GAYA NUÑO, Juan Antonio: Historia
del cautivo (S.e. Imprenta Venecia. Mexico 1966. 280 páginas: En Obras
completas Tomo I. Fundación José Antonio de Castro. Madrid 1999)
Juan Antonio Gaya Nuño fue una persona singular, de gran cultura e
inquietudes intelectuales diversas. Había nacido en el pueblo soriano de
Tardelcuende en 1913. En su infancia y juventud conoció las noticias de la
guerra de Marruecos y ello debió dejarle una fuerte impresión a la que daría
salida en forma de relato. La Guerra Civil truncó su carrera académica y no
pudo ser catedrático. Pasó por la cárcel tras haber combatido en el Ejército
Republicano. Pero su vocación se encauzó dirigiendo galerías de arte, proyectos
editoriales y –sobre todo- publicaciones sobre arte. Murió en Madrid en 1976.
La página web de su fundación - http://www.gayanuno.es/
- ofrece más noticias sobre su vida y obra.
También cultivó el relato y la novela, aunque no fue muy prolífico en la
ficción. Pero en esta faceta resalta su Historia del cautivo, dedicada a
los hechos de 1921 en el Marruecos español. La novela tuvo que ser publicada en
México en 1966 para eludir la censura franquista y nunca más se reeditó hasta
que se incluyó en sus obras completas de 1999.
Se reconoce seguidor de Pérez Galdós en una manera de narrar que
denomina género, el episodio nacional. Y toma la acción de Annual porque de ese
año arranca toda la posterior historia de España, como reconoce en el prólogo.
Ya antes Francisco Camba había tomado la idea de episodio nacional para su Annual
(1946) y posteriormente lo llamaron así Fernández de la Reguera y Susana March
en su El desastre de Annual (1968).
Gaya Nuño, como ya lo hizo Sender, va a contar las peripecias de un
aragonés pobre que acaba con sus huesos en el Marruecos de la guerra. Gente con
pocas esperanzas en la vida y condenado a la miseria se va a topar de frente
con el horror bélico y la tragedia personal de estar en el lugar equivocado en
el momento preciso. La única manera de salir del pueblo que tenían en la época
era cumplir el servicio militar y, en este caso, mejor le hubiera ido en el
terruño.
En 1966 la guerra de Marruecos estaba casi olvidada y si se recordaba
era en publicaciones oficiales o próximas al franquismo que acentuaban la falsa
visión patriótica de los hechos. Pero gaya Nuño tenía otro interés al escribir,
para él los hechos supusieron el final de la Restauración y el origen del
cambio brusco que fue la II República española. Era un símbolo de una manera
corrupta y caduca de dirigir el país, la muestra última de la incapacidad de
gobierno y de dirección social. El autor, republicano depurado, soltaba así una
visión distinta de la de los vencedores. Por eso no pudo publicarse en España.
Después de tantos años, y después de lo mucho que se ha escrito posteriormente
sobre el tema, cabe preguntarse si leer esta novela tiene todavía el interés de
la época de su publicación. Hay que concluir que sí sin reparos.
Gaya escribe una historia bien trazada. Con muy pocas páginas liquida
toda la rota de la Comandancia de Melilla, no se detiene en explicaciones
extensas que son más de historia que de novela, ni compone un relato coral de
muchos personajes secundario actuando todos del mismo modo, como es habitual en
las novelas del ciclo de Annual. Es sobrio, pero contundente y tiene un
castellano exquisito. Suficiente para volver a leer el libro.
Axdir, lugar del cautiverio
La novela es un retablo que lleva como hilo conductor a un soldado que
perteneció a la escolta del general Silvestre. Él y sus compañeros tienen la
clave de la muerte del general, pero es un secreto inconfesable. Acaban
prisioneros en el campo de Axdir y el autor aprovecha para relatar algunas de
las maquinaciones, peripecias y políticas españolas y rifeñas. La novela cambia
de orientación a lo largo de sus páginas. Comienza con una dura crítica a la
política española de la época cuya conclusión fue el desastre en Marruecos. En
esa censura puede parecer en ocasiones una comprensión excesiva a la postura del “otro”. Pasar de un
fuerte sentimiento de alteridad a lo contrario fue una técnica narrativa para
compensar los excesos del patrioterismo. Pero en Gaya no hay tal. En él hay más de crítica social, de dibujo de
la situación vital de las clases desfavorecidas que eran las que sufrieron en
carne propia el grueso de la tragedia, sin comerlo ni beberlo, sólo como
soldados bisoños, mal tratados y obligados al sacrificio. Era la síntesis de lo
que ocurría en la sociedad española en general. Pero además, el autor aprovecha
para repasar algunas de las situaciones grotescas de lo que ocurrió en la
“corte” de Abd el Krim en Axdir. La sucesión de visitas, la aparición de
oportunistas internacionales a la busca de un negocio o la larga cuestión del
rescate.
En la evolución de la historia, dentro del cautiverio y con un intento
de evasión, el autor cambia el objetivo y poner el acento en el esfuerzo
individual, la lucha contra la adversidad y la insumisión frente al derrotismo.
Un esfuerzo ímprobo, sin duda, que recuerda al Viance de Imán de Sender.
La lucha por la supervivencia en situaciones límites, la angustia de desconocer
lo que se desarrollaba fuera del ámbito de su encierro. Pero, frente al
pesimismo o nihilismo de Sender, en el final de Historia del cautivo hay
esperanza.
Libro del sargento Basallo, uno de los protagonistas reales de la novela.
Una buena novela que en su tiempo cambió la manera de narrar los
episodios marroquíes. Fue difícil de obtener en aquellos años y sigue siendo
difícil porque es muy raro verla a la venta y no está en casi ninguna
biblioteca pública. Esto se ha paliado
un tanto al publicarse en ya las obras completas editadas por la Fundación Castro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario