LACHKAR, Mahmed: El
exiliado de Mogador (Diwan Mayrit. Madrid 2023. 333 páginas).
Lachkar es un cirujano marroquí, nacido en Alhucemas (cuando aun era
Villa Sanjurjo), que escribe novelas históricas sobre Marruecos y España. El
exiliado de Mogador es un interesante relato en el que un viejo líder
rifeño desterrado va recordando sus vivencias en la etapa de la guerra del Rif,
con un sentimiento personal de orgullo y frustración: Pero yo sigo viviendo
en el pasado, no consigo salir de él. Siento que todavía estoy en guerra
(p. 15). Aunque la novela apareció inicialmente en francés, idioma en el que
escribe habitualmente el autor, la edición española sugiere que ha sido
traducida por él mismo. Y es interesante por varias razones. La primera porque
se ha hecho muy necesario en la novelística sobre Annual el punto de vista
marroquí. La segunda, porque aborda el asunto de las relaciones entre rifeños y
franceses antes y después de la llegada de Pètain a la Residencia de Rabat. Y,
en definitiva, por los detalles aportados de la vida rifeña que los escritores
españoles no han reflejado bien.
El novelista recrea la vida del caíd Haddú, uno de los hombres de
confianza del líder rifeño, para dar una visión de los que fueron los días de
la República del Rif. No es una novela bélica, pues la guerra apenas aparece.
Es más bien una novela política trazada sobre las relaciones entre los rifeños
y los rifeños y Francia y España. A pesar de que la guerra era contra España,
apenas hay breves referencias a nuestro país. La trama se desarrolla a través
del voluntarioso caíd que deja una vida cómo en la frontera argelina, en aquel
pueblo de contrabandistas y aventureros que fue Port Say, para asumir su
condición de rifeño y acudir al auxilio de Abd el Krim. En este personaje
principal, confinado por los franceses en Mogador (hoy Esauira) tras la
rendición del cabecilla, se centran las relaciones que Lachkar quiere dar a
conocer.
En primer lugar, hay una admiración por Abd el Krim y lo que llegó a
conseguir, un levantamiento general de las tribus que nunca estuvieron unidas,
una organización social y política genera, algunos triunfos militares
importantes y la aureola de héroe. No detalla la gran cuestión: ¿creía el líder
que iba a poder mantener un estado independiente contra Francia, España y,
posiblemente el sultán? ¿Era consciente que llevaba a su pueblo a sufrir las
consecuencias de su aventura cando los dos Estados reaccionasen? ¿Nunca tuvo
intenciones de negociar en serio? Tampoco se detiene en analizar hasta qué
punto era un líder de todos, aunque señala algunos atisbos:
-
Creo que estás exagerando al llamar emir
“presidente de la República”. Podría meterle en muchos problemas, incluso con
nuestros amigos franceses. ¿Y quién eres tú para decidir en lugar de los
rifeños imponiéndoles un régimen político de tu gusto?
-
En política, como en los negocios, mentir es
a veces una habilidad necesaria, sin olvidar que este título será visto como
una verdadera ruptura con la autocracia y el feudalismo. Le atraerá, sin duda,
una corriente de simpatía entre las élites y la izquierda parisina. (p.
60).
En segundo lugar, Haddú nota que la alianza guerrera no ha eliminado
totalmente las diferencias entre las cabilas. Y a ello habría que sumar los
desencuentros personales, los celos y envidias en torno al poder, las sospechas
de traición y de enriquecimiento, la desconfianza… No todo era calma en la
república de Abd el Krim. El protagonista describe sus desencuentros, a veces
muy graves con Mohamed Azaerkan al que los españoles llamaban Pajarito. Había
visiones distintas en el modo de hacer la guerra, buscar alianzas gobernar la
zona. Y da la impresión de todo se resolvía por la intervención del emir.
Por último, lo más interesante de esta visión del Rif en los años
veinte, en lo que más incide el autor, es en la posición de Francia frente a
los hechos. El grueso del relato se centra en las maniobras rifeñas frente a
Francia. La idea de que la guerra era solo contra España, que era la ocupante
del zona que querían independizar y que la subsistencia del nuevo estado
estribaba en la postura que tomaran los franceses. Si Francia reconocía de
alguna manera la republica rifeña, llegara a acuerdos con ella de no agresión y
colaboración, el Rif podría ser viable. Lo que da a entender el autor es que
esto pudo haber sido posible con Lyautey como residente en Rabat porque el
general no sentía simpatía por los españoles. Es una idea extendida pero creo
que falsa. Francia no iba a permitir un desmembramiento de Marruecos y de la
soberanía del sultán. Lyautey entendía que la guerra era cosa de España y que
no debía inmiscuirse, en todo caso podría acabar asimilando la zona española.
Pero el ataque a la zona francesa apoyando a los Beni Zerual, obligó a Francia
a entrar en combate. Lyautey había sido sustituido por Pétain, claro partidario
de la colaboración con España, y éste por Steeg en el que los rifeños trataron
de poner la misma confianza que en Lyautey.
La parte más ampliamente tratada, más interesante y más novedosa en la
novelística sobre Annual, es lo que se refiera a la conferencia de Uxda. Fue un
intento de ganar una paz duradera. O quizás solo un procedimiento para ganar
tiempo mientras que los españoles recuperaban el territorio. Fue un fracaso,
los rifeños pedían mucho: el reconocimiento de una república que ya no estaban
en condiciones de defender. Haddú se multiplica, habla con unos y otros, trata
de mantener una postura moderada. Sus conversaciones con Léon Gabrielli, el
controlador francés, son muy clarificadoras. Pero la suerte estaba echada.
España avanzaba en el territorio perdido y los franceses llegaron hasta
Targuist donde se encontraba el cuartel general rifeño. A Abd el Krim solo le
quedaba entregarse.
Lachkar narra el final decepcionante, quizás convencido de que la
historia pudo resultar de otra manera. Ante el avance de Francia y España,
algunas tribus abandonan al caudillo rifeño y se someten a los europeos. La
desconfianza en el proyecto se generalizaba. Abd el Krim se va quedando solo.
Los ejércitos coloniales son mucho más poderosos y tienen armas más potentes. Retrata
algunos de los personajes que rodearon al emir con realismo, aprovecha la
leyenda negra contra España en el Rif que tiene su cima en el uso de los gases
contra la población y sueña hacia atrás con el apoyo francés que hubiera
cambiado todo.
Pero es una novela de reivindicación de Haddú. Hay que recordar que,
además de tener muchos enemigos en el bando rifeño, de las acusaciones de hacer
doble juego con los franceses, es uno de los más señalados por los españoles. Fue
el que aconsejó a Abd el Krim mantener a los prisioneros cerca como escudo ante
los bombardeos y se le acusó de darles maltrato. Lachkar trata de desmontar esto,
asegurando que fue el más firme benefactor de los mismos. Pero en las fuentes
españolas es señalado como el que raptó a la joven Carmencita Úbeda, una
prisionera de dieciséis años, y la mantuvo como esclava sexual para venderla
después. El autor pasa por alto este episodio vergonzoso; escribe una novela, no una biografía crítica. Hay muchos
testimonios de este modo de comportamiento. Basados en estos antecedentes, que
Haddú negaba, los franceses lo mandaron a Mogador con prohibición de salir de
allí, donde murió.
En definitiva, una novela imprescindible en el ciclo narrativo de
Annual.