DE ALARCÓN, Pedro Antonio:
Moros y cristianos y Los ojos negros. Narraciones inverosímiles (Los
Contemporáneos y Los Maestros nº 308. Madrid 20 de noviembre de 1914. 20
páginas. Ilustraciones de Juan Francés).
Pedro Antonio de Alarcón
Pedro Antonio de Alarcón es conocido, en su faceta africanista, por una
obra clave para comprender la guerra de 1859-1860, el Diario de un testigo
de la guerra de África. Cuando en la España de la época se vivió el
entusiasmo de la guerra contra el moro, Alarcón tuvo la idea aventurera (puede
que también oportunista) de asistir a la misma en calidad de cronista. Se valió
del apoyo del general Ros de Olano, que era uno de los jefes de la expedición y
que escribía versos y novelas, para poder acompañar al ejército en campaña. Fue
publicando unas entregas semanales que alcanzaron un éxito popular que ni el
autor, ni el editor (Gaspar y Roig) pudieron imaginar. La obra dio mucho dinero
a ambos y se reprodujo en incontables ediciones que se iniciaban con el prólogo
del general Ros de Olano. Alarcón fundó además, en la imprenta de campaña, el
primero diario marroquí: Diario de África. Cuyos ejemplares constituyen
una de esas raras joyas bibliográficas que se buscan con desesperación y se
sospecha que ya no existen.
Primera página de Diario de un testigo de la guerra de África.
Pedro Antonio de Alarcón era ya un escritor popular y de éxito. Había
nacido en Guadix en 1833 y moriría en Madrid en 1891. Como era práctica
habitual entre los literatos del su generación, se acercó al periodismo y la política desde
una postura republicana y revolucionaria moderada. Novelista fecundo con
títulos famosos como El clavo (1853), El escándalo (1875) o El
niño de la Bola (1880) y otras que se repetían en ediciones y que, años más
tarde, tuvieron versión cinematográfica. También publicó libros de viajes y narraciones
breves que reunió en Cuentos amatorios (1881), Historietas Nacionales
(1881) y Narraciones inverosímiles (1882). Es un escritor entretenido
que teje historias cuya intriga mantiene al lector en la tarea. Uno de los
precursores del género fantástico. De peor factura es su teatro.
A pesar de que su aventura africana le dio fama, dinero y experiencias,
no volvió a tocar el argumento marroquí salvo en algunas referencias a lo largo
de su extensa obra. Quizás la más importante es la novela breve Moros y
cristianos, que se publicó originariamente en la década de los 80 del siglo
XIX en sus Narraciones inverosímiles, pero que la colección Los
Contemporáneos rescató en su nº 308 de 1914. Alarcón retrotrae la acción al
pasado, como le gustaba, a 1821 en un pueblo alpujarreño donde todavía eran
visibles las huellas del pasado morisco en sus casas y sus habitantes.
Introduce, también como marca habitual del escritor, el elemento del misterio en
forma de tesoro oculto. Con cierto costumbrismo y sentido del humor, describe a
unos personajes bien definidos con muy pocas líneas como corresponde al estilo
del autor. Evidentemente son fechas
anteriores al colonialismo español en África pero, sin querer desvelar la
intriga, nos ofrece algunos detalles de Ceuta, Anyera y el camino a Tetuán que
conocía por su estancia en aquellas tierras en 1859. Hay un lapso de cuarenta
años, tal vez poco para notar diferencias dados el lugar y la época. Pocas
líneas, en fin, sobre lo que un siglo después sería el Marruecos español.
Ilustración de Juan Francés para Moros y Cristianos.
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