BARCE GALLARDO, Sergio: En el
jardín de las Hespérides (Aljaima. Málaga 2000. 187 páginas).
La nostalgia de Sergio Barce es, por decirlo de alguna manera, prestada.
Es verdad que vivió en Larache, pero ya en Marruecos independiente y solo hasta
los diez años. Sus recuerdos son de la especie de la nostalgia por lo no conocido
pero que atrae o fascina. Memoria heredada porque sus padres sí conocieron la
ciudad y el ambiente de la novela. Habrá oído muchas veces anécdotas de personas
que vivieron en la ciudad en la postguerra y hasta el fin del Protectorado. Los
que se fueron con el lógico temor a lo incierto, los que se fueron porque eran
funcionarios o militares obligados a marcharse y los que se fueron traicionando
la ciudad de sus sueños.
Por eso Barce acierta al dar una visión de Larache a medias entre el
abuelo que la conoció y el nieto que llega a conocerla. El autor está entre los
dos. El niño que tiene la ingenuidad de la edad y la curiosidad del
desconocimiento. Y la visión del abuelo es la del antiguo residente nostálgico
ante cuyos ojos van discurriendo hechos que conoció y personajes que pasaron
por un escenario que dejó de existir para siempre porque la situación política
y social es irrepetible. El abuelo que comprende que las cosas cambian y no
vuelven, y las personas también: Sentí no
solo que ya nunca más volveríamos a vernos, sino que todo aquel mundo que aún
atesoraba en mi memoria y en el que convivimos y nos amamos gente tan dispar
también se desvanecía en un pasado irreal (p. 86).
La mirada del viejo larachense que vuelve después de varias décadas es
la que ofrece al lector el dibujo de la vida en la ciudad poco antes de la
independencia. La época de mejor situación económica, cuando los recuerdos de
guerras estaban anestesiados y cuando la convivencia era mejor. Una etapa de la
ciudad abierta, próspera y, por lo tanto, optimista. Es el tributo del personaje
a su ciudad, que el narrador lo tiene como deuda.
Pero también es el relato del fin del Protectorado. La terminación de
una situación política excepcional que acabará con la presencia española, con
la fuente de ingresos que suponía mantener una administración y en ejército, la
marcha de los que estaban empleados en lo público y el lógico temor de los que
no sabían qué les iba a deparar la independencia. Porque, como Barce relata
bien y de manera original pues son temas poco conocidos, los primeros años de
independencia fueron convulsos y estuvieron llenos de incidentes, algunos muy
sangrientos. La nostalgia se tiñe de oscuro, de malos recuerdos. Y la memoria
de un pasado feliz choca con la realidad del presente distinto.
Es una novela amable, bien escrita, un buen testimonio de lo que fue la
vida civil de Marruecos en la etapa española, de fácil lectura y buen regusto de un autor conocedor del territorio y autor de un blog imprescindible:
https://sergiobarce.blog/