viernes, 18 de octubre de 2013

GUERRA DE MARRUECOS Y SAGAS FAMILIARES

DELIBES, Miguel: Las guerras de nuestros antepasados (Editorial Destino. Colección Áncora y Delfín. Barcelona 1975. 296 páginas; Editorial destino. Colección Destinolibro. Barcelona 1983. 296 páginas; Editorial Nauta. Barcelona 1988. 296 páginas; Círculo de Lectores. Barcelona 1991. 316 páginas; Editorial Planeta-D’Agostini. Biblioteca Miguel Delibes. Barcelona 2002. 296 páginas; Editorial Planeta. Barcelona 2003. 319 páginas; Booket. Barcelona 2005. 296 páginas).
ESCRIBANO, Enrique: España dentro de unos años (Imprenta Mercantil. Barcelona 1925. 258 páginas y 1 hoja).
CORTADA, Pedro: Rictus de amargura (Prefacio de María Luz Morales. Epílogo de Eduardo Marquina. S. e. Barcelona 1935. 319 páginas).
CIMORRA, Clemente: Cuatro en la piel de toro (Editorial Helios. Buenos Aires 1962. 472 páginas).
COBO, Fernando: Todo por la patria (Editorial Diógenes. México 1972. 291 páginas).
RIVERA LLÁCER, Ricardo: Héroes de cristal (Editorial Club Universitario. Alicante 2008. 473 páginas y 2 hojas).

   Miguel Delibes publicó en 1975 la novela La guerra de nuestros antepasados que quizás no sea de las mejores de su novelística pero que alcanzó varias ediciones en las distintas colecciones y fue traducida a varios idiomas. Tuvo su versión teatral (publicada en 1990, lo que no era extraño en una novela dialogada. En ella resume la situación de las familias españolas hasta la Guerra Civil en clave psicológica. Todas las generaciones habían participado en alguna guerra, bien fuera la napoleónica,  americana, las carlistas o las de África hasta concluir en la Civil. Esta situación es aprovechada por algunos novelistas para relatar sagas familiares en las que algunos de los miembros van pasando por una u otra contienda y dejan noticia de hechos y padecimientos. No es extraño que algunas de estas novelas se basen en la memoria familiar de los autores. Esta novela sirve de ejemplo para describir el argumento  de algunas novelas españolas que recorren las guerras nacionales pasando por la africana.
                             




   Enrique Escribano escribió un raro libro mezcla de ficción, historia, artículos periodísticos y pronósticos políticos. Era el autor uno de esos españoles pesimistas que pensaron que la salida a la crisis nacional pasaba por el golpe de Primo de Rivera. Y se centró en el tema de su conocimiento, las posesiones africanas. Había publicado un vocabulario español-árabe y algunos libros y mapas sobre Marruecos. Hace una proyección, basándose en un personaje de 1923, de lo que sería la vida colonial unos años después. Tan imaginativo como exagerado. El autor salta de Guinea a Ifni y Marruecos y, como buen colonialista convencido, ve las posibilidades morales y económicas de la empresa.

   Pedro Cortada era un obrero tipográfico barcelonés que decidió en 1935 publicar su primera y última novela para dar su visión personal del inicio del siglo XX. La novela es, ante todo, un relato de la vida barcelonesa, posiblemente recuerdos del autor. Pero esos años españoles no se pueden contar sin referencias al África sangrienta. Y Cortada nos traslada a escenarios marroquíes y saharianos a partir de la página 228 y hasta la 258  para contarnos las desventuras de un español cautivo en 1921. La curiosidad del episodio es que el autor da por buena la vieja leyenda de que hubo prisioneros españoles que acabaron en el Sahara, desaparecidos, y uno de ellos logró escapar para contar sus peripecias en la novela de Cortada.

   Clemente Cimorra, nacido en 1900 en Oviedo, tuvo que exiliarse a Argentina tras la Guerra Civil y murió en Buenos Aires 1958. Recojo sus datos biográficos del blog Correo.com de Francisco Arias Solís. Fue redactor de Mundo Obrero y sus crónicas de la guerra se recogieron en dos volúmenes: España en las trincheras y Héroes del Pirineo español. En Buenos Aires trabajó de periodista y tuvo cierta actividad política entre los exiliados. Autor de dramas, ensayos y novelas. La novela 4 en la piel de toro, es un dibujo del principio del siglo XX en España a través de cuatro jóvenes. La parte que corresponde a Marruecos es tal vez la menos política del libro y resalta las aventuras juveniles de unos muchachos obligados, como tantos otros, al sufrimiento de la guerra.

    Fernando Cobo es quizás el más crítico de todos estos autores. La novela tuvo que ser editada en México, en pleno franquismo, porque no hubiera pasado la censura española. La acción discurre desde las guerras de Cuba y filipinas hasta la Guerra Civil, pasando como es natural por las de África. Estas historias le sirven al autor para contraponer dos visiones de España, una representada por militares rancios y anacrónicos y otra por jóvenes dispuestos al cambio. En el interior de la contraportada Fernando Cobo escribe: Todo el libro es un impulso. No sé escribir, sé decir el sentimiento y la emoción del amor, del odio… Es un libro que flagela, que hiere. Ofenderá a muchos españoles, quizá a todos, pero, incluyéndome en esos todos, tengo que gritar: ¡Imbéciles! Porque no hemos sabido nunca ser una nación, y nos hemos visto enfrentados y divididos por el juego de unas castas a quienes conviene mantener su hegemonía explotando la lucha de los que nada tienen contra los que tienen, pero poco, para que ellas, los que tienen mucho, vivan bien. Repito: ¡Imbéciles! Es la novela de un exiliado, llena de críticas no disimuladas al estamento militar que representaba Franco, entonces en el poder. No le importaba tanto la fidelidad a la historia como la intención política.

   Rivera Llácer nos habla de los Montenegro. Según se deduce de sus palabras introductorias, hay algo o mucho de su propia familia en ellos. La milicia era una salida aceptable para los hijos de familias campesinas con pocas posibilidades de prosperar en la España rural. En el Ejército tenían una profesión y posibilidades de mejora. Pero eran tiempos difíciles y la guerra era una certeza. La novela comienza en los días de Igueriben y va desarrollándose hasta 1936. Tiene una larga secuencia de episodios históricos y de la convulsa política de la época que llevó a la Guerra Civil. La parte que nos interesa, la que se desarrolla en marruecos, es un relato detallado de la caída de la posición de Igueriben. Es difícil escribir ya con originalidad sobre los acontecimientos que acabaron en la rota de Annual y el derrumbamiento de la Comandancia de Melilla. Se puede volver a hacerlo, pero es un tema casi agotado. Habría que buscar una originalidad, una manera nueva de contar. Pero no se puede juzgar el resultado de esta novela sólo por las pocas páginas dedicadas a Marruecos.


   Al tratarse de visiones familiares, casi todo ellos ponen el acento en el sufrimiento individual y familiar, en el sacrificio desigual de unos españoles frente a otros, en el dolor de las personas y no en la visión de gesta militar de algunos escritores ilusionados con la patria. 

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