jueves, 3 de octubre de 2013

MELILLA EN LA NOVELA EXTRANJERA

GRALL, Xavier: Cantique à Mélilla. (Calmann-Lévy. Paris 1964. 245 páginas; Terre de Brume, 2011. 140 páginas y 2 hojas. Prefacio de Pierre Tanguy).
KRANZ, Herbert: Die nacht des verrats: Abenteuer in Marokko (Herder. Friburgo 1957. 209 páginas. Muchas ediciones posteriores)
   Grall (1930-1981) es un escritor raro dentro de la literatura francesa. Nacido en Bretaña y muy vinculado a su tierra, murió joven y sus obras siguen reeditándose desde sus primeras ediciones. Era un aceptable poeta que llenaba de lirismo las novelas, periodista vinculado a La Vie Catholique Illustrée donde firmaba como Saint-Herbot u Olivier, pero también colaboró con otros periódico y revistas como Le Monde. Desde 1958 hasta su muerte publicó novelas, ensayos y poemarios. Fue a cumplir su servicio militar a Marruecos (mayo 1953-septiembre 1954) y quedó fascinado por el país. Pero su visión exotista (amable, partidario de la convivencia y el sentimiento de ayuda desinteresada) se truncó cuando –reservista- es llamado para la guerra de Argelia. Esta trayectoria de la ilusión a la amargura la recogió en sus libros La génération du Djebel  y Africa blues, ambas publicadas en 1962, y Cantiques à Mélilla de 1964. Las dos últimas han sido recientemente reeditadas por la editorial Terre de Brume, dedicada a la literatura de Bretaña.
Xavier Grall
   Grall elabora sus recuerdos románticos de Marruecos y los trágicos de Argelia, aunque sin referencias históricas reales. La nostalgia colonial, trufada de melancolía y cafard como ya se veían en algunas novelas de Pierre Loti, degenera tras la violencia política independentista. El deseo de emancipación tal vez confundió el camino y llevó a la guerra y el terrorismo. A veces se confunden los deseos de libertad de un pueblo con el ansia de poder de sus dirigentes y el coste de la aventura es superior al previsto. El terrorismo de los opuestos a la independencia está en la base de este relato que, lejos de discurrir por caminos políticos, se vuelve intimista. Es posible que Grall, como tantos otros, se viera defraudado por unos y otros, superado por la situación creada y muy pesimista respecto a la solución y al futuro. Pero entiende que las verdaderas soluciones están en el interior de cada persona. El amor, tardío, desacostumbrado, común, supone la rehabilitación del asesino.





   ¿Qué pinta Melilla en un relato de franceses en Marruecos? El hombre herido, fracasado, perseguido para ser muerto, sueña como último recurso el sitio ideal donde descansar, protegerse y vivir en paz. El personaje se imagina que ese lugar es la Melilla española en el África hostil. Melilla hospitalaria, amistosa, protectora como una mujer madura de duras y buenas carnes, palpitante de deseo y maternidad, la mujer culpable, dominadora, instintiva, terrenal, de la gleba, carnal, la mujer milagrosa que nos libera a pesar de su falta, de su pecado. El personaje atormentado sueña con una única salida posible y es una ciudad española en África, desconocida pero idealizada, donde descansar y vivir la vida feliz porque la felicidad casi siempre está en otra parte. Grall escribe una literatura que hoy no vendería, que tendría incluso serias dificultades para publicar. En su novela se impone el sentimiento, la introspección psicológica, el estado de ánimo. No hay aventuras, tesoros ocultos, amores románticos ni seres extraordinarios.

   Melilla ha sido escenario de escenas, aunque no de novelas completas, de relatos muy populares en su época. Así, uno de los reyes de la novela de aventuras popular, Ernest G. Hornung, creador de Raffles el rey de los ladrones que fueron traducidas al español en la primera década del siglo XX y que vivieron varias ediciones (las últimas que conozco las publicó Valdemar en 1994). Raffles era Lord Lister, un ladrón de guante blanco que iba por el mundo de episodio en episodio y que llegó a las costas del Rif en la novela titulada El tesoro de El Roghi. La acción pasa por la ciudad de Melilla pero con poca coincidencia con la realidad. También Salgari hace alguna pequeña referencia a Melilla en Los bandidos del Rif (1911).
   Más curiosidad me despierta la novela del alemán Herbert Kranz La noche de la traición (1957). Es un autor de libros de aventuras muy leídos por los jóvenes, en la línea de Karl May. Alguna de sus novelas ha sido traducida al español como En las garras del sin nombre (1956), Perdidos en la selva virgen (1957) y La muerte acecha en el cañón de los esqueletos (1957). Aunque nunca se tradujo esta novela situada en el Rif español y que, curiosamente, en la edición francesa se titula Traición en Melilla ( Trahison à Melilla, Editions Alsatia 1968). Kranz practica la novela de aventuras juvenil. Un escenario exótico, unos personajes pintorescos para el occidental y una historia que participa de la realidad del ambiente y de la fantasía del autor.  Tiene una serie de novelas protagonizadas por Los justicieros del globo, una pandilla de benefactores de la humanidad que actúan por altruismo. En esta ocasión aparecen en el marruecos español en plena rebelión de El Roghi Bu Hamara. Poco que ver con lo que pasó realmente, pero curiosas literaria aunque de segunda fila.
   Estos autores de novelas de aventuras vieron en el Marruecos español el Oriente más cercano. Era el lugar ideal para situar los episodios novelescos: próximo a Europa, lleno de misterio y de zonas cerradas a los extranjeros, en permanente rebeldía contra el sultán y guerra contra el ocupante, lleno de personajes pintorescos incluso de personajes extraordinarios que existían en la realidad. En ese escenario Melilla era una ciudad distinta a todas. No era colonial, pero estaba rodeada de Marruecos. Su régimen político y administrativo no era igual al peninsular. Aparecía repleta de militares que hacían la guerra. Y se presentaba aislada.
   En la novela de Kranz, Melilla es sólo una referencia que el traductor francés aprovechó para el título. La novela se desarrolla en Marruecos español y en Tánger. Los alrededores de Melilla, nunca descritos con precisión, es el reino falso de Bu Hamara. Melilla es una salida para todos los aventureros, una ciudad mítica. La salvación que se piensa, la ideal, como en Grall, un lugar donde sentirse seguro. Una ciudad ideal fuera de la coordenada geográfica normal que sirve de paradigma pero que es ignorada por los que la idealizan.
Herbert Kranz


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