viernes, 23 de enero de 2015

NOVELAS SOBRE MARRUECOS EN “LOS CONTEMPORÁNEOS”

La colección Los Contemporáneos, fue una de las dedicadas a la novela corta que más popularidad tuvo en españa. Empezó en 1909 y acabó en 1926 (en total 897 números). Como otras colecciones similares, se caracterizaba por publicar semanalmente unas entregas coleccionables muy bien ilustradas. La lectura era la distracción habitual de la burguesía. Fue una forma de editar común en muchos países europeos. Era la época de las grandes revistas ilustradas y de las colecciones literarias semanales o quincenales, y existía una nómina de escritores de oficio que imaginaban historias, mejor o peor trazadas y escritas, para llenar la demanda de las familias. En general eran folletos de buena factura editorial, encuadernables,  baratos y de calidad aceptable. Los Contemporáneos aparece dos años después que El Cuento Semanal, la otra gran colección. El escritor Eduardo Zamacois, habitual de la segunda, es el fundador de la primera. Pero el éxito le llegó cuando la vendió a Manuel Alhama que ya era fundador y propietario de la revista ilustrada Alrededor del Mundo.
   La colección incluyó algunas obras de teatro y traducciones de autores extranjeros (pocas). Y, en la primera época, se acompañaban los libros de excelentes ilustraciones. La colección pasó por diversas etapas, en las que se fue modificando tanto el tamaño como la calidad del papel. Esta manera de llegar al público, al que le gustaban las historias cortas pero bien trazadas –nada de vanguardias-, moduló una manera de escribir en la que era necesario saber contar bien los episodios para que el lector mantuviera la atención. En fin, una buena investigación sobre la colección es la que dedicó Alberto Sánchez Álvarez-Insúa: La colección literaria Los Contemporáneos., que se publicó en MONTEAGUDO 3ª época, nº 12, 2007, páginas 91-120. Y que se puede leer en: file:///C:/Users/supervisor/Downloads/Dialnet-LaColeccionLiterariaLosContemporaneos-2898801.pdf.
   Claro está que esa manera de narrar, en las que los autores trataban siempre de encontrar un argumento que no siempre llegaba de su imaginación y debían atender a los sucesos de actualidad, tenía sus vicios. José Díaz-Fernández publicaba una crónica titulada Literatura de guerra en el diario Noroeste de Gijón el 17 de marzo de 1922. Escribía: Hace pensar con detención esta literatura de la guerra que nació con los primeros episodios de la campaña y parece prolongarse según la campaña se prolonga. Los escritores madrileños –los de oficio, o por decirlo así, comerciantes de la actualidad literaria- han encontrado un tema mitad folletinesco y mitad teatral para urdir fantasías deplorables y acariciar las imaginaciones un poco ingenuas de esos lectores de novelas baratas que se encuentran en todas las clases de nuestra vida social…    Pero lo que me mueve a escribir esta crónica –comentario nada más- es señalar, aunque no sea más que de pasada, algunas viciosidades de esta literatura, porque con las letras sucede como con las bellas mujeres: han de ser utilizadas noblemente para el placer con el fin de que no dejen nunca de ser honradas. La literatura de esta guerra ha creado un tipo fantástico: el Terciario, dándole un carácter romántico de que carece. Quien ha conocido muchos legionarios y los ha visto luchar y descansar puede hablar de ellos; son los mismos soldados que nutren las filas de otros Cuerpos, iguales  en valentía y en ideal que saben morir como cualquier otro soldado español… falso, de toda falsedad, ese ambiente sentimental de los hospitales donde hay damitas de ojos claros y dulces que enloquecen con los guerreros de una gesta vulgar; falsos, de toda falsedad, esos fracasos de las vidas de unos cuantos hombres que esconden en el anónimo su pasado de infortunio; falsas, de toda falsedad, esas rehabilitaciones de conciencias en el fragor de la batalla.
   La guerra de Marruecos dio contenido a algunas de las novelas de la colección. Dos de ellas, Moros y Cristianos de Pedro Antonio de Alarcón y Cuando se perdió el Regente de Vicente Diéz de Tejada, ya la comentamos en su momento. El resto vamos a repasarlas. La campaña de 1909-13 en el Rif Oriental sirve de escenario a las novelas de Arpe y Olmet, el primero con un relato común en la novela legionaria de delito y huída y el segundo con una obra en la línea patriótica. Olmet, hombre prolífico en lo literario y poco escrupuloso y exagerado en su vida, que acabó muerto por un disparo del escritor Vidal y Planas. Olmet ya había dedicado a Marruecos  una biografía del general Marina y el libro Catecismo de la raza
   Con distinto formato, más pequeño, y ya sin ilustraciones la colección se hizo rentable en manos de Alhama. Nombró director a Mariano García (después de haberlo sido Augusto Martínez Olmedilla) y redactor jefe al granadino Rodolfo Viñas, que había sido redactor de El Sol y que es el autor de La mujer del héroe. Es una novela legionaria, típico relato de amor imposible y refugio en la guerra. Rafael López Rienda es un ejemplo de escritor colonial, dentro de la escasa acepción que tiene ese término en español. En todo caso, es un buen conocedor de lo que pasaba en Marruecos aunque casi siempre sea un defensor de las posturas oficialistas. Soldado de Regulares en las campañas, continuó luego como redactor de diversas publicaciones del Protectorado, escritos de novelas, teatro y guiones cinematográficos hasta su muerte en accidente. Tendremos que dedicarle alguna entrada más extensa. En Los Contemporáneos publicó una obra de teatro en colaboración con Jarnés basada en una de sus novelas y dos relatos: Tánger, pequeño Montecarlo en la que se centraba en el juego y el comportamiento de determinados oficiales con acceso a las cajas regimentales; y Mi legionario, en la que se asoma a la novela legionaria con un cuento de gitanos, amor y milicia. El naturalista y paleontólogo español, aunque se trasladara a Argentina en 1925, Ángel Cabrera estuvo estudiando la fauna en Marruecos en distintos viajes entre 1919 y 1923 cuando trabajaba en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Debió fascinarle el país y sus habitantes a los que dedicó artículos en revistas  y una novela El clavo de la herradura en la que describe la pasión irrefrenable de un cadí por una española. Novela escrita con menos tópicos y más soltura de lo que era habitual en el género. También es pasión lo que siente un marroquí por una monja española en Pasión de moro de Astray Reguera, relato folletinesco de trágico final lleno de moral estricta y poca realidad.

ARPE, C. José de: Carne y Alma (27 de mayo de 1910. Nº 74. Ilustraciones de Cabrera).  
Ilustración de Cabrera para Cuerpo y alma

ANTÓN DEL OLMET, Luis: Un sol bárbaro, muere. (7 de julio de 1911. Nº 132. Ilustraciones de Banda).
Ilustración de Banda

VIÑAS, Rodolfo: La mujer del héroe (20 de marzo de 1924. Nº 791).
Rodolfo Viñas
LÓPEZ RIENDA, Rafael: Tánger, pequeño Montecarlo (22 de mayo de 1924. Nº 800).

Mi legionario (25 de septiembre de 1924. Nº 818).
Rafael López Rienda

CABRERA, Ángel: El clavo de la herradura (29 de enero de 1925.nº 836. Ilustraciones del autor).
 Ángel Cabrera

Dibujo de Cabrera para su novela.
ASTRAY REGUERA, Margarita: Pasión de moro (26 de noviembre de 1925.nº 879).

   Para terminar, Los Contemporáneos publicaron un relato que no es ficción propiamente dicha sino más bien un reportaje costumbrista firmado por Vicente Almela.

ALMELA MENGOT, Vicente: Una boda en Yebala (Crónica marroquí). (19 de mayo de 1921.nº 643).

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