLÍN HERNÁNDEZ

HERNÁNDEZ SALGUERO, Félix Antolín: Lo que nos dejamos en Ifni (De librum tremens. Madrid 2017. 220 páginas).
   Hernández Salguero, nacido en 1959, vuelve literariamente a Ifni con una nueva novela. Ya le había dedicado otra (Boualam de Ifni) que se comentó en el blog: http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com.es/search/label/Hern%C3%A1ndez%20Salguero.

   La guerra de Ifni ya no es un asunto ignorado, ocultado o ajeno al interés de los españoles. Es un episodio más de la historia contemporánea que ha cobrado interés entre los historiadores y novelistas que buscan campos nuevos inéditos o susceptibles de interpretaciones diferentes. Y de un vacío casi absoluto de bibliografía sobre el tema, hemos pasado a una cierta abundancia. Así han aparecido recientemente obras como Arde el desierto (2017) de Juan Pastrana –excelente a pesar de que el autor renunciara a las notas a pie de página-, Ifni Sahara 1957-1958. Análisis de una guerra (2016) que son los recuerdos de Adolfo Cano o Ifni, del tratado de Wad Ras a su ocupación (2016) de Andrés Miguel Cosialls Ubach que ofrece una visión histórica de los antecedentes de la presencia española.


   Hernández Salguero conoce bien la historia de la guerra de Ifni y en su novela Lo que nos dejamos en Ifni presenta un panorama distinto a lo novelado hasta entonces sobre la ciudad. En 1957, tras abandonarse casi todo el territorio, se crea una línea defensiva de la ciudad de Sidi-Ifni en forma de arco apoyado en el mar. En ese perímetro se situaban posiciones que trataban de proteger la ciudad. Y en una de ellas, en el monte Buyarifen, donde un puñado de españoles pasa la Navidad a cubierto de los disparos del enemigo, sitúa la acción: Todos ojerosos y con cara de sueño. Todos sucios famélicos y desarrapados, con más pinta de pordioseros que de soldados… Miraba las caras y la mayoría había perdido su natural jovialidad. Se habían convertidos en seres serios, montaraces de rostros sombríos y curtidos, en lo que queda después de la derrota tras años de combates y a miles de kilómetros de la patria sin posibilidad de recibir ayuda; solo que ellos no habían sido derrotados, apenas llevaban un mes luchando y su patria les podía abastecer de ayuda y suministros, si tuviera medios. Pertenecían a un ejército que no había evolucionado nada en veinte años (página 19). El autor quiere dar una imagen lóbrega, angustiosa, de la vida en el lugar con un capitán al mando que resulta la caricatura de un malo de dibujo animado, tal vez debió el autor cuidar más esas personalidades enfermizas para dar una sensación de realismo mayor. Pero era necesario establecer un antagonista al alférez de IPS y al viejo brigada veterano de tres guerras. Y en ese ambiente casi de miseria se injerta una historia de delitos.

   La novela se enriquece cuando el autor añade a la guerra y a la situación colonial una trama paralela de asesinatos que llevan a una investigación. El asunto de crímenes y averiguaciones en la guerra de Ifni ya lo había tratado, con resultado desigual,  David Torres en Todos los buenos soldados (http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com.es/2014/01/todos-los-buenos-soldados-de-david.html). Y una buena novela sobre asesinatos en una campaña bélica –en la División Azul- es El tiempo de los emperadores extraños (2006) de Ignacio del Valle, con la que comparte una parte de trama anclada en la Guerra Civil.

   Hernández escribe un relato entretenido, con ritmo mantenido y una sencilla trama que no complica con acciones paralelas. Hay algo de técnica de thriller y, para rematar, algo de aventuras militares. Está contada con rapidez y solvencia. La traición acaba por imponerse sobre el ambiente colonial y la situación de los soldados.


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