VEGA MONTOYA, Juan:
Último verano en
Tánger (Editorial Club Universitario.
Alicante 1999. 257 páginas + 2 hojas).
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Cuentos de Tánger (Les Editions du Paquebot. Paris-Murcia
2011. 127 páginas. Ilustraciones de Antonio Guerrero “Pinín”. Introducción de
José Manuel Goñi Pérez. Prólogo de Sonia García Soubriet).
El último verano en Tánger es
un episodio del apéndice casi colonial de la ciudad, tras la independencia
y mientras estuvo vigente el Estatuto Real hasta el verano de 1959. Fue un
breve paréntesis en el que la ciudad conservó algunos privilegios fiscales y
administrativos. Gran parte de la población europea permaneció en la ciudad y
siguió viviendo con algunos de los privilegios de siempre. En este momento
final de la situación, Vega sitúa a unos personajes que resumen todas las
nostalgias alegres de un viejo tangerino. Escribe de un Tánger real, alejado de
ese otro fantaseado que aparece en la decoración de muchas novelas actuales.
Podrían ser las aventuras de un grupo de jóvenes en cualquier ciudad española
si no fuera porque el ambiente distinto de la ciudad lo impregna todo, hasta lo
más sencillo y cotidiano. No es una novela de argumento elaborado, no tiene
mayor intriga que el recuerdo del escritor, pero en esos hechos habituales está
la esencia de un modo de vivir.
El argumento es
sencillo como la personalidad de sus protagonistas. Un grupo de jóvenes
tangerinos-españoles viven un verano de actividades corrientes, diversión,
iniciación, apertura a la vida. Viven en un lugar idóneo para la libertad de la
que carecerían en España, con una sociedad plural y rica en matices. Pero en el
ambiente está el final de una época, de un modo de organización política y
social que ya no se repetirá. El final de un modesto paraíso. Esto sirve para
desgranar los recuerdos vividos y dar una visión del Tánger real de esta
comunidad hispana expatriada. Las historias de los protagonistas se salpican
con imágenes de lo que fue la ciudad internacional, escenas costumbristas,
episodios singulares. Antonio Pau escribe en su libro Tánger entonces (Granada 2017) sobre quienes conocieron el Tánger
internacional: hayamos tenido a lo largo
de nuestras vidas la sensación de haber vivido en una ciudad irreal. Zoubeir
Ben Bouchta ha escrito: “Tánger no es una ciudad sino un espíritu y ese
espíritu de Tánger habita en mí; y por eso Tánger es mío, lo vivo segundo a
segundo, momento a momento, día a día, mes a mes, año a año; y ese Tánger lo
busco por todas partes entre lo irreal”… Pero aquella es una ciudad
irrepetible, y los que la vivimos somos conscientes de pertenecer a una especie
a extinguir, y quizás por eso todos tratamos de contar cómo fue y cuánta
felicidad sentimos en ella (página 104).
Después de habernos
dejado un buen sabor de boca con la novela, Vega publicó una colección de
cuentos en un libro muy cuidado con excelentes dibujos de otro tangerino,
Pinín. Se publicó también una edición en francés.Volvemos al Tánger normal que es el Tánger vivido. El autor asistió a
una cita con la memoria amable que es el poso que los hechos pasados dejan en
el recuerdo de las personas y, en este caso, el recuerdo en la ciudad de la
infancia y la adolescencia. Vega nació
en Utrera en 1932 pero llegó a Tánger con cuatro años, donde residió hasta
1973. Volvió veintidós años después y escribió: Volver a Tánger es para mí como un renacer, una peregrinación, una
fuente de juventud. Allí me encuentro con los amigos que se han ido y a los que
desgraciadamente ya no volveré a ver. Pero en mi vuelta al pasado, al torcer
una esquina, a lo largo de un paseo o en la terraza de un café, los veo de
nuevo, les abrazo y charlo con ellos. Nos contamos cosas. Por supuesto, cosas
de Tánger… (Cuentos, páginas
119-120). Esa facilidad evocadora y transmisora del ambiente de una ciudad,
hace que incluso los que no las vivimos sintamos nostalgia. Señala José Manuel
Goñi, en el prólogo, que los cuentos son
un juego con el tiempo y el sinsabor de la pérdida del “locus mater”.
Efectivamente es un
repaso al territorio de la infancia, a la época feliz de la vida, al paraíso
perdido que se tocaba con las manos. Once cuentos dedicados a once personajes
que, seguramente, los tangerinos de cierta edad podrán reconocer en alguno o
algunos de los que vivieron la ciudad internacional y su epílogo marcado por el
Estatuto Real. Once historias de todas las clases que, en su unión, representan
a la ciudad porque están representadas las clases sociales, las religiones y
los modos de vida.
Boulevard Pasteur de Tánger
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