miércoles, 25 de junio de 2014

LAS NOVELAS DE LOS PIONEROS DE MELILLA: MELILLA LA CODICIADA de JUAN BERENGUER y LA HIJA DE MARTE de FRANCISCO CARCAÑO

BERENGUER: Juan: Melilla la codiciada: los buscadores del  pan. (Imprenta de Zoila Ascasíbar. Madrid 1930. 294 páginas. Portada de José María Burgos; Ciudad Autónoma. Melilla 1989 (2ª edición 1997. 255 páginas y cuadernillo fotográfico. Apunte biográfico de Aida y José Berenguer Díaz. Notas introductorias de Francisco Saro Gandarillas. Estudio preliminar y edición de Vicente Moga Romero).
CARCAÑO MÁS, Francisco: La hija de Marte (Renacimiento. Málaga 1930.311 páginas. Prólogo de José María Acosta; Biblioteca Pública. Melilla 1988. LXXXVIII + 298 páginas. Edición de Vicente Moga Romero y notas introductorias de Francisco Saro Gandarillas; La Biblioteca de Melilla. Ciudad Autónoma. Melilla 1997. 349 páginas. Edición de Vicente Moga Romero. Notas introductorias de Francisco Saro Gandarillas)
  Hay una épica colonial civil muy al gusto de determinados novelistas franceses en Argelia. Se trata de ensalzar el esfuerzo de los primeros colonos que llegaron a explotar las tierras o abrir pequeños comercios o industrias artesanales. Los novelistas consideran a éstos expatriados como el germen del desarrollo colonial, el sentido verdadero de la aventura colonial y el resumen de la puesta en valor del territorio. Claro ejemplo de estos son Les colons (1907) y Les algérianistes (1911) de Robert Randau, Le miracle de la race (1914) de Marius-Ary Leblond o  Le roman de la conquête (1930) de Louis Bertarnd. Pues bien, en las novelas que comentamos a continuación hay un espíritu parecido aunque no profundizan mucho en este sentimiento.




   









   Juan Berenguer Rodríguez fue un maestro y periodista nacido en Córdoba en 1899 y muerto en Badajoz en 1936. Había estudiado Magisterio en la ciudad extremeña y allí publicó Flores Perversas (1919). Pero se dedicó al periodismo en Melilla –a donde llegó como tantos otros para hacer el servicio militar-, Madrid o Badajoz. Más tarde una crónica de la guerra: El camino de Alhucemas (Melilla 1923).   Su sensibilidad social le llevó a publicar El ejército es el pueblo, nuestras glorias por los campos de África (Melilla 1925?). Al iniciarse la guerra civil, fue apresado en Sevilla, donde ejercía de maestro, y fusilado. Una muerte absurda de las tantas que hubo. No había militado en ningún partido, y a pesar de sus simpatías izquierdistas, tampoco tuvo una especial significación en el conflicto. En 1930 publicó Melilla la codiciada, un fresco de la ciudad en 1921, en plena campaña guerrera que culminaría con la rota de Annual, la época en la que la ciudad hispanoafricana seguí su expansión iniciada en 1909. Allí llegaban los buscadores del pan, gente de toda ralea que trataban de ganarse la vida según su criterio, unos honrados y otros no. Y llegaban algunos padres que buscaban a los hijos desaparecidos en el frente. Este panorama da una imagen de primera mano y bastante cercana a la realidad de lo que fue la vida en la localidad.


   En la novela se refiere a los dos caminos. La vida de los esforzados y honrados trabajadores que ven culminada con éxito la empresa y el mundo sucio de los vividores, de la corrupción y el ventajismo que parece imponerse sobre los otros. La moraleja del autor está clara y la crítica a la España que permití injusticias sin fin también. La novela es desigual, las diferentes intrigas se mezclan con desigual fortuna. Algunos personajes aparecen muy bien dibujados, otros sólo son bocetos. Nos falta también conocer las claves de algunos de esos personajes y de alguna de las situaciones que, sin duda, están basadas más o menos aproximadas en hechos que sucedieron.


   Francisco Carcaño Mas fue un militar nacido en Torrevieja en 1886 y muerto al empezar la Guerra Civil en Mahón a manos de los republicanos. Durante algún tiempo, como correspondía a los militares de la época, tuvo destino en Marruecos y conoció la ciudad de Melilla tanto por su profesión y destino como por ser la ciudad de residencia familiar. Le gustaba escribir y colaboraba en El Telegrama del Rif, además de publicar algún ensayo colonialista como Labor civilizadora de España en Marruecos: medios de fomentar el turismo en las poblaciones del norte de África (Melilla 1929). Las crónicas Melilla: Rifeñerías (1920) y Las plazas menores de África (1921). Y obras de ficción de modesta calidad literaria tales como las novelas cortas Hieles heroicas e Intacta (ambas de Melilla 1926) o la comedia Proyectos de bodas (Melilla 1928) y, sobre todo, la novela La hija de Marte (Málaga 1930). Ésta última no es una gran novela, se trata más bien de apuntes costumbristas sobre la ciudad que se expandía y albergaba a gentes de aluvión, singulares, diversas. Un relato ensimismado en el que el protagonista discurre con monotonía y cotidianeidad hasta un exagerado secuestro que pone esta novela en relación con los exotistas del siglo XIX. Las notas sobre la vida en la ciudad, que no son muchas, es lo más interesante ya que los personajes son estereotipos dibujados con poca profundidad.
Francisco Carcaño Más
   Ambas novelas tuvieron ediciones en los años ochenta y noventa del siglo XX en Melilla con nuevas aportaciones de Moga Romero y Saro Gandarillas que son autores solventes y garantizados tratándose de historia de la ciudad.







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