DELIBES,
Miguel: Las guerras de
nuestros antepasados (Editorial
Destino. Colección Áncora y Delfín. Barcelona 1975. 296 páginas; Editorial
destino. Colección Destinolibro. Barcelona 1983. 296 páginas; Editorial Nauta.
Barcelona 1988. 296 páginas; Círculo de Lectores. Barcelona 1991. 316 páginas;
Editorial Planeta-D’Agostini. Biblioteca Miguel Delibes. Barcelona 2002. 296
páginas; Editorial Planeta. Barcelona 2003. 319 páginas; Booket. Barcelona
2005. 296 páginas).
ESCRIBANO,
Enrique: España dentro de unos años
(Imprenta Mercantil. Barcelona 1925. 258 páginas y 1 hoja).
CORTADA,
Pedro: Rictus de amargura
(Prefacio de María Luz Morales. Epílogo de Eduardo Marquina. S. e. Barcelona
1935. 319 páginas).
CIMORRA,
Clemente: Cuatro en la piel de toro
(Editorial Helios. Buenos Aires 1962. 472 páginas).
COBO,
Fernando: Todo por la patria
(Editorial Diógenes. México 1972. 291 páginas).
RIVERA
LLÁCER, Ricardo: Héroes de
cristal (Editorial Club Universitario. Alicante 2008. 473 páginas y 2
hojas).
Miguel Delibes publicó en 1975 la novela La
guerra de nuestros antepasados que quizás no sea de las mejores de su
novelística pero que alcanzó varias ediciones en las distintas colecciones y
fue traducida a varios idiomas. Tuvo su versión teatral (publicada en 1990, lo
que no era extraño en una novela dialogada. En ella resume la situación de las
familias españolas hasta la Guerra Civil en clave psicológica. Todas las
generaciones habían participado en alguna guerra, bien fuera la
napoleónica, americana, las carlistas o
las de África hasta concluir en la Civil. Esta situación es aprovechada por
algunos novelistas para relatar sagas familiares en las que algunos de los
miembros van pasando por una u otra contienda y dejan noticia de hechos y
padecimientos. No es extraño que algunas de estas novelas se basen en la
memoria familiar de los autores. Esta novela sirve de ejemplo para describir el
argumento de algunas novelas españolas
que recorren las guerras nacionales pasando por la africana.
Enrique Escribano escribió un raro libro
mezcla de ficción, historia, artículos periodísticos y pronósticos políticos.
Era el autor uno de esos españoles pesimistas que pensaron que la salida a la
crisis nacional pasaba por el golpe de Primo de Rivera. Y se centró en el tema
de su conocimiento, las posesiones africanas. Había publicado un vocabulario
español-árabe y algunos libros y mapas sobre Marruecos. Hace una proyección,
basándose en un personaje de 1923, de lo que sería la vida colonial unos años
después. Tan imaginativo como exagerado. El autor salta de Guinea a Ifni y
Marruecos y, como buen colonialista convencido, ve las posibilidades morales y
económicas de la empresa.
Pedro Cortada era un obrero tipográfico
barcelonés que decidió en 1935 publicar su primera y última novela para dar su
visión personal del inicio del siglo XX. La novela es, ante todo, un relato de
la vida barcelonesa, posiblemente recuerdos del autor. Pero esos años españoles
no se pueden contar sin referencias al África sangrienta. Y Cortada nos
traslada a escenarios marroquíes y saharianos a partir de la página 228 y hasta
la 258 para contarnos las desventuras de
un español cautivo en 1921. La curiosidad del episodio es que el autor da por
buena la vieja leyenda de que hubo prisioneros españoles que acabaron en el
Sahara, desaparecidos, y uno de ellos logró escapar para contar sus peripecias
en la novela de Cortada.
Clemente Cimorra, nacido en 1900 en Oviedo,
tuvo que exiliarse a Argentina tras la Guerra Civil y murió en Buenos Aires
1958. Recojo sus datos biográficos del blog Correo.com de Francisco Arias
Solís. Fue redactor de Mundo Obrero y sus crónicas de la guerra se recogieron
en dos volúmenes: España en las trincheras y Héroes del Pirineo
español. En Buenos Aires trabajó de periodista y tuvo cierta actividad
política entre los exiliados. Autor de dramas, ensayos y novelas. La novela 4
en la piel de toro, es un dibujo del principio del siglo XX en España a
través de cuatro jóvenes. La parte que corresponde a Marruecos es tal vez la
menos política del libro y resalta las aventuras juveniles de unos muchachos obligados,
como tantos otros, al sufrimiento de la guerra.
Fernando Cobo es quizás el más crítico de
todos estos autores. La novela tuvo que ser editada en México, en pleno
franquismo, porque no hubiera pasado la censura española. La acción discurre
desde las guerras de Cuba y filipinas hasta la Guerra Civil, pasando como es
natural por las de África. Estas historias le sirven al autor para contraponer
dos visiones de España, una representada por militares rancios y anacrónicos y
otra por jóvenes dispuestos al cambio. En el interior de la contraportada
Fernando Cobo escribe: Todo el libro es un impulso. No sé escribir, sé decir
el sentimiento y la emoción del amor, del odio… Es un libro que flagela, que
hiere. Ofenderá a muchos españoles, quizá a todos, pero, incluyéndome en esos
todos, tengo que gritar: ¡Imbéciles! Porque no hemos sabido nunca ser una
nación, y nos hemos visto enfrentados y divididos por el juego de unas castas a
quienes conviene mantener su hegemonía explotando la lucha de los que nada
tienen contra los que tienen, pero poco, para que ellas, los que tienen mucho,
vivan bien. Repito: ¡Imbéciles! Es la novela de un exiliado, llena de
críticas no disimuladas al estamento militar que representaba Franco, entonces
en el poder. No le importaba tanto la fidelidad a la historia como la intención
política.
Rivera
Llácer nos habla de los Montenegro. Según se deduce de sus palabras
introductorias, hay algo o mucho de su propia familia en ellos. La milicia era
una salida aceptable para los hijos de familias campesinas con pocas
posibilidades de prosperar en la España rural. En el Ejército tenían una
profesión y posibilidades de mejora. Pero eran tiempos difíciles y la guerra
era una certeza. La novela comienza en los días de Igueriben y va
desarrollándose hasta 1936. Tiene una larga secuencia de episodios históricos y
de la convulsa política de la época que llevó a la Guerra Civil. La parte que
nos interesa, la que se desarrolla en marruecos, es un relato detallado de la
caída de la posición de Igueriben. Es difícil escribir ya con originalidad
sobre los acontecimientos que acabaron en la rota de Annual y el derrumbamiento
de la Comandancia de Melilla. Se puede volver a hacerlo, pero es un tema casi agotado.
Habría que buscar una originalidad, una manera nueva de contar. Pero no se
puede juzgar el resultado de esta novela sólo por las pocas páginas dedicadas a
Marruecos.
Al tratarse de visiones familiares, casi
todo ellos ponen el acento en el sufrimiento individual y familiar, en el
sacrificio desigual de unos españoles frente a otros, en el dolor de las
personas y no en la visión de gesta militar de algunos escritores ilusionados
con la patria.
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