PASTOR,
Marc: BIOKO. Editorial Planeta. Barcelona 2013. 475 páginas.
Traducido del catalán por Josep Escarré. Ilustraciones de Oriol Malet.
Marc Pastor aprovecha los escenarios de Río
de Oro, al principio de la novela, y de Fernando Poo para trazar una historia
llena de aventuras, crímenes, intriga y sucesos encadenados que buscan mantener
la atención del lector sin decaimiento. El ritmo de los episodios que cuenta se
mantiene constante y atrapa la atención. A veces usa para ello recursos que no
corresponden al valor de su escritura, como los párrafos muy breves de una o
dos frases que eran propios de los novelistas populares que cobraran por
páginas. El autor es soberano en sus escritos y puede hacer lo que quiera. Sólo
responde ante los lectores. Por tanto es libre de narrar cualquier hecho real o
imaginario, de manera objetiva o tomando partido, y situarlo en el sitio que le
plazca. Y puede, como es el caso, introducir anacronismos, desfigurar la
realidad y forzar el argumento con viajes en el tiempo y matanzas horribles que
no se corresponden con la realidad histórica. El autor no pretende escribir una
novela histórica ni recrear la vida colonial
a finales del siglo XIX en Bioko, aunque entonces no la llamaban ni los
autóctonos. Y en este blog pretendemos comentar las huellas de las colonias
españolas en África en la novela. Dejando al margen las cualidades literarias,
se pueden señalar algunos aspectos puramente coloniales.
El ambiente guineano de finales del siglo
XIX es muy atractivo para el novelista que busca originalidad, al menos en el
escenario y en las relaciones humanas que allí se desarrollaban. Pastor lo sabe
y aprovecha la incipiente colonización de la ciudad de Santa Isabel (hoy
Malabo) en 1887. Habla de una colonia penitenciaria que nunca existió, sólo fue
un proyecto. Pero no aparecen presidiarios en el relato sino infantes de marina
de las compañías que se destacaron allí como guarnición. No es un autor al que
le gusten las descripciones, sino la acción, pero sí que desarrolla escenas en
lo que pudo ser la vida de la época en tabernas, cuarteles y plantaciones. Como
he dicho, no pretende una reconstrucción detallada y precisa y, por lo tanto,
no puede leerse el libro creyendo que lo descrito correspondía a lo real. Por otra
parte, no hay tampoco muchas fuentes contemporáneas en las que la vida
cotidiana en Fernando Poo quede reflejada exhaustivamente. El narrador debe reconstruir mediante
indicios y señales indirectas. Es poco probable que esa época existieran
comunidades fang en la isla y exagera la presencia británica. Por otro lado
presenta a los personajes españoles, militares y funcionarios, toscamente
tratados como si todos fueran bobos o malos, o las dos cosas, cayendo en la
caricatura. La realidad no era así, en
las colonias, como en todas partes, había de todo: buenos, malos y regulares.
Aunque siempre existiera un racismo latente consecuencia de la superioridad que
el blanco se atribuía sobre el indígena. Su personaje Moisés Corvo, un hombre
acostumbrado a que la vida lo trate mal, resulta un antihéroe violento pero que
guarda una nobleza de la que carecen sus semejantes en la ficción.
Novela que recrea una fantasiosa Fernando
Poo, muy atractiva para el lector que busca intrigas y acciones que mantenga la
tensión., pero que no busca la descripción histórica de la vida colonial.
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