martes, 29 de abril de 2014

LOS PRIMEROS NOVELISTAS GUINEANOS: LEONCIO EVITA y DANIEL JONES MATHAMA

EVITA, Leoncio: Cuando los combes luchaban (CSIC-IDEA. Madrid 1953. 101 páginas. Introducción de Carlos González Echegaray. Dibujos del autor; AECI. Madrid 1996. 124 páginas. Estudios introductorios de Carlos González Echegaray, Augusto Iyanga Pendi y Donato Ndongo-Bidyogo; SIAL. Madrid 2016. 104 páginas. Prólogo de Augusto Iyanga Pendi. Edición e introducción de José ramon Trujillo).
JONES MATHAMA, Daniel: Una lanza por el Boabí (Tip. Cat. Casals S. L. Barcelona 1962. 310 páginas).
   Los primeros guineanos que vieron publicada una novela merecen un comentario. En ellos concurría la doble condición de guineanos y de españoles, ya que nacieron en la etapa colonial. Y dieron a la luz dos libros escritos en español ya que sus idiomas maternos eran ágrafos. Tiene la importancia de ser pioneros en una literatura nacional que hoy se va desarrollando convenientemente.
   El primero de ellos fue Leoncio Evita, nacido en 1929 cerca de Bata y muerto en 1996. Fue profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Bata dadas sus condiciones para el dibujo. Empezó colaborando en la revista Poto-Poto. Durante algún tiempo residió en Camerún. Y su afición por la lectura y escritura le llevó a inaugurar la novela guineoecuatoriana en español. Es un personaje controvertido. Unos lo ven como el claro ejemplo de aculturización, de demostración de que el colono destruyó la cultura local. Tal vez como un ejemplo de dominio colonial perfecto o de sometimiento voluntario. Otros entienden que es ejemplo de superación cultural, de asimilación de nuevos modos de conocimiento, entre ellos el uso de la escritura, de progreso o evolución desde su tradición (algo viejo desde los romanos). En este segundo aspecto se encuadra el prologo a la 1ª edición de Carlos González Echegaray que fue seguramente el que corrigió ortográfica y sintacticamente el manuscrito originario. En la novela leemos: “Los blancos –decía en varias ocasiones- han sido enviados por Rambé (Dios) para que nos traigan civilización”, palabras que algunas veces fueron mal consideradas, especialmente por su consejero. Los cierto es que, aunque el salvaje no sabía atribuir a los blancos la precisa calificación, éstos, a pesar de su interés por traficar, habían traído la más sana intención de civilizar (página 43 de la 2ª edición). Hoy ningún africano escribiría así, y muy pocos europeos. Es inevitable hablar de estas contradicciones cuando se trata de colonización.



   Se trata de un relato ingenuo pero que tiene el interés de revelar algunos datos sobre la vida de los ndowés a finales del siglo XIX, cuando empezaban a aparecer los primeros blancos y cuando los primeros fang llegaban a la costa continental. El autor era católico y la influencia de los misioneros españoles se nota en la visión que da de los protestantes y de las sectas tradicionales, los bwetí, que eran mucho más inofensivas de lo que señala aunque siempre quede la sospecha de canibalismo, y en el entusiasmo que demuestras por la presencia española. Los aspectos relativos a la vida en el bosque, los peligros de la selva y la descripción costumbrista de sus habitantes resultan todavía atractivos.
Dibujo de Leoncio Evita para su novela
    El fernandino Jones escribió una novela más larga, tal vez demasiado. Pero no fue una empresa de los colonos para mostrar el progreso de los indígenas sino que fue publicada modestamente en Barcelona por el autor. Es mejor escritor que Evita y tiene algunos puntos en común con él. En primer lugar, la época en que se desarrollan los hechos, a finales del siglo XIX y principios del XX. En segundo lugar, el ambiente de guineanos integrados en la nueva sociedad colonial (todavía incipiente) a través de la influencia de los misioneros católicos y protestantes. En tercer lugar, la aceptación de ambos autores de la nueva sociedad y de sus enseñanzas. No se muestran rebeldes al poder colonial sino agradecidos a lo que les aportaron. Los misioneros católicos y protestantes, escribía Jones, cumplían su cometido de buena fe y acertado criterio (página 24). Quizás ahora se prefiera al africano rebelde contra los colonos y crítico absolutamente con todo lo que llevaron los europeos, incluido lo que les aprovecha. Se sospecha de la sinceridad de estos sentimientos. Pero el autor se justifica: ¿Acaso existe alguna nación europea que no haya sido oprimida o no haya estado bajo la tutela de otra nación más poderosa? ¿No ha sacado gran provecho de aquella opresión? (página 48). Es admitir que el progreso requiere imposición dolorosa. Y en cuarto lugar, ambas novelas describen un ambiente que podríamos llamar de costumbrismo indígena que nos da muchas pistas de cómo era la vida en ese lugar y esa época. Hay muy pocas fuentes directas sobre la vida en Guinea en esos años y estas aportaciones, aunque sean dentro de novelas, son  de gran valor.


   Jones, perteneciente a la élite fernandina, narra sobre los bubis con un cierto alejamiento, como si no fueran iguales y como si se sintiera más próximo a los misioneros blancos. Los fernandinos no eran indígenas de Guinea sino descendientes de esclavos liberados por la marina británica o de hombres libres de color establecidos en la isla de Fernando Poo. Su modo de vida estaba más occidentalizado y su nivel económico era alto. Solían hablar español e inglés y eran emancipados, es decir que tenían la plena capacidad jurídica en contraposición con los bubis. Jones acepta la influencia europea para subir el nivel cultural y para terminar con situaciones de dominio basadas en la magia o la superstición. En su novela hay mucho de esto aunque no renuncie a la sabiduría tradicional. Hay una crítica a la posición machista secular del africano. La novela plantea, en su escenario de San Carlos, el choque entre dos modos de vida y la atracción que para los bubis ofrecía la nueva ciudad de Santa Isabel y, en menor medida, San Carlos.

martes, 22 de abril de 2014

CUENTOS DE IFNI de ÁNGEL DOMENECH LAFUENTE

   El territorio de Ifni fue la colonia más rara de las que España tuvo en África. Respondía a una vieja reivindicación secular, alegando que hubo una fortaleza castellana perteneciente a los señores canarios en un lugar llamado Santa Cruz de Mar Pequeña, en el siglo XVI, desde donde se dirigían correrías contra las tribus locales y se comerciaba con algunos productos. Nunca se supo exactamente el sitio de su localización. En el tratado de paz de 1860 que puso fin a la guerra contra Marruecos, el sultán reconoció el derecho español a una posesión en la costa occidental del sur del imperio. Pero nunca estuvo Marruecos muy dispuesto al cumplimiento de la cláusula ni Francia a que se España se le adelantara en el dominio de Marruecos. Se fue dejando hasta bien entrado en siglo XX. Hubo un primer intento del coronel Bens desde el gobierno de Río de Oro, frustrado por el gobierno español, y por fin en 1934 el coronel Capaz tomó posesión de la región tras el pacto con los líderes locales. Tras la independencia de Marruecos en 1956, el territorio y el Sahara español fueron objeto de  los ataques de tropas irregulares de obediencia marroquí. El territorio de Ifni, en el que los españoles sólo tenían algunos puestos militares sin importancia, se abandonó y sólo se conservo la capital Sidi-Ifni hasta la retirada definitiva en 1969. Se puede decir que fue una colonia militar, una gran base militar en el hinterland transmarino de las islas Canarias. Poca historia tiene esta colonia. Mucha población militar flotante y algunos civiles que les daban servicios.
   Precisamente por su carácter militar, el territorio dio muy poca literatura. Sólo el episodio de la guerra de 1957 tiene abundante bibliografía. No obstante, existen algunos ejemplos de libros sobre Ifni. Desde el estudio Memoria sobre la ubicación de Santa Cruz de Mar Pequeña en la costa noroeste de África (1878) de Pelayo Alcalá Galiano, que tuvo una cierta continuación en el folleto Isla de Peregil y Santa Cruz de Mar Pequeña (1908) de García Pérez. En la Biblioteca Digital se puede encontrar de texto de Beltrán y Rózpide de 1927, El territorio español de Ifní: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000108443&page=1. Algunos estudios geográficos como La exploración de Ifni (1945) de Eduardo Hernández Pacheco o Notas sobre geografía humana de los territorios de Ifni y Sáhara (1945) de Galo Bullón. Tesis como Estudios para una antropología del territorio de Ifni (1946) de Antonio Linares Maza. Libros de viajes como Ifni-Smara (1935) de J. Antonio López Garro o De Ifni a Cabo Blanco (1949) de Luis Diego Cuscoy. Pasando por el clásico de García Figueras Santa Cruz de Mar Pequeña Ifni-Sáhara (1941). O los artículos publicados por Chaves Nogales sobre la ocupación del territorio por el coronel Capaz y recientemente publicados con el título de Ifni, La última aventura colonial española (2012).







   Ángel Domenech Lafuente fue un militar africanista ilustrado. Fue Delegado de Asuntos Indígenas en la Alta Comisaría de España en Marruecos. Fruto de esa etapa son sus libros  El habt. Notas sobre la Garbía (Ceuta 1935) que fue la conferencia que dio en el Curso de perfeccionamiento de interventores de ese año, Apuntes sobre geografía de la zona norte del Protectorado de España en Marruecos (Ceuta 1940) libro que sirvió para preparar las oposiciones al Cuerpo General Administrativo del Protectorado, Un oficial entre moros (Larache 1948) o Del islam (Madrid 1950). Después pasó a Ifni como Secretario General del Gobierno del África Occidental Española y también contribuyó a la literatura africanista del territorio con libros como Algo sobre Río de Oro (Madrid 1946), Del territorio de Ifni (Madrid 1946) y Cuentos de Ifni (Tetuán 1953). Es autor también de muchos artículos en las revistas africanistas de la época en las que recogió sus impresiones sobre etnografía, folklore o costumbres de los territorios en los que sirvió como oficial.




   Cuentos de Ifni no es un libro de ficción original, sino una recopilación de cuentos tradicionales que el autor escuchó de sus colaboradores y de algunas personas a las que conoció. Recopilación de 49 cuentos y siete poesías que dividió en varias secciones: Cuentos de animales, cuentos graciosos, cuentos ¿orientales?, cuentos maravillosos y cuentos hagiográficos. Algunos los había publicado ya en revistas. Para tener un valor etnográfico mayor le faltan algunas referencias sobre el lugar dónde los escuchó, las variaciones que pudieran existir, etc.


   En todo caso, es un buen ejemplo de interés por los pueblos del sur de Marruecos en la mitad del siglo XX. Como señala en una de las canciones recopiladas, el dotado de inteligencia no necesita que se le expliquen las palabras.

jueves, 10 de abril de 2014

LAS NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (1): CARNE DE GALLINA DE LUIS DE LOS LLANOS ÁVAREZ y EL MORISCO DE ANNUAL de JOSÉ JIMÉNEZ GÓMEZ-CHOSLY.

DE LOS LLANOS ÁLVAREZ, Luis: Carne de gallina (Editorial De Librum Tremens. Madrid 2012. 435 páginas).
JIMÉNEZ GÓMEZ-CHOSLY, José: El morisco de Annual (GEEPP Ediciones. Melilla 2013. 371 páginas y 1 hoja).
   Y
a he dedicado en este blog varias entradas a novelas sobre el desastre de Annual y, en general, la campaña de 1921 a 1927. Pero siguen apareciendo novedades con esta temática por lo que he decidió agruparlas, junto a otras novelas publicadas desde la fecha de los hechos, en una categoría que englobe este ciclo narrativo que se va haciendo tan extenso.
   Luis de los Llanos ha escrito una novela desigual pero interesante. Con una técnica usual en la novela histórica, sitúa a los personajes en el contexto español, europeo y marroquí que va desde 1909 a 1927. En su mayor parte se trata de una novela sobre el Marruecos español, pero no es necesariamente una novela bélica puesto que los personajes deambulan por otros cometidos. Es desigual porque el autor se empeña en explicar la historia, lo que ocurrió en Barcelona en la Semana Trágica, cómo se inició la I Guerra Mundial o las campañas de Marruecos.  Parece no fiarse de los conocimientos de historia del lector o de su capacidad para informarse si lo estimara necesario. Pero estas ilustraciones rompen el ritmo del relato y de las aventuras de los protagonistas y, en definitiva,  hacen más pesada la lectura. Es cierto que enmarcar a los personajes en la historia en la gran dificultad de este tipo de libro, ni siquiera un maestro como Galdós lo resolvió correctamente en todos sus Episodios.

   No se puede decir que sea una novela militar, es más bien una novela de aventuras. Entiendo que aventuras son los episodios de un grupo de desgraciados que tratan de sobrevivir en una España pobre y cerrada. Que le sirven al autor para criticar severamente la sociedad de la época, la injusticia y la dificultad de las clases bajas para progresa. Dentro de los sucesos, los protagonistas acaban en los alrededores de Melilla cuando se derrumba la Comandancia en 1921 y, por circunstancias que no se deben revelar para no estropear la lectura, acaban en La Legión. No faltan escenas de guerra, ataques, defensa de blocaos… El carácter crítico se ve también en la parte militar: la corrupción de los mandos, la corrupción en los servicios, la desigualdad entre española y, sobre todo, la crueldad de una guerra sangrienta en la que la venganza es un elemento importante y el terror se tolera en ambos bandos. Los personajes saltan con facilidad de un escenario a otro, actúan con total amoralidad porque son unos pícaros en las lindes de la delincuencia buscando su mejor futuro. Son muy interesantes las descripciones de la vida de campaña y la de los escenarios reales en los que se desarrollan los capítulos. Porque los desgraciados que protagonizan la historia pasan de las Minas de Uixan (San Juan de las Minas) a los campamentos del frente y van recorriendo la costa hasta Melilla huyendo de los rifeños que acababan de derrotar a Silvestre. No hay falsa realidad ni imposturas de imaginación.



   La novela llegará hasta el desembarco de Alhucemas. Es la lucha por la vida entre dos bandos de desarrapados que perderán siempre y que sólo se benefician de los acontecimientos en tanto en cuando arramblen con el fruto del pillaje, el hurto o la violencia. Pero que arriesgan la vida cada día. Llanos escribe: Los soldados peninsulares, valiente chusma, han escoltado a una numerosa brigada de obreros que van a poner en funcionamiento el aeródromo cuanto antes, junto con el pelotón de castigo y los pocos cabileños que acuden en busca de trabajo, cualquier trabajo. Cabe decir que, tal y como avanzamos en la reconquista, no es que los poblados vayan cambiando de bando; sencillamente, tras liberarlos del “colonialismo infiel”, el harca rebelde no les proporciona un medio de subsistencia más allá del inmediato pillaje, y de la libertad no se vive. En cambio, el escuálido jornal del colonizador da para comer varias veces a la semana. Y la alternativa al mísero salario es el trabajo de sol a sol en los predios se los señores de la cabila, los mismos que los arrojan en pos de la batalla para abandonarlos luego a las feroces represalias de los legionarios cuando, con todo perdido, hacen las paces con las autoridades coloniales.  Mientras cabía la posibilidad de obtener botín, estaba bien esto de hacer la guerra, pero estos soldados del Tercio no se andan con chiquitas ni se dejan mutar como los reclutas (p.239).
   El final de la novela es pobre. Vuelve a primar la lección de historia sobre la acción que enganchó al lector.
   José Jiménez, guardia civil con destino en Melilla, también se atreve a asomarse al pozo sin fondo del desastre de Annual. Como es habitual en este tipo de narrativa, aprovecha al soldado de reemplazo para dar su visión de lo ocurrido. En este caso un morisco: Soy morisco, mi coronel. Llaman así a la gente de Almogía, provincia de Málaga (página 39). Pero tiene un elemento de originalidad que lo aparta del simple relato militar, el soldado es un experto en caballos que adorna la narración con un conocimiento profundo de estos animales y de su papel en la campaña. También, como es normal en un autor bisoño, el hilo argumental es demasiado lineal, no rompe la acción principal con otras paralelas de intensidad y es excesivamente minucioso en lo intrascendente. Casi toda la primera parte, salvo los capítulos iniciales que sirven de presentación de los personajes, es el ágil relato de la huída desde Annual tras la caída de la posición. Ya hemos visto otras novelas de la huida de un soldado, empezando por Imán de Sender. La segunda parte se desarrolla durante la Guerra Civil en la provincia de Málaga y el regreso del que fue soldado colonial a Marruecos para reencontrarse con el amor y la venganza.

   Jiménez opta por una novela donde los valores como el compañerismo, la amistad, la solidaridad o el amor se imponen al odio y la venganza. El amor entre español y rifeña es el símbolo de esta esperanza en la gente sin distinguir naciones. Es un relato sencillo y pulcro.