VELASCO LIZCANO,
Mariano: Siroco (Autoedición.
S.l. s.a. 362 páginas).
Quizás el autor
debió buscar otro título porque ya existe una novela llamada Siroco y dedicada a la guerra en el
Sahara español firmada por Fernández-Aceytuno. Dejando al margen este detalle,
Velasco ha escrito una novela sencilla pero llena de sentimiento y de emoción. Es
la quinta entrega de una novela río de saga familiar. Sentimientos escritos
porque son hechos que conoce de primera mano, como reconoce en una entrevista: http://www.sidi-ifni.com/index.php?option=com_content&task=view&id=1149&Itemid=1
Ya comentamos otra novela de esta serie: Morir en Marruecos. http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/2018/05/novelas-del-desastre-de-annual-21.html
Ya comentamos otra novela de esta serie: Morir en Marruecos. http://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/2018/05/novelas-del-desastre-de-annual-21.html
Comienza en tierras
manchegas –el autor es de Alcázar de San Juan en Ciudad Real- en la posguerra.
Los duros años de las privaciones, el contrabando, el maquis y la lucha por la
superación de las consecuencias del conflicto. La oposición clandestina al
franquismo de un joven estudiante que, atrapado por la policía, tiene que
cumplir su servicio militar obligatorio en la guerra de Ifni.
Y de ahí viene la
relación de la novela con el África española. En la página 247 Venancio, el
joven protagonista de este relato, llega a Sidi Ifni. El duro servicio militar,
al principio casi como un arresto por sus antecedentes, después como uno más de
los tiradores de Ifni acuartelados en una estancia que tenía poco sentido pero
soportando, como decía uno de los personajes: El juego de la vida consiste en soportar con paciencia las cosas que no
tienen remedio (página 260). El autor pasa deprisa sobre la vida cuartelera
y los lugares de la ciudad. Son breves notas. Hubiera sido más interesante
pararse en esos detalles que no tienen mucha literatura y que tendrían la
curiosidad de mostrar un modo de vida perdido. Es verdad que cada vez hay más
libros de testimonios sobre la mili en Ifni y Sahara, pero una exposición
novelística de esta materia no resultaría mal. Pero es también cierto que hay
pocas novelas bélicas españolas salvo las dedicadas a la Guerra Civil.
Lo más trascedente
del relato, desde el punto de vista
colonial, llega en la página 273 cuando el abrumado protagonista llega a Tiliuín.
La referencia a esta posición podía haber sido lo más novedoso de la novela
porque pocas veces se ha detallado la situación en las posiciones interiores
atacadas en 1958, pero no se detiene mucho. Su intención es describir el estado
de ánimo abatido del protagonista: el abandono, la soledad y el tedio. Acompaña
una fotografía muy buena que aclara la descripción: Tiliuín parecía enclavado en mitad de la nada. Un recinto amurallado
con torres defensivas intercaladas a lo largo de su perímetro y en sus
esquinas, unas vastas planicies en su interior y los pocos edificios necesarios
para el desarrollo de la vida militar y administrativa de la posición
(página 273). Las posiciones trataban de ser el centro político y militar de
una comarca, el lugar en donde nacerían las futuras poblaciones, siguiendo el
modelo francés que se implantó en Marruecos mediante las intervenciones.
A partir de aquí,
la novela se convierte en un relato casi periodístico del comienzo de la guerra
empezando por el intento de toma de Sidi Ifni por los rebeldes y, sin que el
autor entre en muchos detalles, los ataques a las posiciones de Telata de Isbuía.
Pero la emoción del relato vuelve a Tiliuín (ya asediado por las bandas
rebeldes) en Venancio, el joven protagonista, atrapado y defendiéndose. Las
escena de sitio y defensa tienen fuerza narrativa y verosimilitud. Pero también
concisión. Era una situación interesante, con conflicto, emoción, acción y
realismo. Tal vez debió aprovecharla más. Liberado el puesto, vuelve a
describir acciones bélicas en Tenin y Tiugsá para acabar con las Navidades en
Sidi Ifni y la paz.