viernes, 26 de enero de 2018

LAS NOVELAS DE MELILLA (6): SEVERIANO GIL RUIZ (y 2).

GIL RUIZ, Severiano:
-          Bereshit. Amanecer de los judíos en Melilla (Fundación Gaselec. Melilla 2004. 211 páginas).
-          La virtud del diablo (De Librum Tremens. Madrid 2009. 725 páginas).
-          Nubes de levante, brisas de poniente (Good Books. Madrid 2012. 737 páginas).



   Severiano Gil se caracteriza por escribir novelas muy extensas ambientadas en la historia de Melilla y Marruecos. Es cierto que las novelas de muchas páginas son las favoritas de algunos lectores, pero también es verdad que añadir páginas rompe el ritmo del relato cuando lo que se cuenta no aporta nada a lo narrado. Es evidente que Gil ha mejorado, como todos los autores, con el transcurso del tiempo y la práctica de escribir. Y de sus lecturas se extrae la conclusión principal de que es un perfecto conocedor de los hechos históricos en los que enmarca a sus personajes y situaciones, que maneja la intrahistoria melillense y del Protectorado y que de sus novelas se extrae una visión muy ajustada de lo que pasó. Por esto, Severiano Gil es un autor imprescindible para la historia literaria de la ciudad.

   Bereshit es la culminación novelesca de la investigación que Gil hizo sobre los judíos de Melilla y que se reflejó en su libro Como las luces de Janucá (2002). Es un relato muy extenso de la vida ordinaria de los judíos melillenses y sus relaciones con las otras comunidades tanto en la ciudad como en la zona que la rodea. Descripciones domésticas, largas charlas… Y un ensayo sobre lo que fue la vida cotidiana, las carencias, la dificultad de suministros y la estrecha convivencia entre los muros de la ciudad batida por las balas enemigas. La segunda parte comienza en 1899 y termina en 1903. Resulta más intimista, pero más trágica. La acción se traslada al Marruecos fronterizo con Melilla. Es la época de las primeras andanzas de El Roghi Bu Hamara. Pero la intención del autor es contar la mezcla de las personas de las tres religiones, lo fácil que es encontrar mezcla entre ellas y lo trágico del racismo imperante. Para ello se sirve de la historia personal del personaje más importante del libro, la Espartana. Es interesante percibir un argumento poco usado en la novela española sobre Marruecos, la situación de los judíos entre la guerra de Margallo y el ascenso al poder fáctico de El Roghi Bu Hamara en el Rif Oriental. El problema es que Gil tarda mucho en situar al lector ante lo importante en la narración, tiene muchos prolegómenos innecesarios y largas situaciones de tercer orden narrativo.


   En 2009 empezó una ardua tarea al publicar una trilogía que, intuimos, abarcará los principales acontecimientos desde la guerra de Margallo en 1893 hasta el desembarco de Alhucemas en 1927. Y que explica en un diálogo de La virtud del diablo:
-                     … Me dijo, me explicó, que aquí en esta zona cuando hay nubes de levante y salta la brisa de poniente, siempre llueve.
-                     Me dijo que nosotros, los europeos, éramos como las nubes de levante; ellos, los rifeños, eran la brisa de poniente, y la guerra era la lluvia inevitable que, siempre, caería sobre unos y otros, mojándonos a todos (página 471).

   La virtud del diablo (2009), el autor señala que es la primera parte de la trilogía Nubes de levante, brisas de poniente, está ambientada en los sucesos de 1909. Las compañías mineras tratan de negociar con las cabilas, con el Roghi Bu Hamara o con el sultán las concesiones de los yacimientos al amparo del Acta de Algeciras. Tres compañías se disputaban el territorio y trataban de construir los ferrocarriles necesarios para el transporte del mineral al puerto de Melilla. Pero la región carecía de una verdadera autoridad efectiva: España no podía intervenir porque aún no se había proclamado el Protectorado, el sultán no tenía fuerza y Bu Humara no controlaba a las cabilas cuando había grandes cantidades de dinero en juego. Esta situación es la que dio lugar a la guerra de 1909, que duraría hasta 1913. Y en este panorama se desarrolla la historia imaginada por Gil con muchos elementos históricos y personajes de ficción que se relacionan con otros reales. El autor lo resume en unas palabras de uno de los protagonistas: El problema reside en que la mayoría de esas cábilas se saben independientes, y en cierto modo lo son; no se sienten marroquíes en el sentido que los europeos dais a la nación. Las distancias son grandes, los organismos del Estado ineficaces, y cada tribu sabe que, para bien o para mal, debe depender de sus propios recursos o, a lo sumo, unirse con alguna vecina por medio de una alianza pata lograr un fin determinado, un pacto que aquí se conoce como lif, que les mantiene en paz entre sí y aliados de cara a las demás (página 249). La novela va lentamente situando al lector en la guerra, explicando los antecedentes y la manera de actuar de españoles y rifeños. Una guerra extraña que parece tener su origen en la protección de los intereses mercantiles de las compañías mineras pero que, en el fondo, trataba de evitar que Francia ocupara el hueco que España dejaba si no quería actuar.

   En la novela van apareciendo un conjunto extenso de personajes con los que el autor quiere dar una visión (creo que acertada) de la situación global en la época en Melilla: Militares y paisanos, periodistas y ciudadanos, comerciantes, empresarios mineros, moros, judíos y cristianos… Como es normal en estas novelas, la narración se hace desde el punto de vista melillense y los personajes marroquíes son tratados secundariamente. Todo en torno a la ciudad:
   …opresora, limitada y pretenciosa que se empeñaba en combinar una existencia pueblerina con una contienda a sus mismas puertas, sin tener conciencia plena de lo que era la paz y la guerra. Era un limbo; Melilla paseaba por su existencia sin hacer demasiado caso a los asuntos capitales, tratando de no escuchar los disparos, ni ver los muertos, empeñada en su obsesión de mantener un atisbo de civilidad donde solo había lucha y barbarie. Y, para ello, no había mejor opción que enrocarse sobre sí misma, metiendo el cuerpo vigoroso de su vecindario dentro de un caparazón falsamente seguro (página 594).

   Las tramas interpuestas se suceden eclipsando una única línea narrativa. Es difícil escribir una novela con varios caminos sin perder la tensión de la acción principal. Las idas y venidas dificultan la atención del lector, pero la intención del autor probablemente fue la de mostrar un retablo lo más completo posible de la vida melillense en la situación bélica.
   Incomprensiblemente en 2012, tres años después, el autor publicó la novela Nubes de levante, brisas de poniente que indica es la primera parte de una trilogía llamada La virtud del diablo. Las dos novelas son la misma novela y las dos trilogías son la misma trilogía. Y, además, están publicadas por la misma editorial ya que tanto de Librum Tremens como Good Books pertenecen a Alberto Pertejo-Barrena que, por otra parte, es un editor con mucho mérito y con una visión romántica de la literatura.
   Es también autor de una novela titulada Cita en el aire, que publicó por entregas en el diario El Telegrama de Melilla en 1996 y que se puede leer completa en la página de AMESETE (Amigos del Museo Específico del Suboficial del Ejército de Tierra Español): https://www.amesete.es/?p=4001


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