viernes, 22 de enero de 2021

NOVELA GRÁFICA HISPANOAFRICANA (6): ¡A MI LA LEGIÓN! Y HARKA.

 

Como curiosidad, es necesario mencionar los dos primeros ejemplos de literatura de ficción sobre Marruecos llevada al tebeo. Se trata de dos comic de la Editorial Valenciana publicados en los años cuarenta del siglo XX. Muy en la línea de esta editorial caracterizada por los precios bajos para llegar a un público popular. Cuadernos apaisados con portada en color e interior en blanco y negro, y guiones sencillos con dibujos poco trabajados.

   Los dos ejemplos son la traslación al tebeo de dos películas de éxito en la España de la posguerra.

   Harka se publicó en 1941, en la colección Selección aventurera, con dibujos de José Grau (Valencia 1914-1998).

   ¡A mí La Legión! Es de 1943 y el autor es el dibujante Manuel Gago (Valladolid 1925-Valencia 1980), famoso por El guerrero del antifaz.



lunes, 18 de enero de 2021

NOVELAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA (15): LA BAHÍA DE VENUS de LUIS MARÍA CAZORLA

 

CAZORLA, Luis María: La bahía de Venus (Almuzara. Córdoba 2020. 477 páginas)

   Luis María Cazorla tiene un curriculum envidiable resumido en la solapa del libro. Esta capacidad de trabajo, la inteligencia que demuestra y su facilidad de concentración han sido necesarias para abordar su obra novelística que empezó con tres episodios nacionales coloniales dedicados a los años 20 del siglo XX en el Protectorado en Marruecos y que ahora discurre por los años 30 en la política nacional. En todas sus novelas demuestra sobrado conocimiento de la historia española contemporánea, que mezcla con ficciones que en algunas ocasiones le son familiares, y una cierta didáctica al señalar vicios que repetimos y actuaciones políticas funestas que vuelven a ponerse en juego. Algunas de estas novelas ya han sido comentadas en el blog:

http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/2013/04/novelas-de-luis-maria-cazorla-prieto.html

http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/2015/04/las-novelas-del-desastre-de-annual-5.html





   En La bahía de Venus continúa el repaso metropolitano iniciado en La rebelión del general Sanjurjo pero con una perspectiva colonial, esta vez referida a Guinea. Como en el resto de sus novelas, hay rasgos que definen el libro:

1.       Es una novela muy larga. Esto no es bueno ni malo, pero puede afectar al ritmo, a la intensidad de la lectura y a la diversidad de calidad de sus partes. Tiende a extender las partes menos importantes.

2.       Se mezclan historias de ficción con la realidad política y social de la época. Hace una labor de encaje de los personajes de ficción en la realidad pasada, juntándolos con los históricos.

3.       Tiene tendencia a explicar la acción en largas entrevistas de los personajes entre sí. Hay demasiadas escenas de café y restaurante.



   En La bahía de Venus hay dos partes diferenciadas. Una es la llegada de dos personajes de ficción, que conocimos en las novelas sobre Larache, a Guinea para iniciar unos negocios. Era una etapa de agitación económica en Guinea debido al presupuesto extraordinario de 1926 que el gobierno de la Dictadura dedicó a la colonia. Los negocios legales eran difíciles por el manejo propiamente colonial en el que los ya instalados y los funcionarios impedían la llegada de nuevos competidores. Por otra parte, estaba el contrabando y los negocios oscuros que usaban tapaderas legales como una naviera. El autor se ha documentado a fondo sobre el ambiente de la colonia, el gobernador Núñez de Prado, la corte que lo rodeaba, algunos comerciantes y el naviero Antonio Tayá. Pero no es la parte más importante del libro por lo que lo colonial pasará pronto a segundo plano. En este ambiente, el personaje inicia negocios con algunos oscuros personajes de la colonia: Tayá, el teniente Ayala y su hermano Julián.

   Los personajes reales están bien definidos, algunos mancados por su aspecto negativo como el teniente Ayala. Quizás Cazorla ha seguido el duro libro que Gustau Nerín escribió sobre su persona: Un guardia civil en la selva (2007). En esta primera parte el ambiente oficial de Fernando Poo está mejor reflejado que el privado de fiestas y juergas de los coloniales y su trato con mujeres nativas.

   Es una larga introducción para poner al lector en antecedentes de lo que significó el asunto Nombela que centrará la segunda y más extensa parte de la novela. Un escándalo de influencias políticas y pagos oscuros que, mezclado con el estraperlo según se conoció a la ruleta inventada por Strauss y Perl, acabó con la carrera política de Lerroux.



   Tayá había sido propietario de una naviera en Barcelona que quebró, intentó salvar algo de fortuna haciéndose con la concesión de los transportes intercoloniales en Guinea. Servicio que no se prestaba bien por la mala calidad de los barcos, restos de una quiebra de una sociedad más importante, y quizás también por lo escasa que era la subvención y lo mal que se pagaba. Una tormenta tropical acabó con sus dos barcos y exigió una indemnización al gobierno.

   Hasta aquí llega la parte guineana del relato, con una visión superficial de la vida colonial pero con mucha incidencia en los caracteres de algunos de los personajes notables en el territorio.

   La segunda parte se centra en los primeros tiempos de la República en Madrid, en la que desfilan protagonistas principales de aquellos años, empezando por el presidente Alcalá Zamora. La quiebra de la naviera africana se convirtió en un asunto complicado, una patata caliente que se iban pasando de mano en mano. Nombela entendía que la indemnización era una estafa preparada contra el tesoro colonial y que detrás de la insistencia del subsecretario de Presidencia Moreno Calvo habría algún tipo de comisión. El asunto no llegó a aclararse del todo pero, en el ambiente revuelto de la República, fue aprovechado para cobrar venganza y utilizado por Alcalá-Zamora para eliminar a un contendiente.

   La novela tiene la virtud de recoger ese ambiente con mucho detalle, retratar a los personajes que fueron protagonistas y dibujar el marco político de aquellos años convulsos. Pero se recrea en demasía en situaciones menores, rompe el ritmo que en engancha al lector con demasiadas conversaciones y reiteraciones como si el autor no estuviera seguro de que el lector recordara detalles ya contados.

   Por lo demás, aunque el trasfondo de la novela es un asunto colonial, la parte puramente colonial de la misma no es ni la más extensa ni la más mollar.