lunes, 23 de junio de 2025

ESCRITORES MARROQUIES EN ESPAÑOL (2): EL EXILIADO DE MOGADOR de MHAMED LACHKAR

 

LACHKAR, Mahmed: El exiliado de Mogador (Diwan Mayrit. Madrid 2023. 333 páginas).

   Lachkar es un cirujano marroquí, nacido en Alhucemas (cuando aun era Villa Sanjurjo), que escribe novelas históricas sobre Marruecos y España. El exiliado de Mogador es un interesante relato en el que un viejo líder rifeño desterrado va recordando sus vivencias en la etapa de la guerra del Rif, con un sentimiento personal de orgullo y frustración: Pero yo sigo viviendo en el pasado, no consigo salir de él. Siento que todavía estoy en guerra (p. 15). Aunque la novela apareció inicialmente en francés, idioma en el que escribe habitualmente el autor, la edición española sugiere que ha sido traducida por él mismo. Y es interesante por varias razones. La primera porque se ha hecho muy necesario en la novelística sobre Annual el punto de vista marroquí. La segunda, porque aborda el asunto de las relaciones entre rifeños y franceses antes y después de la llegada de Pètain a la Residencia de Rabat. Y, en definitiva, por los detalles aportados de la vida rifeña que los escritores españoles no han reflejado bien.



   El novelista recrea la vida del caíd Haddú, uno de los hombres de confianza del líder rifeño, para dar una visión de los que fueron los días de la República del Rif. No es una novela bélica, pues la guerra apenas aparece. Es más bien una novela política trazada sobre las relaciones entre los rifeños y los rifeños y Francia y España. A pesar de que la guerra era contra España, apenas hay breves referencias a nuestro país. La trama se desarrolla a través del voluntarioso caíd que deja una vida cómo en la frontera argelina, en aquel pueblo de contrabandistas y aventureros que fue Port Say, para asumir su condición de rifeño y acudir al auxilio de Abd el Krim. En este personaje principal, confinado por los franceses en Mogador (hoy Esauira) tras la rendición del cabecilla, se centran las relaciones que Lachkar quiere dar a conocer.

   En primer lugar, hay una admiración por Abd el Krim y lo que llegó a conseguir, un levantamiento general de las tribus que nunca estuvieron unidas, una organización social y política genera, algunos triunfos militares importantes y la aureola de héroe. No detalla la gran cuestión: ¿creía el líder que iba a poder mantener un estado independiente contra Francia, España y, posiblemente el sultán? ¿Era consciente que llevaba a su pueblo a sufrir las consecuencias de su aventura cando los dos Estados reaccionasen? ¿Nunca tuvo intenciones de negociar en serio? Tampoco se detiene en analizar hasta qué punto era un líder de todos, aunque señala algunos atisbos:

-        Creo que estás exagerando al llamar emir “presidente de la República”. Podría meterle en muchos problemas, incluso con nuestros amigos franceses. ¿Y quién eres tú para decidir en lugar de los rifeños imponiéndoles un régimen político de tu gusto?

-        En política, como en los negocios, mentir es a veces una habilidad necesaria, sin olvidar que este título será visto como una verdadera ruptura con la autocracia y el feudalismo. Le atraerá, sin duda, una corriente de simpatía entre las élites y la izquierda parisina. (p. 60).

   En segundo lugar, Haddú nota que la alianza guerrera no ha eliminado totalmente las diferencias entre las cabilas. Y a ello habría que sumar los desencuentros personales, los celos y envidias en torno al poder, las sospechas de traición y de enriquecimiento, la desconfianza… No todo era calma en la república de Abd el Krim. El protagonista describe sus desencuentros, a veces muy graves con Mohamed Azaerkan al que los españoles llamaban Pajarito. Había visiones distintas en el modo de hacer la guerra, buscar alianzas gobernar la zona. Y da la impresión de todo se resolvía por la intervención del emir.

   Por último, lo más interesante de esta visión del Rif en los años veinte, en lo que más incide el autor, es en la posición de Francia frente a los hechos. El grueso del relato se centra en las maniobras rifeñas frente a Francia. La idea de que la guerra era solo contra España, que era la ocupante del zona que querían independizar y que la subsistencia del nuevo estado estribaba en la postura que tomaran los franceses. Si Francia reconocía de alguna manera la republica rifeña, llegara a acuerdos con ella de no agresión y colaboración, el Rif podría ser viable. Lo que da a entender el autor es que esto pudo haber sido posible con Lyautey como residente en Rabat porque el general no sentía simpatía por los españoles. Es una idea extendida pero creo que falsa. Francia no iba a permitir un desmembramiento de Marruecos y de la soberanía del sultán. Lyautey entendía que la guerra era cosa de España y que no debía inmiscuirse, en todo caso podría acabar asimilando la zona española. Pero el ataque a la zona francesa apoyando a los Beni Zerual, obligó a Francia a entrar en combate. Lyautey había sido sustituido por Pétain, claro partidario de la colaboración con España, y éste por Steeg en el que los rifeños trataron de poner la misma confianza que en Lyautey.

   La parte más ampliamente tratada, más interesante y más novedosa en la novelística sobre Annual, es lo que se refiera a la conferencia de Uxda. Fue un intento de ganar una paz duradera. O quizás solo un procedimiento para ganar tiempo mientras que los españoles recuperaban el territorio. Fue un fracaso, los rifeños pedían mucho: el reconocimiento de una república que ya no estaban en condiciones de defender. Haddú se multiplica, habla con unos y otros, trata de mantener una postura moderada. Sus conversaciones con Léon Gabrielli, el controlador francés, son muy clarificadoras. Pero la suerte estaba echada. España avanzaba en el territorio perdido y los franceses llegaron hasta Targuist donde se encontraba el cuartel general rifeño. A Abd el Krim solo le quedaba entregarse.

   Lachkar narra el final decepcionante, quizás convencido de que la historia pudo resultar de otra manera. Ante el avance de Francia y España, algunas tribus abandonan al caudillo rifeño y se someten a los europeos. La desconfianza en el proyecto se generalizaba. Abd el Krim se va quedando solo. Los ejércitos coloniales son mucho más poderosos y tienen armas más potentes. Retrata algunos de los personajes que rodearon al emir con realismo, aprovecha la leyenda negra contra España en el Rif que tiene su cima en el uso de los gases contra la población y sueña hacia atrás con el apoyo francés que hubiera cambiado todo.

   Pero es una novela de reivindicación de Haddú. Hay que recordar que, además de tener muchos enemigos en el bando rifeño, de las acusaciones de hacer doble juego con los franceses, es uno de los más señalados por los españoles. Fue el que aconsejó a Abd el Krim mantener a los prisioneros cerca como escudo ante los bombardeos y se le acusó de darles maltrato. Lachkar trata de desmontar esto, asegurando que fue el más firme benefactor de los mismos. Pero en las fuentes españolas es señalado como el que raptó a la joven Carmencita Úbeda, una prisionera de dieciséis años, y la mantuvo como esclava sexual para venderla después. El autor pasa por alto este episodio vergonzoso; escribe una novela, no una biografía crítica. Hay muchos testimonios de este modo de comportamiento. Basados en estos antecedentes, que Haddú negaba, los franceses lo mandaron a Mogador con prohibición de salir de allí, donde murió.

 

   En definitiva, una novela imprescindible en el ciclo narrativo de Annual.

 

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