miércoles, 8 de mayo de 2013

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA (6): JOSÉ MÁS LAGLERA Y LA GUINEA ESPAÑOLA


Al hablar de Buenaventura Vidal dije que era el autor de la primera novela española dedicada íntegramente a Guinea, aunque hubo antecedentes. Uno de los escritores que dedicaron algunos relatos de ficción a la colonia española antes de Vidal fue el sevillano José Más Laglera. Había nacido en Écija en 1885, hijo del novelista Benito Más y Prat poeta sevillano de quien gustó antaño “La tierra de María Santísima”, según expresión de Unamuno.  Empezó los estudios de comercio en Sevilla, pero la temprana muerte del padre le obligó a abandonarlos y buscar trabajo. Lo encontró en Fernando Poo, a dónde acudió con trece años y no regresaría sino ocho años después. Fue empleado en una factoría de Santa Isabel. Murió en Madrid en 1941. Es autor de una obra extensa que fue traducida a varios idiomas. Pero nos vamos a centrar en sus publicaciones de ficción relacionadas con Guinea:

-          En el país de los bubis. (Sanz Calleja. Madrid 1920. 184 páginas; Prólogo de Miguel de Unamuno. Pueyo. Madrid 1931. 236 páginas; Introducción de José Esteban. Ediciones del Viento. La Coruña 2010. 238 páginas). Se puede leer gratuitamente en: http://ia700308.us.archive.org/14/items/enelpaisdelosbub00masjuoft/enelpaisdelosbub00masjuoft.pdf
-          Justicia africana. (La novela semanal nº 201. Publicaciones Prensa Gráfica. Madrid 1925. 56 páginas).
-          En la selvática bribonicia. Historia novelada de un país que quisieron civilizarlo. (Pueyo. Madrid 1932. 312 páginas y 4 hojas; Prólogo de Francisco Caudet. Ayuso. Madrid 1980.  312 páginas; Visión Net. Madrid 2004. 312 páginas y 4 hojas. Reproducción de la edición de 1932).
-          El fetichero blanco. (Novelas y Cuentos. Ediciones Dédalo. Madrid 1942. 16 páginas).


   De su experiencia guineana escribió dos libros de viajes. El primero fue Con rumbo a tierras africanas. Notas, impresiones y recuerdos de un viaje a Fernando Poo (Barcelona 1914) y el otro es En el país de los bubis en el que aparecen los primeros siete cuentos que el autor dedica a la colonia. Este segundo es un libro incompleto porque sólo se refiere al viaje y llegada y desaprovecha la ocasión de describir la vida colonial en la época, sobre la que hay tan poco escrito.

  
   En estos cuentos el autor expresa la fascinación por lo descubierto. Más es el primer tropicalista español y siente una enorme atracción por el desconocido, misterioso e incomprensible mundo de la selva y sus habitantes. Todo es nuevo y distinto, y en ese mundo ignoto hay materia para narrar con originalidad. La atracción por la mujer negra es tratada en Las botas de montar, la comunicación de ultratumba en El aviso de la muerta, la brutalidad de las costumbres indígenas en La iniciación, la magia en El espíritu del castigo, la locura en El desaparecido, la crueldad tribal en La espuria y –con la denominación de estudios psicológicos- la fatalidad inexorable de la justicia local en Birika y Sittó. Este último cuento se publicaría más tarde con el título de Justicia africana en La novela semanal, pues José Más también se adhirió a la moda del momento de publicar novelas cortas en las diversas colecciones que se publicaron en el primer tercio del siglo XX.

  Dejó a su muerte algunos cuentos inéditos que fueron publicados en la popular colección Novelas y Cuentos, agrupados bajo el título de El fetichero blanco.  En la narración que da título a la colección Más cambia su anterior gusto por contar historias donde los protagonistas eran los indígenas por un relato de colonos. Delvoa –el usoki utandoni o fetichero blanco- y el teniente de la Guardia Colonial Artal  deben hacerle frente a un caudillo local que desconoce el poder colonial. Los únicos blancos en el punto más interior del territorio. Delvoa está inspirado, como no ignoraran los conocedores de la historia de la Guinea continental, el factor de la Compañía Trasatlántica Arriola Bengoa, un hombre mítico de los primeros tiempos que conoció el bosque y sus habitantes mejor que cualquier otro blanco. Es posible que esté basado en alguna de las aventuras que vivió y que Más escucharía en las tertulias isabelinas. En la colección vuelve a incluirse el cuento Justicia africana. Se incluyó otro inédito El espejo en la selva, parábola del poder civilizador de los blancos sobre los atrasados indígenas. Más creía, como era propio en la época, en la labor civilizadora de la colonización. Tarea que incluía el castigo y la imposición pero que llevaría el desarrollo. Los blancos consideraban propio de la civilización el concepto de propiedad individual y permanente frente a la propiedad colectiva y cambiante de las tribus guineanas. El sentimiento de propiedad se despierta en la pobre muchacha negra a través de un espejo sin valor que se convierte en el objeto fetiche de su existencia y, entonces, el autor escribe: La hora de la civilización había sonado en la selva. Completa el pequeño libro con otros cuentos publicados en El país de los bubis: Las botas de montar, El aviso de la muerta, El espíritu del castigo y El desaparecido.

   Su conocimiento de la selva y del ambiente guineano le sirvió para hacer una sátira de la vida política española en el comienzo de la II República, escondidos en nombres supuestamente africanos están los principales actores del cambio político. Este libro –En la selvática Bribonicia- no hay que leerlo en clave colonial sino peninsular aunque las descripciones de ciertos lugares sean una remembranza de su estancia en Fernando Poo. Además, publicó también una novela larga de aventuras en la Nigeria Inglesa: La piedra de fuego. (Madrid 1924). 


    Más es un escritor solvente, fácil de leer y que no se ha quedado anticuado siempre que consideremos su mentalidad colonial. Trata de acercarse a la vida del bosque pero no con afán de antropólogo sino con esa intención habitual en la época de mostrar las diferencias y establecer las comparaciones pertinentes, es decir con una mirada eurocentrista de difusor de la civilización. Encontró la originalidad y la aprovechó. Algunos de sus relatos merecerán estar siempre en las antologías españolas sobre este tipo de literatura.

1 comentario:

  1. yo creo y estoy investigando que nosotros los de moca somos ebreos del pueblo de israel

    ResponderEliminar