jueves, 23 de agosto de 2018

LAS NOVELAS DE TÁNGER (13): ÁNGEL VÁZQUEZ (y 2).


-         El cuarto de los niños (Planeta. Barcelona 1958. Páginas 183-285 del volumen No quiero quedarme solo de Vicente Carredano; Pre-Textos. Madrid 2008. 258 páginas).
-         El cuarto de los niños y otros cuentos (Pre-Textos. Valencia 2008. 258 páginas + 7 hojas. Edición de Virginia Trueba Mira. Con unas palabras de Emilio Sanz de Soto).
-         Se enciende y se apaga una luz (Planeta. Barcelona 1962. 294 páginas. 32 ediciones hasta el momento con distintas portadas y en distintas colecciones; Planeta. Col. Populares Planeta. Barcelona 1977. 220 páginas; Planeta-De Agostini; Barcelona 1998. 259 páginas. Varias ediciones).
-         Fiesta para una mujer sola (Planeta. Barcelona 1964. 301 páginas; Rey Lear. Madrid 2009. 252 páginas. Edición de Sonia García Soubriet).


Ángel Vázquez (foto de la Editorial Planeta en la contraportada)

   Ángel Vázquez no fue un autor muy fecundo tal vez por su falta de confianza en sí mismo. Pero su obra publicada no se limita a La vida perra de Juanita Narboni, aunque esta novela ensombrece –por su extraordinaria calidad- el resto de la producción. Publicó dos novelas más y un puñado de cuentos.



   El cuarto de los niños es una novela corta finalista del premio Sésamo de 1958. Se publicó, junto a la ganadora y a la otra finalista, en un libro en cuya portada solo se hacía mención a No quiero quedarme solo de Vicente Carredano. Domingo del Pino, en el prólogo al libro homenaje publicado por Alfar en Sevilla en 2011, señalaba que Vázquez publicó dos obras geniales: La vida perra de Juanita Narboni –en lo que hay un amplio acuerdo- y El cuarto de los niños por su elegancia, su sensibilidad y su ritmo narrativo. En El cuarto de los niños se describe el mundo según un niño, la relación con la madre y el estrecho universo que le rodea. Un ambiente y una visión propia del modo de entender la novela de Ángel Vázquez. Es una novela que se desarrolla en Tánger, pero la ciudad no es protagonista. Apenas se la menciona, solo por referencias indirectas.

   El cuarto de los niños ha tenido una edición reciente, debida a Virginia Trueba Mira,  y ya indispensable para conocer bien a Ángel Vázquez. En este libro se recopilan todos los cuentos publicados por el autor en varias revistas y un inédito (en realidad ya publicado por Domingo del Pino en su blog y en el libro homenaje).

   Se enciende y se apaga una luz ganó el premio planeta en 1962 y esto le facilitó un éxito de ventas que no tendría La vida perra de Juanita Narboni. Se convirtió en una novela popular y el gran número de ediciones que la Editorial Planeta –en sus diferentes colecciones- lanzó, hace que sea el libro más conocido de Ángel Vázquez. Ganó dinero que le sirvió para pagar deudas puesto que la vida bohemia, descuidada, ajena a lo cotidiano del autor le llevó a una existencia de saltos. Dice Rocío Rojas-Marcos en Tánger, segunda patria (2018) que es una novela-retrato. Vázquez analiza y despieza la sociedad tangerina que tan bien conoce. Como en toda la obra de Vázquez, su universo personal se impone en la narración. Parece que al autor le atraía, como Unamuno, el sentimiento trágico de la vida. El sufrimiento de la soledad, la incomprensión, la diferencia. Añade Rojas-Marcos: Parece que podemos rastrear a Vázquez por cada uno de sus párrafos. Deja su impronta en todos sus personajes, los carga de matices propios y marcados por temas capitales que lo obsesionaban, tales como la soledad, el paso del tiempo, la incomunicación, la infelicidad, el pesimismo existencial, la abulia o la ambigüedad sexual.





   












   Vuelve a escribir con la visión del niño del mundo incomprensible de los mayores, como en El cuarto de los niños. Es la mirada inocente que observa, y a veces juzga, las relaciones llenas de falsedad, hipocresía, tabúes y rechazos de los adultos. El niño que nunca dejó de ser el narrador y que aprovecha para retratar una sociedad de imposturas.

   Se enciende y se apaga una luz es una novela esencialmente tangerina porque, además de las situaciones universales que podría haber situado en cualquier otra parte, hay elementos fundamentales de la narración que no podrían suceder en una ciudad distinta. La sociedad internacional bien situada gracias a los negocios propiciados por el Estatuto, las relaciones estamentales entre las distintas razas y religiones, y el asumir esa diferencia estamental de sociedad como algo natural. Vázquez hace transcurrir la novela entre 1915 y 1958, con saltos en el tiempo que ayudan a entender la situación familiar. Es una novela muy ágil en la narración, con ritmo vivo a pesar de la sucesión de escenas familiares. La niña que asiste a las diferencias insalvables entre el padre y la madre, se va haciendo mayor. Su manera de entender los hechos ha cambiado. Las personas de su ámbito domésticos, familiares y criados, también. El narrador permanece neutral, no interfiere con comentarios el actuar de sus personajes. Son una creación convincente. Tiene mucha habilidad para componer diálogos creíbles,  diálogos muy bien construidos, que ayudan a fraguar su mundo en dos círculos concéntricos (familia y sociedad tangerina),  conectados pero cerrados, a veces asfixiantes, en los que los personajes más atractivos son los más inadaptados. Es un ambiente triste, de vidas sin relieve, de decadencia sin sobresaltos. No hay grandes tragedias sino pequeñas miserias y decaimiento que deja traslucir el pesimismo vital del autor.


   El éxito de Se enciende y se apaga una luz propició que la editorial encargara una nueva novela a Vázquez y así surgió Fiesta para una mujer sola (1964). Una novela de transición según Nathalie Sagnes Alem en Ángel Vázquez romancier (1999). Efectivamente, el autor ha establecido ya su manera de narrar aunque ahora lo hacer cronológicamente y sin saltos en el tiempo, pero no ha encontrado todavía el argumento y el personaje de su genial Juanita Narboni. En esta novela se van narrando paralelamente dos vidas, una mujer tangerina y un joven madrileño que va a trabajar a Tánger. Se ha producido ya la independencia, pero la ciudad conserva algo de su vieja etapa internacional. En su tiempo tuvo algo de novela maldita, que no fue censurada pero se dificultó la promoción. Es una novela sobre decadencia, como toda la obra de Vázquez, centrada en el final de la ciudad internacional. El tránsito de la etapa colonial a la independencia y la desaparición de unos habitantes que gozaron de privilegios y de un modo de vida extraordinarios. El final de los que Sanz de Soto llamó una ciudad de mentira. Muestra esta etapa tangerina mejor que cualquier otra novela porque no describe solo la historia de un personaje sino la de varios que se mezclan y cruzan. Paula es una mujer madura, tangerina, insatisfecha. Y Damián un joven madrileño que acude a trabajar a Tánger. Quizás no tenga el ritmo y la tensión de sus otras dos novelas. Tal vez el escribirla deprisa y sin una idea bien definida de antemano, le restó intensidad. Aunque trata temas como el adulterio o la homosexualidad, ya no es una novela escandalosa ni maldita. Lo peor de esta novela es compararla con las otras dos; es entonces cuando sale perdiendo.


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