miércoles, 29 de agosto de 2018

GUINEA Y LA NOVELA MISIONERA (1): EL ÚLTIMO NEGRERO de TOMÁS LUIS PUJADAS.


PUJADAS, Tomás Luis: El último negrero (Coculsa. Madrid 1954. 124 páginas + 1 hoja. Portada de Segu. Ilustraciones de Julio Giménez).

   El Padre Tomás Luis Pujadas Roca nació en Sabadell (Barcelona) el 24 de mayo de 1904 y  murió en Vic (Barcelona) el 12 de noviembre de 1994. Fue misionero claretiano, músico y escritor. Recibió el sacerdocio en 1931 en Vic, comunidad en la que vivía cuando los sangrientos sucesos de 1936. También estudió música en España y en Roma  con el maestro Casimiro Casimiri. Compuso más de un centenar de obras musicales: misas, himnos, motetes y cantos marianos...  Dirigió publicaciones religiosas como la revista Iris de Paz.  Este veterano misionero claretiano tuvo una labor literaria relacionada con Guinea en la época colonial. Fue autor de una notable historia eclesiástica guineana en dos tomos: La iglesia en Guinea Ecuatorial (1968 y 1983). Publicó otras obras de historia eclesiástica como El vicario apostólico de Fernando Poo (1967) la biografía del catequista guineano José Si Esono Un santo en la selva (1967), un libro de texto Geografía e historia de la Guinea Ecuatorial (1969), una obra de teatro Héroes de la jungla (1955). Y la novela El último negrero (1954) que se incluye en el género de novela misionera en el que también podemos encontrar obras de otros claretianos como Francisco Onetti, Carlos E. Mesa o Augusto Olangua.

   El último negrero es una novela de estilo simplón que recuerda la literatura de kiosko.  Con mucha acción para resultar entretenida. Pero el padre Pujadas no intentaba escribir una novela para pasar a la historia de la literatura; su finalidad era claramente misionera y apostólica. Trató de escribir una novela que defendiera los valores que transmitían los misioneros. Por esto, el estilo y estructura tiene un valor secundario. El autor no fecha los hechos de su ficción, podemos entender que transcurre en la segunda mitad del siglo XIX, tras el viaje de Chacón,  por la importancia que tenía entonces Elobey en la Administración colonial española y por la existencia de barcos negreros.
El padre Pujadas en Basupú
(Foto tomada de la página web de los claretianos, fondo padre Canals)
    Se pueden apreciar dos planos narrativos.
   El padre Alonso es un  misionero que recorre el sur de Río Muni, la zona que entonces era española alrededor de Cabo San Juan y que se vinculaban a Elobey Grande donde residía la autoridad colonial. La novela es de 1954, la visión que se tenía entonces del colonialismo no es la de ahora; posiblemente tampoco la de la misión católica. Pero el misionero tenía un conocimiento directo de las costumbres indígenas. Y por otra parte, la persistencia del comercio de esclavos y la aparición de barcos negreros que aprovechaban la escasa vigilancia para hacer los cargamentos en connivencia con algunos jefes locales.
(Ilustración de Julio Giménez)
   Pujadas se atreve con un tema tabú en la historiografía y en la novela española de la época sobre Guinea: la esclavitud. En la novela, solo Manfredi en Tierra negra (1957) hace mención. Es cierto que los territorios españoles se adquirieron en 1777 con la finalidad de favorecer una estación en el viaje a Filipinas y para obtener esclavos para la América española. Pero, como los territorios quedaron abandonados, la autoridad española no hizo nada. Los gobiernos españoles prefirieron, o se vieron obligados, a conceder el monopolio del comercio de esclavos a compañías extranjeras desde el tratado de Utrecht. Cuando se volvieron a ocupar, la trata estaba prohibida y perseguida. No obstante, algunos españoles siguieron comerciando con seres humanos y aprovecharon el vacío de poder en Guinea para poner bases en Elobey o Corisco. Algunos traficantes catalanes y el famoso Pedro Blanco estuvieron por aquellas tierras. La Armada inglesa destruyó factorías negreras en Elobey, que estaba bajo soberanía española, y fue una de las causas que provocó las expediciones de Lerena (1843) y de Chacón (1858). Si los españoles no ocupaban las islas y ponían autoridad, otros países europeos iban a hacerlo. Y la autoridad debía perseguir la trata. Es difícil saber si los españoles de Guinea tenían medios suficientes y si se volcaron en la persecución de los traficantes. Oficialmente, Guinea quedó fuera de este comercio. Pero en la memoria de los guineanos están las historias de traficantes y de esclavos apresados en las tierras de los que hoy es la República de Guinea Ecuatorial.
   España había suscrito los tratados de prohibición de la trata y su persecución, pero la esclavitud seguía siendo legal en Cuba. Esto dio lugar a un tráfico que resultó muy provechoso para algunos. Se efectuaron algunas presas, pero siguieron llegando barcos con negros bozales (como se denominaba despectivamente en la época a los que todavía hablaban su lengua materna exclusivamente). La relación de Guinea en la época en que hubo ya autoridad española con el comercio humano –represión o tolerancia- es un asunto que todavía merece una investigación amplia.


   Por supuesto, el padre Pujadas opta por la visión de combate al traficante por parte de los misioneros y los militares españoles. No quiero decir que esto no sucediera así. Además añade un elemento redentor, en todos los sentidos, para los africanos que era el cristianismo. Es una novela ingenua, de clara intención ejemplarizante y con detalles interesante porque el misionero conocía bien el territorio del que hablaba y algunas de las costumbres de sus habitantes.


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