CHARLES, María: Etxezarra
(Anagrama. Barcelona 1993. 230 páginas + 1 hoja).
Mary Sol de Mora
Charles firma sus novelas como María Charles. Es Doctora
en Filosofía y Licenciada en Matemáticas por la Universidad Complutense de
Madrid. Catedrática de Historia de la Filosofía y de la Ciencia en la
Universidad del País Vasco. Además de su obra científica y ensayos, tiene dos
novelas: En el nombre del hijo (1990)
y Etxezarra.
La autora ha escrito una novela muy
personal, con una técnica de escritura más compleja de lo que las novelas de la
guerra suelen, con cambios de narrador, intercambio epistolar, etc.
Posiblemente porque, a sabiendas de todo lo mucho que se ha escrito sobre el
tema, quiso darle un enfoque original y distinto. Y es original; primero,
porque el foco principal del relato se proyecta más sobre la personalidad de
los personajes que sobre la historia marroquí y segundo, porque la acción sigue
muchos años después en España –durante la Guerra Civil- y en Rusia con la
División Azul.
Foto de la autora de la solapa del libro
En la novela se busca la percepción personal
del protagonista de la guerra más que los hechos bélicos. Sucede en los años
posteriores al desastre de Annual, en la reconquista de la zona occidental del
Protectorado. Los hermanos Etxezarra están muy bien descritos psicológicamente,
con detalle, con muchos rasgos para que el lector los comprenda. Dice la autora
en la primera página, como nota de advertencia, que los personajes de esta historia son imaginarios. Es comprensible la
precaución, pero no parece creíble. Los detalles de vida militar de hace un
siglo, los hechos, la situación de unidades en el territorio, las funciones, el
vocabulario que utiliza demuestra que ha tenido referencias directas de
antepasados o conocidos que le han relatado hechos que ha aprovechado en el
relato, aunque no sean los mismos, y caracteres reflejados en el libro. Lo cual
resulta del todo normal.
Por ejemplo, la descripción de la posición
de Zeguelet, en las páginas 60-62, denota un conocimiento grande de cómo eran
este tipo de instalaciones militares, incluso de la vida en ellas: La vida en Zeguelet es plácida y tranquila,
como la de una sociedad de cenobitas. El hastío fácilmente se apodera de los incautos.
Nada reviste aquí importancia y, por lo mismo, todo la tiene. La luz que
permite pasar la lona nos despierta pronto, las siete, las ocho. No obstante,
nos levantamos de diez en adelante y hasta entonces han ido llegando hasta
nosotros diversos murmullos: la descubierta que sale, el cartero, la guardia
que se monta, el parapeto que se retira. A las ocho y media entra mi asistente
con el desayuno: café con leche y torrijas (página 62).
Pero al carecer de una intriga, de una
acción y ser una novela intimista, el lector que no esté muy familiarizado con
la Guerra de Marruecos, puede perderse en la situación geográfica de los
personajes y en el porqué estaban en ese momento en ese sitio. Pero la novela
es el retrato de una familia burguesa, con sus conflictos y sus enredos. La
profesión militar de algunos hermanos los lleva a Marruecos, en la guerra y en
la paz, y la descripción de la situación del militar en el Protectorado, sus
sensaciones, la visión personal de los conflictos que hay en juego y el curso
de la carrera son más importantes que las hazañas bélicas. No obstante, la
narración es muy minuciosa en los detalles militares, como he dicho. A veces
más que en las circunstancias familiares. Novela compleja para leer con calma.
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