viernes, 30 de diciembre de 2016

NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (13): OPERACIÓN QUILATES de FERNANDO SANJUÁN BERTET, LUNA AMARILLA de JOXEMARI ITURRALDE y EL HÉROE DE NADOR de RAMÓN FERNÁNDEZ PALMERAL.

SANJUÁN BERTET, Fernando: Operación Quilates (De Librum Tremens. Madrid 2014. 260 páginas).
ITURRALDE, Joxemari: Luna amarilla (Pamiela etxea. Arre –Navarra- 2014. 142).
FERNÁNDEZ PALMERAL, Ramón: El héroe de Nador (Autoedición. Lulu. Esados Unidos 2014. 156 páginas)


   Fernando Sanjuán aborda el argumento de Annual desde un punto de vista original, lo que agradece el lector acostumbrado a un mismo esquema de novela sobre el desastre español en el Rif. Pero tiene un principio poco brillante, se enreda en contar la historia de los sucesos. El lector, que puede informarse con un clic de ordenador, no necesita que le narren los antecedentes reales. Y tarda en llegar la acción con unos diálogos en los que los personajes cuentan lo que pasa.

   La originalidad es que escribe una novela más imaginativa. Una conspiración de militares republicanos y anarquistas con los hermanos Abd el Krim para propiciar el desastre y acabar con la restauración. Si el autor se hubiera centrado en esta trama y no se perdiera por disquisiciones meramente históricas, la novela hubiera ganado mucho.
Fernando Sanjuán (de la solapa del libro)
    Luna amarilla de Joxemari Iturralde es una novela que discurre en dos tiempos y cuatro partes. El protagonista es un viajante de comercio que visita Melilla y parte del Protectorado en los últimos años de éste y los primeros de independencia. Unos marroquíes contactan con él y va rescatando del olvido una vieja historia familiar de padre y tíos. Sus parientes se vieron obligados a combatir en Marruecos como soldados de quinta, sufrieron el calvario de Annual y resolvieron su situación personal de distinto modo: uno como héroe patrio y el otro como renegado.

   El protagonista lo descubre a través de un manuscrito que le entregan. Aquí empieza la segunda parte del libro, una historia de blocao, de huida, de cautiverio y de sufrimiento que recuerda a cualquier otra novela del ciclo de Annual. Este manuscrito se lo atribuye a un periodista de ficción apellidado Garcés y de origen aragonés. Apellido que coincide con el segundo de Ramón J. Sender, al que el autor rinde homenaje incluyendo escenas que el escritor de Imán había incluido en su novela como el escondite en el vientre de un caballo. La prosa de Iturralde recuerda el estilo de Sender. Aparentemente sencillo pero de gran eficacia en el lector que sigue la lectura con atención debido al buen ritmo y al sostenimiento de la atención mediante la dosificación de los hechos. Podríamos ver también influencias de Fernández Díaz en los episodios que se suceden dentro del blocao.

   El protagonista, leído el manuscrito, comprende sus orígenes pero, como en esto está el misterio de la ficción, no lo voy a desvelar. La mezcla del momento actual de la novela y su pasado parece desigual, tal vez el autor ha dedicado muchas páginas al manuscrito encontrado. Puede ser que lo hiciera para que la novela no le quedara demasiado corta. Porque, por fin, encontramos una novela que no se llena de páginas y páginas dedicadas a lo intrascendente argumental. Medida en la relación entre la historia contada y el volumen del libro.


   Fernández Palmeral escribe un libro diverso dedicado a la memoria de su padre, guardia civil nacido en la aldea de Acebuchal (Málaga), hoy abandonada, y que tuvo la mala suerte de estar en Nador en los momentos del desastre. El libro consta de una introducción del autor y una tercera parte del padre (dedicada a la aldea). En el medio hay una historia sobre Marruecos que podemos considerar novela. Dice Fernández Palmeral que es de autor anónimo. Puede ser, aunque también podría ser de él mismo ya que el relato es la vida de su padre. Un testimonio novelado que guarda el interés de la autenticidad. Son 92 páginas de trágicos recuerdos, los primeros referidos a la odisea vivida por los guardias civiles que se hicieron fuertes en la fábrica de harinas de Nador y que fueron los únicos combatientes españoles a los que se respetó la vida después de rendirse.

viernes, 16 de diciembre de 2016

LAS NOVELAS DEL FIN DE SAHARA ESPAÑOL (6): MEKTUB (ESTABA ESCRITO…) de OLEGARIO MORENO RODRÍGUEZ.

MORENO RODRÍGUEZ, Olegario: Mektub (Estaba escrito…) (Editorial @becedario. Badajoz 2003. 246 páginas).
   Es una técnica habitual utilizar la novela para desgranar recuerdos. Así surgen libros, como el que nos ocupa ahora, que están a mitad de camino entre el relato histórico y las memorias. Los hechos ocurridos en 1975, cuando España se vio compelida a abandonar el Sahara Occidental, constituyen una experiencia extraordinaria para los que estaban en el lugar. Si además se trataba de un militar profesional que vio desarrollarse acontecimientos políticos y hechos de armas, es lógico pensar que los recuerdos puedan interesar a los lectores. Y esta es la causa de la novela Mektub.

   El autor narra con mucha parsimonia sus sentimientos del desierto, la vida de campaña y la guerra. La primera acción que cuenta sucede en  Echdeiría, recuerdo ingrato de 1958. La muerte es descubierta por soldados de reemplazo que sienten el miedo, la incertidumbre y la lejanía en un territorio extraño y apartado de sus pueblos. La novela discurre sobre los tenues recuerdos del autor, con pocos sobresaltos. Los comentarios sobre la agonía de Franco en las salas de bandera, en las reuniones de militares; la marcha verde vista desde el otro lado de la frontera por soldados de oficio. Olegario Moreno trata de mostrar el asombro de los protagonistas ante los hechos, la rabia por el abandono. Como es un periodista –Pérez Reverte- el que informa a los militares reunidos en el casino del abandono de los puestos del interior (Mahbes, Echdeiria, Hausa,Tifariti…). La incredulidad o estupefacción de aquéllos ante los acontecimientos.
El autor en la solapa del libro
   Pero la novela no tiene un argumento definido ni una época específica. Cada capítulo es una estampa de la vida colonial, unas amables y otras duras. Un recorrido discontinuo entre 1975 y el pasado anterior que marcó la evolución de la vida en el desierto para los militares españoles. Los caminos de Hagunía, Daora, Guelta…
   Un libro más para comprender lo que fue ese modo de vida. La literatura memorialística sobre el Sahara español va ofreciendo nuevas aportaciones que ayudarán a comprender la sociedad colonial, como los libros de Aser Queipo –Yo también viví en Villa Cisneros (2016)- o de Sainz de la Peña –Sáhara-Ifni, recuerdos de un tirador (2016)- que se han publicado recientemente. La novela Mektub se puede inscribir en esta corriente.
 




miércoles, 7 de diciembre de 2016

NOVELA DE TÁNGER (6): LA CIUDAD DE LA MENTIRA de IÑAKI MARTÍNEZ

MARTÍNEZ, Iñaki: La ciudad de la mentira (Destino. Barcelona 2016. 460 páginas).


Al igual que ocurre con las novelas del desastre de Annual, se está viviendo un resurgimiento de novelas que tienen a Tánger como escenario. Pero el Tánger colonial, internacional. Podríamos decir que el Tánger irreal, inexistente, creado a través de muchas ficciones. Una ciudad de cabarets, espías, escritores, contrabandistas, putas y pícaros donde las relaciones no eran nunca lo que parecían y las apariencias eran falsas. Martínez aprovecha esta idealización, situando la acción de su novela en el primer momento de la II Guerra Mundial con la ciudad tomada por tropas españolas y un bullicio diplomático importante. El  autor lo dice así: Debo decir, sin embargo, que pese a mi esfuerzo por describir rincones y costumbres de sus habitantes, lo considero un relato de “extranjeros” en Tánger. Los personajes principales, y muchos de los secundarios, son europeos y americanos; “nazarenos”, como los llamaría un musulmán devoto (página 457).

   A una primera impresión de reconstrucción histórica, al lector le sigue una sensación de impostura. Hay muchos sitios y personajes que no se corresponden. Forma parte de la trama, de la intriga que el autor quiere buscar. Aparece una mujer joven,  americana y viuda que cree querer escribir una novela o libro de viajes, pero sin estar muy segura. Es captada por el cónsul americano para su servicio de información. El obispo de Tánger, a pesar de ser una mujer sola y joven, le pone como cicerone a un sacerdote joven también para que le enseñe la ciudad a fondo. El autor aprovecha para enseñárnosla a los lectores, esos recorrido turísticos muy del gusto de la novela tangerina. La mujer, incomprensiblemente, se hace amiga y confidente de la dueña de un prostíbulo al que acude con frecuencia. Y, como motivo de intriga, se empieza a hablar de un posible tesoro de los judíos huidos de España o huidos de los nazis en Europa. El otro personaje importante es un empleado del consulado americano.

   Las acciones paralelas se superponen. Los personajes tienen vidas que caminan por sendas distintas pero con algunos puntos de encuentro. El autor pasa de una a otra. Le interesa más la intriga que el estilo, por eso cuesta entender los tiempos muertos, la relajación en la tensión del argumento y el contrapunto que se pierde en detalles fútiles con riesgo de hacer perder el hilo. El misterio del tesoro desaparece, se centra en el melodrama del sacerdote. Al final, el asunto es el desembarco americano en Marruecos; la operación Antorcha contada parcial y brevemente, con el centro en los activistas republicanos vascos que participaron. Entre tanto, nuevas acciones y nuevos personajes son introducidos. La historia muchas veces la cuentan los mismos personajes en unos diálogos innecesarios, mientras comen y beben es escenas repetidas.
El autor. Fotografía de Alejandro Tinoco en la solapa del libro.

   La ciudad de Tánger ofrece a los novelistas muchas posibilidades. Pero el Tánger que fue o pudo haber sido se mezcla con el Tánger idealizado, inventado o inexistente que la imaginación o el interés del novelista crea para estructurar sus historias. Tal vez por eso sea la ciudad de la mentira. La narración caleidoscópica tiende al laberinto. No aburre, pero no logra enganchar por la diversidad de acciones paralelas. 

martes, 22 de noviembre de 2016

MARRUECOS EN LA NOVELA LEGIONARIA (3): LOS DEL TERCIO EN TÁNGER de FRANCISCO TRIVIÑO VALDIVIA.

TRIVIÑO VALDIVIA, Francisco: Los del Tercio en Tánger (Editorial Artes y Letras. Valencia 1926. 269 páginas).

   Triviño Valdivia (1861-1934) fue un médico militar nacido en Adra (Almería) que estuvo destinado en Marruecos en varias etapas. A finales de la década de los 80 del siglo XIX en Melilla y en 1909 lo encontramos en Tánger. Cuando ocurrió la derrota de Annual, era coronel jefe de Sanidad en Melilla. Fue procesado y absuelto por su comportamiento en estos hechos. Más datos sobre su vida se pueden leer en el blog http://desastredeannual.blogspot.com.es/2014/01/la-sanidad-militar-durante-el-desastre.html gracias a una entrada firmada por Javier Sánchez Regaña.

   Tenía afición a la escritura, como otros médicos de la época, y de su relación con el Magreb surgieron varios artículos y, al menos, los libros y folletos siguientes: Apuntes del Magreb (Larache 1900), Cinco años en Marruecos (Madrid 1903), Del Marruecos español (Melilla 1920) y la novela Los del Tercio en Tánger (Valencia 1926). De su actividad como médico colonial se puede saber más buscando en libros como Intimidades de Marruecos (Madrid 2009) de Francisco J. Martínez Antonio, que analiza la visión de algunos médicos españoles (Ovilo –de quien toma el título-, Ladrón de Guevara y Triviño) sobre el Marruecos del finales del XIX y principios del XX.

Portada del libro de Martínez Antonio
   La novela Los del Tercio en Tánger narra las aventuras de unos legionarios españoles en la ciudad marroquí en una época en la que algunos ilusos todavía soñaban con hacerla capital del Protectorado español, y en donde se situaba el centro de actividad de la información internacional y desde donde se podían obtener buenas noticias sobre el Raisuni. El autor no es novelista y traza un relato lento, aburrido y discursivo, con una larga primera parte introductoria y unos personajes burdos. Cuatro fanfarrones similares, que encajan en el tipo de legionario desesperado, como dice el autor: …esa hueste de hombres venidos de todas partes, cada uno con su historia buena o mala escondida en la conciencia, pero todos dispuestos a morir no solo por amor a la causa que servimos, sino porque la muerte es la redención, el olvido, el descanso (páginas 56-57). Y un quinto elevado de posición, seductor y encargado de coordinar los trabajos de “inteligencia” de los cuatro legionarios rasos. Todo ello enmarcado en el consabido ambiente tangerino de juego, juerga y corrupción.

   Tarda mucho en llegar la acción, la intriga, el juego de contrabandistas y el contacto a través de tanguistas. Y cuando llega, es decepcionante. Situaciones previsibles, tópicos y fácil desenlace. Al final, los legionarios se convierten en héroes en una escenas de guerra que ganan en intensidad narrativa.
Óleo de Mohammed Sarghini
   Triviño es un personaje interesante en la historia de España en Marruecos, pero la novela no era lo suyo.


viernes, 11 de noviembre de 2016

NOVELAS DE CEUTA (3): SANTA ROGELIA de ARMANDO PALACIO VALDÉS

PALACIO VALDÉS, Armando: Santa Rogelia (De la leyenda de oro) (Pueyo. Madrid 1926. 306 páginas; Victoriano Suárez. Madrid 1926. 295 páginas. Tomo XXII de la Obras Completas (cambia la portada en ediciones sucesivas); Fax. Madrid 1949. 198 páginas; Novelas y Cuentos. Madrid 1964. 75 páginas; Círculo de Lectores. Barcelona 1996. 281 páginas).

   Palacio Valdés pertenece a una generación de grandes novelistas que vivieron entre los siglos XIX y XX. Quizás no tenga el genio de Galdós, ni el estilo de Valera. Le falta la imaginación de Alarcón. Su visión de la literatura lo sitúa en un realismo que tiene algo de pintura de la vida rural. Su pensamiento conservador y su gusto por ambientar algunas de sus obras en el norte de España, lo aproximan a Pereda. Con ese sentimiento de lo tradicional como bálsamo de los nuevos problemas de las sociedades que avanzaban. Fue un escritor de gran efecto, buen creador de historias y que conectó con el público lector de la época. Está ya un poco olvidado, aunque algunos de sus libros tienen ediciones recientes, pero nunca fuera de los manuales de historia de la literatura española. Había nacido en Entralgo (Asturias) en 1853, vivió en varias localidades de la provincia, estudió el bachillerato en Oviedo y Derecho en Madrid pero optó por la vocación literaria publicando en revistas y periódicos hasta que apareció su primera novela El señorito Octavio (1881). Le siguieron novelas de mucho éxito: Marta y María (1883), Riverita (1886), El cuarto poder (1883), La hermana San Sulpicio (1889)La alegría del capitán Ribot (1899).   Fue académico y estuvo propuesto para el premio Nobel. Murió en 1938. En su casa natal funciona un museo que tiene página web dónde encontrar más noticias sobre el autor y su obra: http://www.palaciovaldes.com/



   Del éxito como escritor derivó la popularidad, las traducciones, las adaptaciones teatrales y cinematográficas. En 1903 apareció la novela La aldea perdida, que consideró novela-poema de costumbres campesinas en el subtítulo. Un canto a la vida rural de Asturias antes de la industrialización minera. Un relato sentimental e idealizado. Casi continuación a lo que dejó en aquella historia, apareció veintitrés años después Santa Rogelia, cuyos primeros capítulos transcurren en el valle de Langreo. La segunda parte discurre entre Paris y Madrid. Y la tercera, que es la que interesa por su asunto africano, es la que tiene escenas en Ceuta.



   Ceuta ha tenido escasa atención en la novela española. A pesar de la singularidad de su situación e historia, carece de un buen narrador. Quizás lo que más ha llamado la atención es su condición de presido. Durante mucho tiempo el Código Penal español diferenciaba las penas de prisión y presidio, la segunda se aplicaba a los delitos más graves y suponía unas condiciones más penosas de cumplimiento. Los presidios se situaron en España y América pero, a diferencia de otras potencias coloniales, España careció de verdaderas colonias penitenciarias (aunque hubo proyectos para implantarlas en las islas Marianas o Fernando Poo). En Ceuta (como en Melilla, Vélez de la Gomera, Alhucemas o Chafarinas), la dureza del presidio quedaba aumentada por tratarse de lugares situados en África, encerrados en fortalezas militares. Los presidiarios pasaban por diversas fases, podían redimir penas por el trabajo y, al final de la condena y según la conducta, podían salir a la ciudad a trabajar. Algunos de ellos, al cumplir totalmente, se quedaban a vivir en estas ciudades. El asunto del presidio, que también podría haber dado lugar a buenas novelas, tampoco ha sido muy utilizado. Los presidios peninsulares tienen alguna obra como Los vivos muertos (1920) de Eduardo Zamacois o La Virgen del infierno (1928) del tremendista Alfonso Vidal y Planas, que fue él mismo presidario. Y el de Ceuta fue novelado por Tomás Salvador en Cabo de vara (1958) y, parcialmente, por Palacio Valdés en la novela Santa Rogelia. Baeza Herrazti le dedicó un estudio: El presidio de Ceuta (1985).

Edición francesa



   La novela tiene una tendencia al folletín que se agrava cuando la protagonista abandona la vida lujosa y se traslada a África. La conversión religiosa y el valor de los principios católicos que defiende el autor, operan un cambio brusco en parte previsible por los argumentos sueltos que se dejaron en la primera parte. Al novelista no le interesa la posición geográfica de Ceuta, su proximidad a Marruecos y las cuestiones coloniales. Le interesa, brevemente, la vida del presidio, las condiciones de los penados: Unos tenían un pico en la mano, otros suspendían entre las suyas una carretilla, otros se apoyaban en una barra de hierro. Era un enjambre de hombres sucios, astrosos, de caras macilentas, con ojos traidores y huidos, como los de los animales salvajes. Nada de uniforme; su indumentaria era estrafalaria y ridícula. Unos iban casi desnudos, otros abrigados con zamarrones como si estuvieran en Siberia. Todos revelaban en sus fisonomías el dolor; mas en unos ese dolor se presentaba bajo el aspecto de resignación, en otros de la ira, de la cobardía o del vicio (página 211 de la 1ª edición). Los penados constituyen la hez social, el deshecho del orden. Por tanto es el campo donde practicar las virtudes cristianas y conseguir la redención.


Ediciones italianas
   Las referencias a Ceuta son, como digo, pocas y centradas en la miseria de unos hombres condenados. No hay detalles o situaciones que establezcan los signos de singularidad de Ceuta ni su condición de ciudad española en el continente africano.
Portada de la novelización de la película de 1940
  La novela tuvo éxito y fue objeto de dos versiones cinematográficas. Una de Roberto de Ribón de 1940 con diálogos de Edgar Neville y César González Ruano, y otra de Rafael Gil de 1962.
   Armando Palacio Valdés

viernes, 28 de octubre de 2016

NOVELAS DE LA GUERRA DE IFNI-SAHARA (5): AICHA KANDISHA. LA DESPOSADA DEL DIABLO y EL VIENTO Y LA ARENA de ANTONIO REYES MATEO.

REYES MATEO, Antonio:
-          Aicha Kandisha. La desposada del diablo (BmmC editores. Málaga 2002. 235 páginas).
-          El viento y la arena (Paréntesis. Sevilla 2009. 250 páginas).
   Antonio Reyes Mateo es coronel de Infantería retirado. Comenzó la carrera militar en 1954, por lo que tuvo tiempo de servir en Marruecos y el Sahara. Hombre vinculado a La Legión y a Tropas Nómadas, asistió a la guerra de Ifni-Sahara y a la Marcha Verde. Con esta experiencia vital, y vocación de escritor, publicó una novela en 2002 que, con otro título, reeditó en 2009. En ella hay capítulos dedicados a los territorios africanos que alguna vez estuvieron bajo la autoridad española.

   Como suele ocurrir en este tipo de novela, el autor hace un recorrido biográfico del personaje principal (que puede coincidir o no, en todo o en parte, con el autor). Suelen empezar en la infancia y los motivos que lo llevan a la Academia, mezclan detalles domésticos de poca trascendencia para la trama con el hilo argumental principal. Pero, generalmente, se trata de novelas que no tienen un argumento fuerte ni una intriga definida y se escriben como novelas reportajes de vidas pasadas y hechos distintos a los que vivieron otros hombres de su generación.


   El viento y la arena (tomo el título segundo), puede ser encasillada en ese género.
   La novela discurre por espacios y tiempos diferentes. La infancia del protagonista en algún lugar del norte de España próximo a Santander. Con las necesarias noticias familiares y los impulsos amorosos de juventud. Es un hombre huérfano que se cría con el abuelo, hacendado cántabro. El paso por la Academia Militar y la llegada a Marruecos como profesional de la milicia. Son los últimos años de Protectorado y al joven teniente legionario le corresponde destino en Villa Sanjurjo (Alhucemas). Las estancias en la isla de Alhucemas y el peñón de Vélez de la Gomera, algunas referencias a Torres de Alcalá y los preparativos del abandono del territorio marroquí por las tropas españolas constituyen lo más original del relato. Entendido desde el punto de vista de este blog, es decir narrativa sobre colonias españolas.

   La novela cobra más emoción en las páginas finales cuando el protagonista, una vez abandonado el Protectorado, es destinado al Sahara. El oficial de Tropas Nómadas –como el autor- se ve en el fuerte de Ausert al mando de hombres pertenecientes a la tribu de los Ulad Delim. 1957, las bandas armadas que se rebelan en los territorios españoles tratan de conectar el norte con Mauritania y el teniente sale en persecución de un cabecilla. La tensión del momento, el miedo a la muerte, las reacciones psicológicas que el mismo autor, seguramente, vivió en su momento se transmiten en las mejores páginas del libro. Se está describiendo la batalla de Edchera, el mayor revés de los españoles en la campaña. Las páginas se cierran con un canto a la amistad y a la lealtad de los compañeros de armas y los saharauis.

   Del título de la primera edición se comprende que Reyes Mateo recoge personajes ficticios del imaginario popular marroquí para adornar el argumento. Los diablos o yenun y la Aisha Kandisha, la mujer del demonio, una especie de sirena de interior que atrae fatalmente a sus víctimas. Un símbolo de la muerte que espera y se anuncia en los momentos de combate; en general, en la vida de un hombre.
   Reyes Mateo murió el 4 de agosto de 2020. Su hija publicó en ABC del 13 de agosto de ese año la nota que se reproduce.

jueves, 20 de octubre de 2016

NOVELAS DEL DESASTRE DE ANNUAL (12): LAS CARTAS DEL SOLDADO A SU NOVIA de RODRÍGUEZ LA ORDEN, PACAZOS de MIGUEL TUBAU, LA COLORINA de REYES HUERTAS.

RODRÍGUEZ LA ORDEN, José : Las cartas del soldado a su novia (Imp. Rafael M. Madotell. Sevilla 1921. 148 páginas).
TUBAU, Miguel: Pacazos (Imprenta Santa María. Ripoll 1932. 176 páginas + 3 hojas. Portada e ilustraciones de José Tardiu).
REYES HUERTAS, Antonio: La Colorina (Ediciones Arqueros. Badajos 1928. 204 páginas; Lecturas para todos. Madrid 1933. 29 páginas; Ediciones Hymsa. Barcelona 1943. 198 páginas).



   José Rodríguez La Orden (1885-1927) fue un periodista sevillano que solía firmar con el seudónimo de Carrasquilla cuando publicaba crónicas taurinas. Colaborador del diario El Liberal de Sevilla, en el que a partir de septiembre de 1921 fue publicando unos artículos en forma de carta de soldados a sus novias sevillanas y en las que derramaba gracejo para explicar la vida en campaña. El libro lleva un título en portada (el que mencionamos en la cabecera) y otro en la página primera: Las cartas de los soldados sevillanos a sus novias, a sus madres, a sus amigos. Cuenta con un prólogo del director del periódico, el famoso José Laguillo, que nos indica que se trata de un epistolario imaginativo, de ahí que lo incluyamos entre la novelística del ciclo de Annual. Dice el prologuista: … esta chispeante e ingeniosa correspondencia, cuya resonancia ha constituido sin igual éxito en la gente, que ávida las lee son singular delectación, riendo y solazándose con la propiedad de aquellos espontáneos giros y con aquella franca fraseología, que son palpitación honda y real del alma popular y eco de eso pueblo que hoy deja en los campos de África túrdigas de su carne y con ellas el corazón de millares de madres desoladas.

   El autor de estas cartas apócrifas muestra la guerra desde un aspecto irónico, humorístico. Las cartas no fueron escritas desde el frente, sino desde y para Sevilla y muchas de las referencias hay que entenderlas según el tipo de lector del diario que las publicaba. No hay que buscar crónicas de hechos concretos, ni datos históricos. Sino una visión del soldado español en el frente y las inquietudes que trasmite a sus seres queridos.

   Miguel Tubau (1903-1978) fue uno de esos soldados conscriptos obligados a ir a Marruecos tras la rota de Annual. Fue un hombre autodidacta que publicó dos novelas, una de ellas Pacazos, y algunos libros de poemas en castellano y catalán. Y es conocido también por su dedicación a la fotografía. Algunas noticias sobre él se pueden ver en:

   Tubau, como tantos otros soldados –casi todos-, comprendió la tragedia de aquella guerra. Y, además, elaboró intelectualmente sus pensamientos para desarrollarlos en una novela antibelicista. El prólogo resume sin paliativos la intención de escritos en frases como éstas: …en nombre de un deber marchábamos gran parte de la juventud española, no podía creer, a pesar de las narraciones oídas en boca de otros repatriados, las vejaciones y ruindades que se imponían por obra y gracia de una arbitrariedad inhumana que triunfaba en manos de un patriotismo mal entendido, servil y esclavo de un trono, regido por un ser de instintos irracionales, inconfesables y trogloditas. El advenimiento de la República le permitió publicar sus recuerdos novelados. Una dura crítica de la vida del soldado en campaña: las condiciones higiénicas de los campamentos, la mala comida, las arbitrariedades del mando…; y algo de costumbrismo pintoresquista en la descripción de escenas moras.
 Miguel Tubau
Ilustración de José Tardiu para Pacazos

   El escrito extremeño Antonio Reyes Huertas también dedicó algunas páginas a la guerra de Marruecos. Nació en Campanario (Badajoz) en 1887 y murió en el mismo pueblo en 1952. Era un escritor costumbrista, conservador, evocador de la vida rural y sus ventajas. Había pasado por el seminario y la universidad y ejerció de periodista, llegando a ser director de los diarios extremeños Noticiero Extremeño y Extremadura. En 1928 apareció la primera edición de su novela corta La Colorina, en la que contrapone la vida sencilla del campo extremeño, simbolizado en la dehesa que da título al relato, con los avatares violentos y trágicos de la guerra marroquí. La edición de 1943 está acompañada por otras dos novelas cortas: Cómo era el amor y Cuenta saldada. El protagonista se ve arrebatado de su campo extremeño para acudir a la guerra a Marruecos: La tierra estéril, cuya fisonomía tiene el aspecto roído de un leproso. Calvas anfractuosidades, montañas dentelladas, peñascos mudos, un rescoldo que ahogaba y una visión de páramo andrajosos y sucio donde el alma se sentía aplastada por una losa de plomo (página 73 de la edición de 1943). Las páginas dedicadas a África son pocas, una rápida visión de guerra por el protagonista que acaba herido y el retorno al pueblo como ejemplo del sosiego en la Tierra.
Busto de Reyes Huertas en su pueblo Campanario (Badajoz)

jueves, 13 de octubre de 2016

NOSTALGIAS COLONIALES (10): EL CORAZÓN DE LOS PÁJAROS de ELSA LÓPEZ.

LÓPEZ. Elsa: El corazón de los pájaros (Planeta. Barcelona 2001. 265 páginas).
   Elsa López es una escritora de trayectoria importante que ha cultivado la poesía, la novela y el ensayo. Su biografía puede consultarse en su página web:  https://elsalopez.wordpress.com/

   Nacida en la colonia española de Guinea, vivió allí los primero años de su vida. En su memoria hay recuerdos profundos, más que por la importancia de los momentos vividos por ser los recuerdos iniciales de una vida. Así decidió volver al territorio infantil para publicar una novela con algunas páginas dedicadas a África. Es una novela en la que vuelca su alma poética, bien escrita, amena y evocadora.
Elsa López (de la solapa del libro)
   No es una novela colonial en el sentido estricto porque la mayor parte de sus páginas discurren en las islas Canarias. Sino una novela en la que hay escenas que se desarrollan en Guinea. Pero el carácter intimista que la autora quiere darle a su historia hace que los sucesos de la niña en la colonia sean circunstanciales. No hay partes dedicadas a desvelar la vida de colonos e indígenas, sus relaciones, el orden social colonial desaparecido. Aunque la autora no desaprovecha para apuntar esporádicamente algunos de estos aspectos: Les parten los dedos de la mano –le oía decir a Pedro en la cocina hablando con la madre mientras batía los huevos para hacer tartas de queso y pastel de guayaba- o les meten palillos en las uñas de la mano y del pie para oírles gritar; para que cojan miedo al capitán Herrera y no desobedezcan a “masa” Florentino ni a los otros “masas” de la colonia (página 34).
Óleo de Núñez Losada

   Guinea como metáfora del territorio feliz de la infancia antes de que la vida complicara las cosas y se rompiera el paraíso de los niños. La madurez hace reflexionar a la narradora. Comprende que la atmósfera de felicidad que tienen los recuerdos infantiles tal vez no se corresponde a lo que fue la realidad. El tiempo nos hace humanos, con todos sus problemas. Y en ellos está el secreto de la novela.

viernes, 7 de octubre de 2016

NOVELAS DE LA GUERRA DE ÁFRICA DE 1859-60 (1): MEMORIA DE SANGRE de ENRIC CALPENA.

CALPENA, Enric: Memoria de sangre (Barcelona 2014. Ediciones B. 403 páginas + 1 hoja).

   La llamada Guerra de África, esa especie de invasión temporal y limitada que los españoles practicaron en Marruecos entre 1859 y 1860, fue en su momento muy literaria. La aventura tuvo sus poetas y sus dramaturgos por decenas y, algo menos, novelistas que dedicaron páginas a las gestas militares decimonónicas protagonizadas por guerreros liberales en un momento crucial de la historia española. No podemos olvidar que, entre los escritores importantes que se interesaron por el episodio, estaban Alarcón, Núñez de Arce o Galdós; conservadores y progresistas por igual. Aquella guerra se vio como un intento de superar las luchas intestinas patrias, pero también fue un ensayo de la nueva colonización que acabó frustrado por la oposición francesa y británica que interpretaron estos hechos como algo más que la respuesta a incidentes fronterizos: No querían que ningún país europeo tomara la iniciativa sin el acuerdo general y el reparto preciso de áreas de influencia.

   Después la guerra cayó en el olvido literario. Los escritores españoles prefirieron los trágicos sucesos de 1921 a la campaña victoriosa de 1860. En la derrota de Annual se podía ejemplificar mejor la intención crítica contra el colonialismo y la injusticia, la corrupción y el desprecio a la vida. La guerra de Prim, O’Donnell, Ros de Olano y compañía tuvo su última novela en 1965 –Los Castillejos de Antonio Valverde- y han pasado más de cincuenta años. También se publicó una obra comedia en catalán: A l’Àfrica minyons! de Xavier Fábregas (palma de Mallorca 1972), que tomaba el título de una obra de 1860 de Josep Antonio Ferrer, cuyo estreno en Barcelona es narrado por Calpena en esta novela. Por eso, que ahora Calpena vuelva sobre el asunto con la novela Memoria de sangre tiene mucho de novedoso y de olfato comercial. Originalmente escrita en catalán, nos llega a los lectores castellanoparlantes gracias a la traducción de Laura Paredes.
Enric Calpena
   Lo que propone Calpena es una historia cruzada que comienza en Barcelona en 1851 y acaba en Marruecos en 1860. Por azares del destino, que no debo revelar, la vida del protagonista Joan Gort se cruza con la del delincuente y policía Jeroni Tarrés, justo cuando éste va a cometer el asesinato del periodista liberal Francisco de Paula Cuello Prats. La técnica de mezclar personajes resales y ficticios en episodios históricos no es nueva, pero es eficaz para contar historias y permite sugeriri intenciones en los hechos de los que existieron en la realidad. Nuevos azares llevan a los protagonistas a Ceuta y Marruecos para la Guerra, uno como voluntario de Prim y el otro como enganchado al batallón de presidiarios. Y vuelven a encontrarse, lo que propicia el interés del relato y la tensión en la intriga.
   Pero no es una novela de ambientación histórica de las que se usan ahora, llena de artificios narrativos y de acciones superpuestas destinadas a mantener al lector en constante interés como lo hacían los folletinistas del XIX. Es una novela pausada en la acción, aunque de lenguaje y técnicas sencillos. Desigual en los capítulos. Se recrea en la descripción de la vida barcelonesa de la época y en los entresijos de la guerra africana y su modo de desarrollarse, que el autor conoce bien por tener entre sus actividades profesionales la divulgación histórica. Especialmente interesante, por lo que respecta a Marruecos, son las acciones de las mochilas en Castillejos y el episodio de los 
protagonistas en las batallas de Tetuán y Wad Ras. El lector observa cambios de ritmos, situaciones de espera con conversaciones en el campamento, para llegar lentamente a su culminación con el verdadero asunto sobre el que gira el argumento, la venganza. La tensión acumulada va explotando en el último cuarto de la novela en el que las pasiones personales se integran definitivamente a la ambientación histórica.


Moros bajo una puerta, óleo de George Owen