GRALL, Xavier: Cantique
à Mélilla. (Calmann-Lévy. Paris 1964. 245 páginas; Terre de Brume, 2011.
140 páginas y 2 hojas. Prefacio de Pierre Tanguy).
KRANZ, Herbert: Die
nacht des verrats: Abenteuer in Marokko (Herder. Friburgo 1957. 209
páginas. Muchas ediciones posteriores)
Grall (1930-1981) es un escritor raro dentro de la literatura francesa.
Nacido en Bretaña y muy vinculado a su tierra, murió joven y sus obras siguen
reeditándose desde sus primeras ediciones. Era un aceptable poeta que llenaba
de lirismo las novelas, periodista vinculado a La Vie Catholique Illustrée
donde firmaba como Saint-Herbot u Olivier, pero también colaboró con otros
periódico y revistas como Le Monde. Desde 1958 hasta su muerte publicó
novelas, ensayos y poemarios. Fue a cumplir su servicio militar a Marruecos
(mayo 1953-septiembre 1954) y quedó fascinado por el país. Pero su visión
exotista (amable, partidario de la convivencia y el sentimiento de ayuda desinteresada)
se truncó cuando –reservista- es llamado para la guerra de Argelia. Esta
trayectoria de la ilusión a la amargura la recogió en sus libros La
génération du Djebel y Africa
blues, ambas publicadas en 1962, y Cantiques à Mélilla de 1964. Las
dos últimas han sido recientemente reeditadas por la editorial Terre de
Brume, dedicada a la literatura de Bretaña.
Xavier Grall
Grall elabora sus recuerdos románticos de Marruecos y los trágicos de
Argelia, aunque sin referencias históricas reales. La nostalgia colonial,
trufada de melancolía y cafard como ya se veían en algunas novelas de Pierre
Loti, degenera tras la violencia política independentista. El deseo de
emancipación tal vez confundió el camino y llevó a la guerra y el terrorismo. A
veces se confunden los deseos de libertad de un pueblo con el ansia de poder de
sus dirigentes y el coste de la aventura es superior al previsto. El terrorismo
de los opuestos a la independencia está en la base de este relato que, lejos de
discurrir por caminos políticos, se vuelve intimista. Es posible que Grall,
como tantos otros, se viera defraudado por unos y otros, superado por la
situación creada y muy pesimista respecto a la solución y al futuro. Pero
entiende que las verdaderas soluciones están en el interior de cada persona. El
amor, tardío, desacostumbrado, común, supone la rehabilitación del asesino.
¿Qué pinta Melilla en un relato de franceses en Marruecos? El hombre
herido, fracasado, perseguido para ser muerto, sueña como último recurso el
sitio ideal donde descansar, protegerse y vivir en paz. El personaje se imagina
que ese lugar es la Melilla española en el África hostil. Melilla
hospitalaria, amistosa, protectora como una mujer madura de duras y buenas
carnes, palpitante de deseo y maternidad, la mujer culpable, dominadora,
instintiva, terrenal, de la gleba, carnal, la mujer milagrosa que nos libera a
pesar de su falta, de su pecado. El personaje atormentado sueña con una
única salida posible y es una ciudad española en África, desconocida pero
idealizada, donde descansar y vivir la vida feliz porque la felicidad casi
siempre está en otra parte. Grall escribe una literatura que hoy no vendería,
que tendría incluso serias dificultades para publicar. En su novela se impone
el sentimiento, la introspección psicológica, el estado de ánimo. No hay
aventuras, tesoros ocultos, amores románticos ni seres extraordinarios.
Melilla ha sido escenario de escenas, aunque no de novelas completas, de
relatos muy populares en su época. Así, uno de los reyes de la novela de
aventuras popular, Ernest G. Hornung, creador de Raffles el rey de los
ladrones que fueron traducidas al español en la primera década del siglo XX
y que vivieron varias ediciones (las últimas que conozco las publicó Valdemar
en 1994). Raffles era Lord Lister, un ladrón de guante blanco que iba por el
mundo de episodio en episodio y que llegó a las costas del Rif en la novela
titulada El tesoro de El Roghi. La acción pasa por la ciudad de Melilla
pero con poca coincidencia con la realidad. También Salgari hace alguna pequeña
referencia a Melilla en Los bandidos del Rif (1911).
Más curiosidad me despierta la novela del alemán Herbert Kranz La
noche de la traición (1957). Es un autor de libros de aventuras muy leídos
por los jóvenes, en la línea de Karl May. Alguna de sus novelas ha sido
traducida al español como En las garras del sin nombre (1956), Perdidos
en la selva virgen (1957) y La muerte acecha en el cañón de los
esqueletos (1957). Aunque nunca se tradujo esta novela situada en el Rif
español y que, curiosamente, en la edición francesa se titula Traición en
Melilla ( Trahison à Melilla, Editions Alsatia 1968). Kranz practica
la novela de aventuras juvenil. Un escenario exótico, unos personajes
pintorescos para el occidental y una historia que participa de la realidad del
ambiente y de la fantasía del autor.
Tiene una serie de novelas protagonizadas por Los justicieros del
globo, una pandilla de benefactores de la humanidad que actúan por
altruismo. En esta ocasión aparecen en el marruecos español en plena rebelión
de El Roghi Bu Hamara. Poco que ver con lo que pasó realmente, pero curiosas
literaria aunque de segunda fila.
Estos autores de novelas de aventuras vieron en el Marruecos español el
Oriente más cercano. Era el lugar ideal para situar los episodios novelescos:
próximo a Europa, lleno de misterio y de zonas cerradas a los extranjeros, en
permanente rebeldía contra el sultán y guerra contra el ocupante, lleno de
personajes pintorescos incluso de personajes extraordinarios que existían en la
realidad. En ese escenario Melilla era una ciudad distinta a todas. No era
colonial, pero estaba rodeada de Marruecos. Su régimen político y
administrativo no era igual al peninsular. Aparecía repleta de militares que
hacían la guerra. Y se presentaba aislada.
En la novela de Kranz, Melilla es sólo una referencia que el traductor
francés aprovechó para el título. La novela se desarrolla en Marruecos español
y en Tánger. Los alrededores de Melilla, nunca descritos con precisión, es el
reino falso de Bu Hamara. Melilla es una salida para todos los aventureros, una
ciudad mítica. La salvación que se piensa, la ideal, como en Grall, un lugar
donde sentirse seguro. Una ciudad ideal fuera de la coordenada geográfica
normal que sirve de paradigma pero que es ignorada por los que la idealizan.
Herbert Kranz
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