domingo, 3 de mayo de 2020

NOVELAS DEL PROTECTORADO ESPAÑOL EN MARRUECOS (12): CARLOS TESSAINER Y TOMASICH


TESSAINER Y TOMASICH, Carlos:
   - Los pájaros del cielo. Relato de un reencuentro con Marruecos. (Editorial Sarriá. Málaga 2001. 161 páginas + 1 hoja)
   - El árbol del acantilado. Dónde sefardíes y españoles se encontraron (Editorial Sarriá. Málaga 2016. 302 páginas).
   - El olivo de Larache. La historia de un cónsul alemán (Avant editorial. Barcelona 2018. 284 páginas + 1 hoja).


    Carlos Tessainer publicó en 1998 un buen libro sobre el Raisuni: El Raisuni. Aliado y enemigo de España, obra que resumía su tesis doctoral. Eso le bastaba para acreditar un buen conocimiento del Marruecos colonial pero, además, su interés viene de su infancia ya que nació en Tetuán y vivió en Larache hasta los diecisiete años. Es autor de tres interesantes novelas sobre la vida en el Protectorado. Como novelista, pertenece a una categoría escasa en la literatura colonial española, al de antiguo residente que tiene un sentimiento de oportunidad perdida. Hay algunos escritores pieds noirs como Jules Roy o Jean Pelegrin que, con algo de melancolía inevitable, piensa que en la colonización y la descolonización se perdió la oportunidad de la convivencia y la riqueza de la mezcla cultural. Y creo que Tessainer está en esa línea. Es cierto que Marruecos español no se puede asimilar a Argelia francesa. La duración del Protectorado fue muy breve, no hubo guerra de independencia y la mayoría de los colonos españoles eran funcionarios o militares que se fueron cuando se abandonó el poder protector. En Marruecos fue peor para la colonia extranjera las leyes de marroquinización de los años setenta del pasado siglo que la independencia.

   En Tessainer hay una nostalgia como de paraíso perdido, como un recuerdo idealizado del territorio de la infancia. Pero hay, a la vez, muchas reminiscencias de la vida colonial en Larache y Tánger. Por eso, cuando habla de los españoles nacidos en Marruecos, escribe: No somos racistas, ni colonialistas, ni imperialistas; todo lo contrario. Tras los procesos de independencia siempre se pone el énfasis en la justa lucha de los pueblos colonizados por el logro de su libertad. Pero pocas veces se ha mencionado el hecho de que, a causa de ello, cientos de miles de europeos, nacidos y criados en remotos lugares de África y Asia, un día se vieron obligados a abandonar aquella tierra que, en el sentido amplio de la palabra, era para ellos la suya. Trasplantados todos nosotros a la Europa de nuestros mayores, somos así testigos heridos de un episodio político -el colonialismo- del que no solo fueron víctimas los pueblos colonizados (Los pájaros…, p.10).
   Los pájaros del cielo (2001) es su primera novela y la que tiene un ritmo más ágil, quizás porque es la menos intimista y la más breve. Es un relato lleno de ternura y de recuerdos del pasado, de los tiempos del sultán Abd el Aziz al comienzo del siglo XX. Una historia de un amor imposible en un país en decadencia económica y anclado en la tradición. El deseo de un matrimonio con una extranjera simboliza las dificultades de la convivencia y los poderosos contrapesos que los sectores más intransigentes imponía en el nuevo sistema de relaciones internacionales que llevaban a unas nuevas situaciones personales que nunca se habían dado en Marruecos. Una visión particular de la situación política.

   El árbol del acantilado en una novela que fue finalista del premio Fernando Lara de 2005. Es, ante todo, una historia de amor con todos los altibajos, frustraciones y desencuentros que una historia de este tipo, pero que entraña un homenaje a un amor profundo que se sobrepone a las contrariedades. Se desarrolla en Larache y Tánger, los lugares conocidos del autor, que sirven para presentar algunos personajes históricos que acompañan las andanzas de los protagonistas. Y hay un trasfondo de convivencia entre judíos y cristianos, aparentemente armoniosa pero llena de incomprensiones y rechazos en la época de la narración. En este libro, tanto en la manera de narrar como en algunas de las situaciones vividas por judíos en Marruecos español está el germen de su otra novela larachense, más ambiciosa en su contenido: El olivo de Larache.

   El padre del autor había trabajado en el consulado alemán de esa ciudad con el cónsul Renschhausen, el protagonista de esta novela. Un personaje muy interesante, muy conocido en la ciudad en los años cuarenta y con una actividad que merece una novela.    Tessainer origina su narración en unos supuestos escritos del cónsul, un hombre que anotaba sus experiencias con la inseguridad de si valía la pena. Lo recoge el novelista al principio y nos preguntamos si esas reflexiones no son, en realidad, las suyas mismas: Tú ten en cuenta que no vas a vivir de los que escribes, que es lo que pretenden muchos escritores: a ti eso te trae sin cuidado. Piensa que lo que vas a hacer, en primer lugar es un escape para aliviar las penas, y después es el poder y ser capaz de contar episodios de una vida interesante que no debe caer en el olvido, como decía antes, y que pongan las cosas en su justo término a esos hijos de mala madre que te deben hasta la vida, y ahora ni te saludan (página 19). El propósito está claro: rescatar del olvido a una persona singular y detallar, noveladamente, hechos pasados que fueron relevantes. El narrador se coloca en dos planos, uno como transcriptor de los cuadernos del cónsul y otro como narrador objetivo, dos personas en el relato. Incluso con alguna ironía: Le abrumó también el no estar haciéndolo bien, el que resultara aburrido y de ningún interés a quien un día pudiera leerlo. Aquí se culpó de haberse extendido demasiado… (página 71), como si el autor le reprochara al personaje sus propias dudas porque, realmente, los prolegómenos de la historia son largos. Tessainer escribe con detalles prolijos, muy extenso.

   El cónsul se instaló, después de terminar sus estudios de Medicina, en Tánger siguiendo los consejos paternos. Corría el año 1892. Pero no para ejercer como médico sino para abrirse campo en los negocios como representante de casas comerciales alemanas y como gestor de sus propios intereses. Le gustó Larache y se trasladó con su mujer y su hija (entonces solo había nacido la primera de las tres) a esta ciudad en la que acontecieron los hechos más importantes de su vida. Fua ganando posición económica y social y es nombrado vicecónsul alemán en la ciudad. La Conferencia de Algeciras de 1906 había abierto Marruecos al comercio europeo, y Renschhausen aprovechó la circunstancia para prosperar. Por tanto, él fue testigo de primera mano de la implantación del Protectorado. Pero también le tocó vivir acontecimientos adversos para su país, como las guerras. La I Guerra Mundial supuso un empeoramiento de las condiciones de vida de los alemanes en el Marruecos francés y en Tánger. Algunos fueron ejecutados, otros llevados a prisión o a campos de trabajo en Argelia. El protagonista, al que los acontecimientos le sorprendieron en Alemania, tuvo que buscarse un testaferro para salvar su patrimonio. Pero en su país las cosas tampoco eran de su gusto por la caída del emperador y las condiciones leoninas del Tratado de Versalles. Por eso opta por volver a Marruecos.
   Pero la vida de este hombre estaba llena de contrariedades propias de la época en la que le tocó vivir. Al ascenso del nacismo en Alemania le siguió la etapa de las revueltas en la Republica española, la Guerra Civil y, para terminar la II Guerra Mundial. Según las posiciones políticas estuvieran dominando o dominadas, su status como cónsul alemán se veía afectada. Era un hombre que estaba representando a un país dominado por los nazis, aunque él no lo fuera; que veía que las simpatías de muchos españoles se volvía indiferencia cuando la guerra cambio el signo de los ganadores. Unas veces adulaban al cónsul de una nación triunfadora, otras lo rechazaban por ser el mismo cónsul de la misma nación, pero ya perdedora.
   La personalidad del protagonista, y la época en la que le tocó vivir, hacen que el relato sea apasionante. Son muchos hechos para una vida. Muchas situaciones de distinto signo.  La novela de Tessainer es muy ambiciosa porque la sitúa en tres planos narrativos diferentes: La vida personal y familiar de Renschhausen, la vida social y profesional en Larache y Tánger y -por último. La situación internacional. Esa ambición de proyecto tiene como fruto una novela larga en la que quizás el espacio dedicado a determinadas cuestiones menores para la coherencia del relato sea excesivo.
 La novela gana en intensidad con el paso de las páginas. Llega a la actuación principal del cónsul frente a los proyectos nazis para los judíos marroquíes y termina en clave sentimental. Es la narración de la vida de un hombre honrado, muy conocido en el Larache de la época y que fue uno de los pioneros del establecimiento de los europeos en la ciudad a finales del siglo XIX. Y con el trasfondo romántico del pensamiento del autor de que convivencia entre razas y religiones es posible si no se interponen los intereses materiales o políticos.

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