JÁTIVA GARCÍA, Luis: Chafarinas, una
aldea en la mar. (Edición del autor. Oviedo 2008. 545 páginas).
Las islas Chafarinas son una pequeña posesión española cerca de la costa
norteafricana. Son una posesión reciente ya que fueron ocupadas por el capitán
general de Granada, Serrano, en 1848, horas antes de que llegaran los barcos
franceses enviados desde Argelia con la misma finalidad. Había sido refugio de
corsarios y de pescadores. Y constituía un punto estratégico para control Cabo
de Agua y la frontera entre Marruecos y Argelia. En estas islas, que carecen de
agua potable y son unas hectáreas peladas azotadas por el viento, hay una
guarnición militar. Pero hasta los años setenta del siglo XX hubo población
civil. De esa época queda una pequeña iglesia, una escuela y las casas que
ahora usan los soldados. También contó con oficina de correos y se llegó a
levantar una pequeña fábrica de conservas. Las islas fueron unidas por unos
diques que un temporal destruyó en 1914, aunque aún quedan restos. La
existencia de población civil –que también la hubo en los otros peñones o
posesiones españolas en Alhucemas y Vélez de la Gomera- es un episodio que
puede ser novelesco, pero que nunca se aprovechó en la literatura. Incluso es
bastante escasa la información en ensayos o libros de divulgación. Hay algún
ejemplo como las obras de Rafael Pezzi: Los presidios menores de África y la
influencia española en el Rif (1893) o Las plazas menores de África
(1921) de Francisco Carcaño Mas.
Játiva (Melilla 1934) es un médico afincado en Asturias que conoció bien
el Protectorado en Marruecos y Melilla. Aficionado a la escritura, algunas de
sus novelas están ambientadas en el África española: Marruecos, Chafarinas o
Ifni. Como médico militar estuvo destinado en las islas Chafarinas en 1961 y la
novela parece ser una colección de recuerdos autobiográficos aderezados de
datos históricos y observaciones. Por tanto, es una novela con poca acción,
mucha melancolía y recuerdos cariñosos. No nos habla de la época dorada de las
islas sino de la etapa decadente en la que todavía había escuela, capellán y
algunos pocos civiles. Pero es un retablo de la vida local, del fin de una
época en un lugar: Le cuesta trabajo comprender como el personal civil,
“faristas”, panaderos, carteros, maestros, pueden aguantar estoicamente este
aislamiento durante años. Es como volver a un pasado donde faltaba lo más
elemental. En este lugar cosas tan esenciales como el agua, la comida y otras
mil cosas dependen de un pequeño barco, de una climatología más o menos
benigna, donde la vida y la muerte es una “ruleta rusa” (página 122). Por
la época y la temática no es una novela de contenido colonial, pero estas
posesiones próximas a Marruecos tiene siempre una fuerte relación con el
Protectorado y las referencias en el relato son muchas. Como suele ocurrirle a
los escritores ocasionales, adolece de exceso de páginas.
Este relato continúa el testimonio novelesco iniciado por el autor en Sidi
tebib (2006) y que culminará en Ifni cafard (2010) de la que ya nos
ocuparemos. Sidi tebib es un libro de recuerdos, no es exactamente una
novela, en el que se ocupa de la etapa en que ejerció de médico en la zona de
ras Kebdana en los años 60 del siglo pasado. Por tanto, se trata de la primera
etapa de la recién recuperada independencia marroquí. El autor describe las
dificultades con las que se encontraba un médico en la zona, pocos medios y
mucho trabajo. Y en algunos capítulos narra peripecias curiosas como la vida de
un “renegado” español que huyó tras el desastre de Annual o algunas historias
de la guerra entre Argelia y Marruecos –Guerra de las Arenas- que tuvo lugar en
1963.
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