martes, 25 de abril de 2017

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA (9): ANNOBÓN de LUIS LEANTE

LEANTE, Luis: Annobón. (Harper Collins. Madrid 2017. 301 páginas).
   Luis Leante es un escritor original (cuya página web puede consultarse en https://www.luisleante.com/), autor de varias novelas, que ya se había acercado al África española en su obra Mira si yo te querré con la que ganó el premio Alfaguara y que merece un comentario más adelante. Ahora vierte su talento en Annbón, la isla más remota de los territorios guineanos. Aprovecha para ello uno de los crímenes más extraños de la historia de la colonia. Y construye un relato entretenido y con una eficaz mezcla de ficción y realidad en la que lo inventado parece histórico y viceversa.

   En la Guinea española se sucedieron muertes extrañas, todas ellas susceptibles de novelarse. La del comisario regio Pedro Jover y Tovar en 1900, la del gobernador Sostoa que es causa de la novela de Leante, la de Ësáasi Eweera (Sas Ebuera), la de Acacio Mañe o la de Atanasio Ndongo. Un filón, en fin, para novelistas que buscan argumentos.
Annobón en la época de la novela
   El gobernador Gustavo de Sostoa Sthamer, diplomático, fue uno de los pocos civiles que ejercieron el cargo en Guinea. Lo nombró la República con el fin de “desmilitarizar” la administración colonial. En su segundo viaje a Annobón fue asesinado por un sargento de la Guardia Civil llamado Restituto Castilla,  que ejercía el cargo de delegado gubernamental. Uno de los cinco españoles que habitaban el lugar, los otros eran un practicante y tres misioneros. Es un episodio desconocido, salvo por los muy interesados en la historia de Guinea en época española. Sostoa aparece, ridiculizado, en la novela de Eladio Antonio Rebollo Estupendos misterios de la Guinea casi española. La versión oficial es que el sargento perdió la cabeza y que dominaba “su territorio” como un déspota sin controles. Posiblemente, por las circunstancias del caso, algo de eso debía haber en el fondo del delito porque la acción no estaba proporcionada a ninguna humillación. Pero hay autores como Gustavo Nerín que nos presenta los hechos con ciertos aires de cambio social: https://es.scribd.com/doc/295479248/Restituto-Castilla.
Sostoa. Dibujo de Blanco y Negro de 1932


   Leante aprovecha los hechos para construir una novela bien  escrita y bien trazada, pero en la que el episodio colonial es solo una excusa y las escenas en Annobón una mínima parte. Lo demás es una triste historia de destinos cruzados y puntos de vista.


Annobón

viernes, 7 de abril de 2017

MARRUECOS EN LA NOVELA LEGIONARIA (4): LA LEGIÓN DESNUDA de ANTONIO MACIÁ SERRANO.

MACIÁ SERRANO, Antonio: La Legión desnuda (Luis de Caralt editor. Barcelona 1955. 320 páginas + 1 hoja; Vassallo de Mumbert editor. Madrid 1981. 339 páginas; Librería Hispania. Málaga 2011. 314 páginas).

   Antonio Maciá Serrano nació en Elche en 1910. Murió en 1985. Fue un militar de Infantería, combatió en la Guerra Civil y desde capitán estuvo ligado a La Legión aunque también pasó por otros destinos. En 1970 ascendió a general subinspector de La Legión. Fue un hombre aficionado a la escritura, autor de muchos artículos y de novelas como Las novelas de la Calahorra (1946) o Sombra en las manos (1968). Su pasión legionaria se reflejó, entre otros escritos, en un libro de poesía Romancero legionario (1940) y, sobre todo, en la novela La Legión desnuda (1955).

   La legión desnuda es una novela peculiar que ha sobrevivido (no hay más que ver las ediciones que lleva) más que por sus cualidades literarias por expresar como ninguna otra el espíritu legionario. Y lo hace de manera que le gusta al que lo ha sentido o es un apasionado de este cuerpo. La novela se publicó en 1955 pero narra los acontecimientos primeros de este cuerpo en 1921, hasta la pacificación en 1927. En la primera parte, encontramos los hechos desarrollados en Dar Riffien y en los aledaños de Xauen y Tazarut. Cuando iban a entrar en este lugar, sede de la pequeña corte de El Raisuni, acontece el desastre de Annual y dos de las tres banderas legionarias emprenden una marcha de cien kilómetros en dos días para llegar a Ceuta y embarcar a Melilla.

   Maciá alude al combate y la manera de emprenderlo el Tercio: Desde que se crea la Legión y combate, cada sierra, arroyo o poblado se une íntimamente a la fibra legionaria; todo es a sangre y a fuego… España renace en África sencillamente porque antes del Tercio lo de Marruecos era “empresa”, compromiso; la Legión le dio color de gesta, lo cambió en una auténtica aventura de poesía que sangraba (página 135 de la 1ª edición). Pero es también una novela de legionarios y de ambiente de cuartel. El autor pretende mostrar el material humano de los Tercios. Los hombres que llegaban sin que nadie les pidiera documentación, que trataban de olvidar o de redimirse, que combatían fieramente hasta la muerte, que hacían del compañerismo una misión y volvían como hombres nuevos. Es un canto a las virtudes castrenses y al espíritu de lucha, al valor humano de lo militar. Con este propósito, es lógico que no se encuentren los aspectos más sanguinarios o escabrosos de La Legión; ni la crueldad con el enemigo ni el abuso con el amigo.

   En la segunda parte, la novela es más bélica aún.  El autor, que no vivió los hechos pero conoció testigos de los mismos, narra las primeras acciones heroicas de los legionarios: Casabona, el blocao de la muerte, la reconquista de Nador… En esta parte la novela es muy realista y posiblemente su éxito se deba a la fidelidad de la narración a lo acontecido, a la manera de luchar de esos primeros días. Dice: Así fue lo de Casabona. Más sal que táctica, menos sustancia que arrojo. Un combate rudo y empeñado de diez horas, en que la Legión se supo sacrificar, para que en tanto se realizaran las órdenes del mando (página 150). O: La Legión ya era un estilo (página 171).

   Asegurado el perímetro de Melilla, las banderas vuelven a la zona de Ceuta. El combate es lo primordial. El credo legionario se practica en cada acción y el libro se convierte en un canto al heroísmo militar, al espíritu legionario y al desprendimiento, incluso de la vida. La muerte, novia, amiga y compañera, hacía suyos a los legionarios. No se arredraron por ello y su signo los hizo más bravos (página 208). Estas páginas hay que situarlas en 1921 y en unos episodios de lucha a muerte, de combate continuo y de supervivencia. Y hay que situarlas, si se quieren comprender bien, en el ideario de unos regimientos de choque que estaban siempre en primera línea y que sufrían más bajas que otros. Fuerzas de voluntarios. El autor es un convencido de los valores legionarios que convierten a hombres sin destino en auténticos héroes, en sacrificados peones de la sociedad. Por esto, la novela sigue siendo una novela de culto para los que comparten estos ideales y en un ejemplo de un tipo de literatura militar, de campaña y cuartel, que no abunda en España.

   Es una novela cruda en los episodios sangrientos. Curiosamente, con muy pocas referencias al enemigo. Y sin ahorro en heridos y muertos.
   En la tercera parte, una vez alcanzados los últimos reductos de la resistencia rifeña, la novela se vuelve más melodramática y cae en la tentación del amor casi imposible.