miércoles, 11 de septiembre de 2013

AVENTUREROS EN TÁNGER (1)

MARTÍNEZ-HIDALGO, José María: Niebla en el estrecho (Barcelona 1951. Editorial Juventud. 222 páginas).
VELA JIMÉNEZ, Manuel: Los dineros del diablo (Barcelona 1958. Editorial AHR. 231 páginas).
ONIEVA, Antonio J.: Un aventurero en Tánger (Madrid 1962. Ediciones EGO. Colección Volad de aventuras. 78 páginas).
MARCOS, Eduardo: Sujeto peligroso en Tánger (Barcelona 1958. Ediciones Domingo Savio. Colección Ardilla nº 80. 80 páginas).
   Tánger fue un experimento político, una situación extraña motivada por intereses geopolíticos. Al no querer las potencias que España, Francia o el Reino Unido tuvieran la llave completa de las dos orillas del Mediterráneo occidental, se acudió al expediente de crear una zona internacional en la que varios países compartían, de manera desigual, la administración siendo España y Francia las que se llevaron la mayor parte. Esta forma de soberanía compartida generó una legislación extraña, entre puerto franco y paraíso fiscal, que llamó a toda suerte de contrabandistas, aventureros, financieros de fortuna, espías, vividores o bohemios. De aquí surgió una vida económica fácil y rica, basada más en la especulación que en otra cosa. Y un ambiente de lujo producido por el flujo de divisas. Pero también atrajo al hampa de todo el mundo que pronto vieron las posibilidades de lucro que presentaba la ciudad. Esta situación social caracterizada por una gran tolerancia también atrajo a escritores de todo el mundo y por allí desfilaron Truman Capote, Tennesee Willians, Jean Genet, William Burroughs, Paul Bowles, Paul Morand, etc. Y el asunto novelesco también fue aprovechado, con mejor o peor fortuna, por algunos españoles. Entre ellos los que entendieron que se podía construir una historia de aventuras.
   El ambiente, personajes y situaciones que podían ser novelescas fueron aprovechados con desigual resultado. Algunas novelas se refieren a Tánger de pasada, como una manera de enriquecer el relato que transcurre por otros derroteros. Otras se centran de lleno en el universo de la ciudad. En general, como es norma en la novela colonial española, los resultados no son extraordinarios y sólo en algunos casos contados se puede entrever el reflejo de lo que fue la sociedad tangerina. No obstante, vamos a dar una repaso somero a lo que se escribió.
   Antonio J. Onieva (1886-1977) era un navarro dedicado a la enseñanza. Estudió magisterio y Derecho y ejerció de inspector de enseñanza primaria en Asturias. Su vocación literaria se traduce en un considerable número de libros sobre historia, biografías, ensayos y, al menos, cinco novelas. Fue el primer director de  La Voz de Asturias. Militó en el republicanismo reformista de Melquiades Álvarez pero en la Guerra Civil optó por el bando franquista. Un buen día, quizás por la atracción de los buenos sueldos, se fue al Protectorado de Marruecos y continuó allí su carrera administrativa, llevando asuntos relacionados con el turismo. Fue Director General de Prensa, Radio y Propaganda del protectorado. Es autor de una notable guía turística sobre la zona y de otros libros de viajes.

   De su paso por Marruecos, como a tantos otros con sensibilidad literaria, le quedó el gusto por escribir sus impresiones y le dio salida en forma de novela. Un aventurero en Tánger se publicó después de la independencia del país y trata de dibujar, con ironía, el ambiente de la ciudad donde todo era posible y donde todo se conseguía con buenas o malas artes. Aquí no prospera más que lo falso (página 52). La novela carece de una intriga atrayente, es más una sucesión de páginas en las que desfilan seres pintorescos y situaciones curiosas desde la lente del autor. Es una parábola de la mentira triunfante con moraleja.
   De curiosidad podemos calificar a la novelita Sujeto peligroso en Tánger de Eduardo Marcos (posiblemente un seudónimo nutricio de Luis Carandell). Se publicó en la colección Ardilla y eran lecturas de veinte minutos pero de popularidad entre los jóvenes, auspiciadas por los salesianos. Sólo una parte se desarrolla en la ciudad internacional, en una trama de lucha entre bandas mafiosas y con el contrabando de fondo.

   Hay dos novelas, en esta primera selección de aventuras tangerinas, de mayor entidad. Y mejor trazadas. José María Martínez Hidalgo (1913-2005) fue un marino –primero mercante y después militar- asturiano afincado en Barcelona donde dirigió el Museo Marítimo. Escribió algunos libros de asunto náutico alguno dedicado a Lepanto o las carabelas de Colón, diccionarios o enciclopedias marítimas. También se atrevió con la novela, aunque siempre ambientada en el mar, como la que nos ocupa o Farruquita (1953). Niebla en el estrecho conjuga la pasión náutica con el atrayente mundo del contrabando en el estrecho de Gibraltar. Es, ante todo, una esta novela marinera, un canto al hombre de mar y al barco de vela. Las referencias a Tánger son pocas, esporádicas y circunstanciales, por lo que no entra de lleno en la materia de este blog aunque merece la mención.

   Vela Jiménez fue escritor y periodista. A veces firmaba en El Noticiero Universal de Barcelona. De tendencia falangista, estaba próximo a Luys Santa Marina y se acercó a la novela en varias ocasiones. Los dineros del diablo es una novela casi negra sobre los bajos fondos tangerinos, el ambiente del contrabando y la lucha por la supervivencia de personajes de varia calaña llegados de cualquier parte del mundo que se juntan con los marroquíes atraídos por el dinero fácil que les proporcionaría comodidad y seguridad. Vela escribe con rapidez las distintas escenas. Le preocupa más describir un ambiente de corrupción que detenerse en aventuras y conflictos. Son más interesantes los personajes que la historia. La novela se lee bien, con facilidad, pero lo único verdaderamente original –al menos en la novela española de la época- era el escenario colonial. El tiempo transcurre entre las dos orillas, los arrabales de La Línea y las gentes de Gibraltar. La mala vida como camino hacia la buena vida. Los que no tienen nada que perder y se arriesgan. Tánger tiene muchos caminos. Todavía con valor, con ese valor tan simple de jugarte la vida a cara o cruz, puede hacerte rico (página 89). Es una novela de perdedores, de desarraigados que comprenden que también en el delito hay escalas y rangos pero a los que, al menos lo piensan con fatalismo, no les quedaba otro camino. Mejor novela que las otras citadas, sirve de muestra de un aspecto de la compleja sociedad tangerina de la etapa colonial.


No hay comentarios:

Publicar un comentario