viernes, 16 de enero de 2015

LAS NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (4): EL BLOCAO de JOSÉ DÍAZ-FERNÁNDEZ

DÍAZ-FERNÁNDEZ, José: El blocao (Editorial Historia Nueva. Madrid 1928. 201 páginas; Turner. Madrid 1976. 133 páginas. Prólogo de Víctor Fuentes; Viamonte. Madrid 1998. 122 páginas. Prólogo de José Esteban;  Ediciones del Viento. Madrid 2013. 110 páginas. Prólogo de José Esteban. Fotografías del Archivo ABC).

   Díaz-Fernández es uno de los grandes clásicos de la literatura sobre Marruecos a pesar de que sólo escribió una colección de cuentos. Había nacido en la frontera española con Portugal, en Aldea del Obispo en la provincia de Salamanca en 1898. Poco tiempo pasó allí. Siguiendo a   su padre, que era carabinero, fue a parar a Asturias (Castropol, Oviedo, Gijón). Comenzó a estudiar Derecho pero lo abandonó por su pasión por la literatura y el periodismo. Y fue enviado a luchar a Marruecos desde donde mandó sus crónicas al diario El Noroeste de Gijón. Era un “soldado de cuota”, es decir de los que pagaban por no hacer el servicio militar pero que, tras el desastre de Annual, sólo obtenían una reducción de tiempo de servicio y mejores destinos. Hombre de ideas progresista fue diputado en dos ocasiones durante la República. Sus convicciones literarias lo llevan a propugnar un vanguardismo en su obra El nuevo romanticismo. Es autor también de la novela  La Venus mecánica (1929) y de una biografía novelada Vida de Fermín Galán (1930) en colaboración con Joaquín Arderíus. Murió en el exilio en Toulouse en 1941.

   Díaz Fernández mandó crónicas de la campaña al diario Noroeste desde septiembre de 1921 a agosto de 1922. En febrero y marzo de 1922 estuvo destinado al blocao de Amegur, en la zona de Tetuán. De esas sensaciones y experiencias puedo sacar el argumento de su libro. En 2004 el Ateneo Obrero de Gijón publicó una antología de esos artículos en edición de José Ramón González: Crónicas de la Guerra de Marruecos (1921-1922). Antología. De ahí extraemos un fragmente de la crónica fechada el 22 de febrero y publicada el 3 de marzo de 1921, muy expresiva del sentimiento del combatiente: Van cerca de quince días sin recibir correo. Estamos aquí como ensordecidos, como si no llegasen a nuestros oídos las sonoridades exteriores, y nadie puede imaginarse el tormento que constituye para un alma curiosa esta cerrazón del horizonte espiritual. Días vacíos, plúmbeos, indiferentes como si esta vecindad del cielo y monte no tuviera más fin que encerrar al espíritu en una soledad poco amiga; la pasión por el silencio parece que se ha muerto en nuestra alma y he aquí cómo aquella verdad de Alfredo de Vigny, “el aislamiento trae a veces dolor a nuestro espíritu”, resuena incesantemente en nuestro corazón como una música sombría.
   El blocao es una obra admirada y criticada. Algunos ven un claro ejemplo de sobrevaloración literaria. Otros entienden que se trata de un libro original y adelantado: rechaza los módulos de la novela tradicional y busca nuevas técnicas narrativas en consonancia con la vida “sintética y veloz, maquinista y demócrata” moderna (Víctor Fuentes).   Está impregnada de la visión social del autor, antimilitarista y pacifista. Para Víctor Fuentes no tiene ni argumento ni anécdota porque narra el tiempo muerto del colonialismo. En definitiva, Díaz-Fernández, como tantos escritores de su generación, se plantea el papel del intelectual pequeño burgués en las luchas sociales (José Esteban). Pero son opiniones forzadas, a posteriori. La realidad es que el cuento que da título al libro ganó un concurso del diario El Imparcial, aunque no se publicó por problemas con la censura. El editor José Venegas vio que podía ampliarse hasta alcanzar la extensión de una novela, pero el autor no lo vio así y prefirió añadir algunos relatos para llegar al número de páginas apto para publicar como libro (Juan José LÓPEZ BARANCO: El Rif en armas, páginas 159 y ss).

   El blocao es una colección de siete narraciones ambientadas en la guerra en Marruecos. No deja muy clara la localización exacta pero es fácil adivinar que se trata de los lugares dónde el autor estuvo como soldado, los que conocía de primera mano, en la parte occidental del Protectorado, tal vez en Beni Arós. Aunque se trata de un libro de cuentos, son muchos los estudiosos (entre ellos los prologuistas de las sucesivas ediciones) que contemplan los relatos como piezas separadas de una misma historia. El libro se llamaba novela de Marruecos, y el autor –en el prólogo a la segunda edición- confesaba: Yo quise hacer una novela sin otra unidad que la atmósfera que sostiene a los episodios. El argumento clásico está sustituido por la dramática trayectoria de la guerra, así como el personaje, por su misma impersonalidad, quiere ser el soldado español… El autor quiso hacer una novela en la que se sintetice un modo de actuar frente a la adversidad, que refleje la naturaleza humana sometida a situaciones extremas.
Traducción al árabe hecha en Tánger

  La primera narración se titula El blocao, que es la españolización del término block house y hacía referencia a un típico refugio o pequeño fuerte militar en el Rif, una fortificación escueta de madera, sacos terreros, chapa y alambrada que guarnecía a un pelotón –a veces una sección- que controlaba un lugar estratégico como un cruce de caminos, un vado o una elevación. Algunas obras se han detenido en el estudio de estas construcciones efímeras. Por ejemplo, Blocao. Arquitecturas de la Era de la Violencia (2000) de Fernando R. de la Flor –centrándose en aspectos arquitectónicos- o Blocaos. Vida y muerte en Marruecos (2009) de Juan García del Río Fernández y Carlos González Rosado, un excelente estudio sobre los blocaos españoles en Marruecos. El blocao, por su aislamiento y su debilidad producía una sensación de desconfianza a los que lo tenían que habitar durante semanas y meses: Algo así como estar vivo y  metido en una caja de muerto (página 29, siempre de la edición de 1976). Era un lugar tedioso donde se esperaba a la muerte. Al enemigo invisible pero presente que va a utilizar todas las astucias posibles para acabar con los soldados españoles.

  Le siguen los relatos El reloj y Cita en la huerta. El lector no sigue los acontecimientos bélicos, los hechos de batalla ni el resultado de las campañas. Ni siquiera sabe si van ganando o perdiendo los personajes. El autor está interesado en mostrar la vida pausada y arriesgada de unos soldados transportados de su mundo a uno extraño e incomprensible en el que deberán sobrevivir frente al enemigo, con lo que eso supone de peligro y crueldad. Al autor le interesa los sentimientos de pesadumbre, tedio, miedo o violencia de los pobres soldados de la infantería española. Mi espíritu era ya un espíritu adaptado y cotidiano, incapaz de apresar el mundo con un ademán de rebeldía. Como los discípulos de San Ignacio, que dejan hecha trizas la voluntad en el cepo de los “Ejercicios”, mi voluntad civil había quedado desgarrada y rota entre los alicates de la disciplina (página 81). Magdalena roja es el relato más largo, en el que sale el oficio de escritor de novelas breves que practicó. Aprovecha para presentar el mundo de los activistas obreros, el sindicalismo radical que acaba mezclándose con la guerra del Rif. Tal vez sea el mejor construido del libro, una historia más trazada y su estilo limpio, efectivo y directo que llega al lector como si estuviera escuchando del autor una historia de fuego de chimenea. Díaz Fernández tiene la brillantez suficiente como para que su prosa parezca fácil por ser atractiva. Como decía Alberto Insúa: Sin vocablos parásitos, sin metáforas mercenarias.
Portada de una edición de impresión bajo demanda

   África a sus pies evoca el compañerismo tan necesario en tiempos de guerra. Y le queda espacio literario para la ternura sentimental en Reo de muerte o para el erotismo urgente del soldado en Convoy de amor, tal vez el relato menos conseguido de la serie.  A pesar de narrar sobre la sumisión del soldado al medio, la derrota de la voluntad, en Díaz-Fernández siempre hay un espíritu abierto, un ánimo de progreso como esperanza en el futuro. En parte está narrando sobre las condiciones que deplora, las que quiere cambiar. Y añade unas gotas de erotismo exótico. Quizás por eso sea un libro imprescindible para entender la vida del soldado en campaña.

   

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