PUJADAS, Tomás Luis:
El último negrero (Coculsa. Madrid
1954. 124 páginas + 1 hoja. Portada de Segu. Ilustraciones de Julio Giménez).
El Padre Tomás Luis Pujadas Roca nació en Sabadell
(Barcelona) el 24 de mayo de 1904 y
murió en Vic (Barcelona) el 12 de noviembre de 1994. Fue misionero
claretiano, músico y escritor. Recibió el sacerdocio en 1931 en Vic, comunidad
en la que vivía cuando los sangrientos sucesos de 1936. También estudió música
en España y en Roma con el maestro
Casimiro Casimiri. Compuso más de un centenar de obras musicales: misas,
himnos, motetes y cantos marianos... Dirigió publicaciones religiosas como la
revista Iris de Paz. Este
veterano misionero claretiano tuvo una labor literaria relacionada con Guinea
en la época colonial. Fue autor de una notable historia eclesiástica guineana
en dos tomos: La iglesia en Guinea
Ecuatorial (1968 y 1983). Publicó otras obras de historia eclesiástica como
El vicario apostólico de Fernando Poo
(1967) la biografía del catequista guineano José Si Esono Un santo en la selva (1967), un libro de texto Geografía e historia de la Guinea Ecuatorial (1969), una obra de
teatro Héroes de la jungla (1955). Y
la novela El último negrero (1954)
que se incluye en el género de novela misionera en el que también podemos
encontrar obras de otros claretianos como Francisco Onetti, Carlos E. Mesa o
Augusto Olangua.
El último negrero
es una novela de estilo simplón que recuerda la literatura de kiosko. Con mucha acción para resultar entretenida. Pero
el padre Pujadas no intentaba escribir una novela para pasar a la historia de
la literatura; su finalidad era claramente misionera y apostólica. Trató de
escribir una novela que defendiera los valores que transmitían los misioneros.
Por esto, el estilo y estructura tiene un valor secundario. El
autor no fecha los hechos de su ficción, podemos entender que transcurre en la
segunda mitad del siglo XIX, tras el viaje de Chacón, por la importancia que tenía entonces Elobey
en la Administración colonial española y por la existencia de barcos negreros.
El padre Pujadas en Basupú
(Foto tomada de la página web de los claretianos, fondo padre Canals)
Se pueden apreciar dos planos
narrativos.
El padre Alonso es un misionero
que recorre el sur de Río Muni, la zona que entonces era española alrededor de
Cabo San Juan y que se vinculaban a Elobey Grande donde residía la autoridad
colonial. La novela es de 1954, la visión que se tenía entonces del
colonialismo no es la de ahora; posiblemente tampoco la de la misión católica.
Pero el misionero tenía un conocimiento directo de las costumbres indígenas. Y
por otra parte, la persistencia del comercio de esclavos y la aparición de
barcos negreros que aprovechaban la escasa vigilancia para hacer los
cargamentos en connivencia con algunos jefes locales.
(Ilustración de Julio Giménez)
Pujadas se atreve con un tema tabú en la historiografía y en la novela
española de la época sobre Guinea: la esclavitud. En la novela, solo Manfredi
en Tierra negra (1957) hace mención. Es
cierto que los territorios españoles se adquirieron en 1777 con la finalidad de
favorecer una estación en el viaje a Filipinas y para obtener esclavos para la
América española. Pero, como los territorios quedaron abandonados, la autoridad
española no hizo nada. Los gobiernos españoles prefirieron, o se vieron
obligados, a conceder el monopolio del comercio de esclavos a compañías
extranjeras desde el tratado de Utrecht. Cuando se volvieron a ocupar, la trata
estaba prohibida y perseguida. No obstante, algunos españoles siguieron
comerciando con seres humanos y aprovecharon el vacío de poder en Guinea para
poner bases en Elobey o Corisco. Algunos traficantes catalanes y el famoso
Pedro Blanco estuvieron por aquellas tierras. La Armada inglesa destruyó
factorías negreras en Elobey, que estaba bajo soberanía española, y fue una de
las causas que provocó las expediciones de Lerena (1843) y de Chacón (1858). Si
los españoles no ocupaban las islas y ponían autoridad, otros países europeos
iban a hacerlo. Y la autoridad debía perseguir la trata. Es difícil saber si
los españoles de Guinea tenían medios suficientes y si se volcaron en la
persecución de los traficantes. Oficialmente, Guinea quedó fuera de este
comercio. Pero en la memoria de los guineanos están las historias de
traficantes y de esclavos apresados en las tierras de los que hoy es la
República de Guinea Ecuatorial.
España había suscrito los tratados de prohibición de la trata y su
persecución, pero la esclavitud seguía siendo legal en Cuba. Esto dio lugar a
un tráfico que resultó muy provechoso para algunos. Se efectuaron algunas
presas, pero siguieron llegando barcos con negros bozales (como se denominaba
despectivamente en la época a los que todavía hablaban su lengua materna exclusivamente).
La relación de Guinea en la época en que hubo ya autoridad española con el
comercio humano –represión o tolerancia- es un asunto que todavía merece una
investigación amplia.
Por supuesto, el padre Pujadas opta por la visión de combate al
traficante por parte de los misioneros y los militares españoles. No quiero
decir que esto no sucediera así. Además añade un elemento redentor, en todos
los sentidos, para los africanos que era el cristianismo. Es una novela
ingenua, de clara intención ejemplarizante y con detalles interesante porque el
misionero conocía bien el territorio del que hablaba y algunas de las
costumbres de sus habitantes.