BAIG BAÑOS, Aurelio: Antonio
Real y Real (Media peseta). Héroe fabulosos de la guerra de Melilla del año
1893 (Imprenta del Asilo de huérfanos del S. C. de Jesús. Madrid 1918. 96
páginas).
La guerra de 1893 en Melilla se originó por la construcción de un fuerte
en Sidi Guariach, lugar que los musulmanes consideraban sagrado por hallarse
una mezquita y un cementerio. Este incidente religioso se aprovechó por las
tribus fronterizas para plantear una nueva campaña contra los españoles que
expandían su territorio en virtud de lo tratado en la paz de Wad Ras de 1860.
La torpeza militar y política del general Margallo, entonces comandante de la
plaza, hizo que se engrandecieran los incidentes llegando a la categoría de
guerra. Esta situación pudo haber servido de aviso de lo que vendría
posteriormente: La hostilidad de los rifeños hacia la acción española, la falta
de espacio en Melilla para albergar tropas expedicionarias, el sistema injusto
de reservistas españoles que obligaba a acudir a la guerra sólo a los de una
provincia o región, algunas carencias de material y de mando…
Melilla. Fuerte de la Purísima Concepción (Sidi Guariach).
Esta campaña fue muy seguida por la prensa. La explosión de enviados
especiales de los distintos periódicos hizo que se siguiera a diario por los
españoles, a pesar de la censura militar. El periodista sustituyó al
entreguista de la guerra de 1860. Los diarios y revistas se habían desarrollado
mucho en España y la prensa era, como es lógico, la encargada de informar. Llegaron
a Melilla plumillas muy conocidos como
Boada (La Vanguardia de Barcelona), Hernández Mir (El Porvenir de
Sevilla), Nocedal (El Siglo Futuro de Madrid), Mínguez y Rodrigo Soriano
(El Liberal), Rancés (El Tiempo),
Gasset y Alhama (El Imparcial) Nouvilas y Muñoz Pérez (El
Globo), Aldodern (La
Correspondencia de España) Morote (La Ilustración Ibérica), etc.,
etc. Algunos publicaron luego libros en
los que compilaban o mejoraban las crónicas de primera hora. A los que hay que
añadir los análisis de otros especialistas. Esto ha facilitado mucho el
conocimiento de los hechos y es un episodio relatado ampliamente. Así, la campaña se puede leer en obras como: El conflicto de Melilla y la cuestión
hispano-marroquí (1893) de Odón de Buén, Melilla. Peligros. Desaciertos
de España. Urgente necesidad de remediarlos. Manera de hacerlo. Nociones de
política hispano-marroquí (1893) de Gonzalo de Reparaz, La cuestión de
Marruecos (1893) de Hernández Villaescusa, La cuestión de Melilla
(1894) de Rafael Torres Campos, Farrucos
y gallinas. Impresiones de un viaje a Melilla (1894) de Francisco Hernández
Mir, La campaña de Melilla (1894) de Ramón García-Rodrigo Nocedal, ¡Al
África, españoles! (1894) de Álvaro Carrillo, Melilla. Historia de la
campaña de África en 1893-1894 de Adolfo Llanos Alcaraz, Allende el
estrecho: Viajes por marruecos (1895) de José Boada y Romeu, Moros y cristianos (1895) de Rodrigo
Soriano, Crónica de la guerra del Rif (1895) de Rafael Guerrero, Los sucesos de Melilla del capitán
Martín, Sagasta, Melilla, Cuba
(1908) de Luis Morote hasta obras recientes como La guerra de Melilla
en 1893 (2008) de Agustín Ramón Rodríguez González.
Sin embargo, es una actuación que apenas se refleja en la ficción. Sólo
podemos citar una novela, la que nos ocupa debida a Aurelio Baig Baños
(1864-1935), un escritor conocido que tenía como especialidad Cervantes y el
Quijote, pero que también cultivó otros géneros y fue traductor. La novela
Antonio Real y Real (Media peseta) es el relato en primera persona de un
sargento fanfarrón y valiente pero un delincuente pendenciero que, entre otras cosas, estuvo en la guerra de
Melilla. En un ambiente picaresco de bajos fondos, el protagonista narra su
vida a una concurrencia tabernaria. Un hombre desafortunado que, para huir del
hambre y la penuria de la vida barcelonesa, elige la milicia. El autor nos
presenta la Melilla de burdeles y hampa, de negocios sucios y crimen. Entre la
basura relucirá, cuando llegue la ocasión, el heroísmo, desprendimiento y nobleza de
carácter de los desheredados que pueblan los cuartes, entre ellos el
protagonista. La ocasión es la guerra pero el novelista se olvida de ellas
salvo la referencia en el título y algunas frases del texto. La vida
prostibularia y tabernaria de Melilla no da detalles diferenciados y puede ser
cualquier otra ciudad española. Lo mismo ocurre con las descripciones de los
hechos delictivos y las acciones de los protagonistas. En definitiva, la guerra
de 1893 sigue siendo un campo virgen para la novelística.
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