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Una hoguera en la noche. (Revista Lecturas nº 26 y 27, 1923.
Ilustraciones de Longoria; Editorial Destino, colección Destinolibro. Barcelona
1980. 138 páginas).
- Cabrerizas Altas. (Editores Mexicanos Unidos. México D. F. 1965.
176 páginas de las que 90 corresponden a Cabrerizas Altas; Excelentísimo
Ayuntamiento. Melilla 1990. 201 páginas y cuaderno fotográfico. Introducción,
notas y edición de Vicente Moga Romero. Notas históricas de Francisco Saro
Gandarillas).
La existencia de Sender fue, al menos en sus primeros años, difícil y
trágica. Su visión del mundo, debida a la observación de la realidad de su
tierra aragonesa, se fue endureciendo al ser testigo de los dos hechos más
graves de la historia española del siglo XX: La guerra de Marruecos y la Guerra
Civil. En la primera de ellas, joven aún, conoció de primera mano el
sufrimiento inexplicable de los jóvenes reclutas que acudían al frente casi sin
instrucción y acababan en mataderos improvisados llamados posiciones,
campamentos o blocaos. En la segunda conoció la crueldad sin fundamento cuando
su mujer, católica convencida y practicante, fue torturada y asesinada a manos
de nacionales (entre los que se creía segura por su fe religiosa). A partir de
aquí, Sender se convirtió en un escritor brillante pero lleno de una amargura
que volcó en casi todas sus novelas. Injusticia, desesperanza, dolor…
Sender no fue testigo directo de los sucesos de 1921, que tan bien ha
relatado en Imán, pero sí que conoció directamente el desarrollo de la
campaña ya que llegó a Melilla como soldado de reemplazo en 1923. Fue destinado
al Regimiento de Ceriñola en el cuartel de Cabrerizas Altas. El soldado fue
ascendiendo hasta sargento, tal vez buscando una mejor paga y una mejora en su
vida cuartelaría. Fue destinado más tarde a los campamentos de la zona del Rif
oriental. Como periodista de raza, buscó la forma de colaborar en la prensa
local y fue publicando una serie de artículos pintorescos en El Telegrama del
Rif. Evidentemente, su condición militar no le permitía elaborar una crítica
feroz y, posiblemente, ni siquiera podría escribir sobre el desarrollo de la
campaña. Acabada su mili, Sender abandonó Melilla en 1924. Toda su vida marroquí
está muy bien narrada en el libro de Vicente Moga Romero El soldado
occidental. Ramón J. Sender en África (1923-1924) (Melilla 2004).
Las primeras aportaciones de Sender a la literatura colonial aparecen en
la revista Lecturas. Era ésta una publicación de las que gustaban en la
época, llena de relatos de escritores famosos o que hacían méritos para serlo.
Para añadir atractivo, se completaban con fotografías e ilustraciones. En
concreto, en esta revista publicó una novela breve –Una hoguera en la noche
(nº 26 y 27 julio y agosto de 1923)- y dos cuentos: Ben Yeb el cobarde (nº
52, septiembre de 1925) y El negro Tcho-Wak (nº 52, septiembre de 1926).
Una hoguera en la noche es
una novela de aprendizaje, Sender no está maduro aún como escritor ni el
contenido de esta obra tiene nada que ver con sus novelas posteriores.
Posiblemente fuera fruto de unas ideas orientalistas juveniles y, aunque cuando
la publicó ya había conocido el horror de la guerra marroquí, se dejó llevar
por sueños árabes. No debió gustarle mucho al autor el resultado y la novela
quedó en el olvido hasta la reedición en 1980, cuando la editorial Destino
decidió publicar su obra completa. Ésta la incluyó en la serie de las novelas
zodiacales pero antes el autor cambió varias escenas y el final para librarla
de parte de carga ingenua y pasada de moda. Las peripecias del teniente Ojeda
en el Marruecos irreal, entre los efectos del haschis y de una sensualidad
ideal, no tiene nada que ver con su novela Imán, que seguramente comenzó
a redactar (o, al menos, a tomar notas) al mismo tiempo o poco después. ¿Por
qué hay tanta diferencia entre una y otra si son contemporáneas? Seguramente
por el mera proceso de maduración del joven Sender. Como tantos otros
izquierdistas españoles, el asunto marroquí no tenía nada que ver con la
realidad española. No eran anticolonialistas, más bien lo contrario, hasta que
la guerra los dejó caer en la realidad. Sobre todo porque vieron que el coste
de las campañas lo soportaban las clases bajas que formaban las sucesivas levas
de reclutas. Sin embargo, la novedad del escenario, los personajes y el
ambiente llamaban la atención a los escritores que buscaban, como siempre ha
sido en la literatura, originalidad. Sender, en la edición de 1980, reconoce
que la novela la escribió en 1917 en Zaragoza. Esto no es posible porque en la
novela se hacen referencias, por ejemplo a La legión, que son claramente
posteriores. Pero es posible que tuviera escrito un borrador o apuntes sobre los
que trabajó después. Y esto explicaría su manera exotista tan opuesta al
realismo posterior de sus novelas españolas.
La novela va desde la evocación fantasiosa del oriente deseado a la
aventura emocional del militar colonia. A veces se ve algo del cafard del
solitario, a la manera de La novela de un spahi de Pierre Loti. En otras
vemos el muto de la sirena como lo plasmó Pierre Benoit en La castellana del
Líbano. En todo caso es una obra menor dentro de la importante producción
de Sender.
Ilustración de Longoria en la revista Lecturas
Cabrerizas altas es otro de los libros raros de Sender. Toma el
nombre del fuerte o campamento donde el escritor estuvo durante su servicio
militar en el Regimiento de Ceriñola. Se trata de otra novela corta que el
autor publicó en México en 1965, en un volumen con otros dos relatos: El
Tonatiu y Las rosas de Pasadena.
El relato quedó casi olvidado hasta que Vicente Moga Romero hizo una
edición en Melilla en 1990, en la que incluyó los artículos publicados por el
autor en El Telegrama del Rif. Creo que de
este cuento largo no ldebió quedar muy satisfecho el autor porque no le vió
entidad suficiente para que continuará siendo u n libro independiente y así lo
incluyó en las versiones más extensas de Crónicas del alba, aunque le
añadió unas páginas para conectarla con el resto de la obra y lo intercaló de
comentarios de Garcés, el personaje principal y alter ego de Sender en esa
serie de novelas. En estas
páginas Sender aprovecha para dar algunas pinceladas sobre su idea de la
literatura. Como es habitual, carga contra sus mayores, la generación
del 98, los remeda con gracia. Y escribe: Mucha gente confunde el estilo con
el amaneramiento. Lo que algunos académicos llaman voluntad de estilo es
afectación (ganas de impresionar con trucos y morisquetas). No consiste el
estilo en la voluntad de aparentar, sino en el conjunto de reacciones
interiores que ligadas a la fatalidad del ser se manifiestan en una forma de
expresión lo más espontánea posible. Toda una declaración de intenciones
literarias.
Vicente Moga escribe: Aunque parece inevitable la comparación entre
Cabrerizas Altas e Imán, dados los sustratos comunes de autoría, localización
temporal y espacial y contexto del relato, hay que decir que Imán no es sólo
una novela de la campaña de Marruecos, sino un tremendo alegato contra la
guerra y la miseria humana. Cabrerizas Altas no tiene la profundidad
ni la densidad de Imán, aunque beba en la misma fuente. Los autores de esta
etapa no son autores propiamente anticolonialistas porque no se plantean esa
cuestión política, sino que son profundamente antibelicistas. Su encuentro con
la trágica realidad, la guerra, les da materia suficiente para narrar y
expresar una visión humanística del problema.
Cabrerizas Altas
Cabrerizas Altas no es una novela de
guerra aunque esté siempre presente. Es la novela de los guerreros que resisten
en los cuarteles melillenses, los que llevan una vida de poco peso, casi
miserables como los personajes civiles que retrata habitando el barrio que
rodea el cuartel. Menesterosos, delincuentes, buscavidas y rastreros; todos en
el umbral del hambre, luchando por vencerla. Nadie en Cabrerizas esperaba
nada de la vida, realmente; decía el autor. Es el largo relato de un
moribundo, un desgraciado de los que Sender pintaba y a los que la vida nunca
les ofreció nada agradable. Sólo les salvaba el amor pero incluso en estos
menesteres la falta de dinero hace las cosas difíciles o imposibles. Los
personajes de Sender tienen marcada la tragedia en el destino, no tienen
redención.
Un descubrimiento este blog para mi, que soy nacida en Bata (Guinea Ecuatorial) y me interesan los asuntos referentes a ella.
ResponderEliminarSaludos y me hago seguidora y lectora de sus letras.