PASCUAL, ANDRÉS: El
árbol de las palabras (Espasa. Madrid 2024. 529 páginas).
Andrés
Pascual ha escrito una novela de reconstrucción. Es decir, una novela donde
trata de recrear la vida colonial en la Guinea española y que, a falta de
fuentes sobre lo cotidiano, hay que ir suponiendo con labores de arqueólogo
literario. Hay en su obra un deseo de explicar el desarrollo de las gentes en
la colonia en una época muy temprana, en la que apenas había españoles y las
fiebres acababan con las expediciones de manera expeditiva. Para poder trazar su
concepción del pequeño universo tropical, idea varias ficciones paralelas.
Quizás el deseo de explicar la historia, de contener entre sus imaginados
episodios retazos de la historia real, acumular hechos y situaciones, hace que
la intriga decaiga y se resienta la acción.
La
reconstrucción de la vida colonial tiene dos caras: colonos e indígenas. Si la
parte occidental es complicada (ya digo que hay pocos escritos de los primeros
habitantes narrando sus peripecias), la segunda es todavía más por las mismas
razones a las que hay que añadir la incomprensión de los europeos del mundo
bubi. Por este motivo, y por el deseo del autor de llegar al lector
contemporáneo, hay algo anacrónico en las relaciones entre guineanos y europeos
y en el protagonismo de las mujeres. Los bubis no tenían la facilidad de trato
con los españoles que se presume en algunas escenas del libro. Y las mujeres
españolas que en esa época habitaban la colonia se contaban con los dedos de
las manos, estaban todas casadas y llevaban una vida subordinada. La mayoría de
los colonos acudían solos, dejando a las familias en la península por el temor
a la enfermedad y por la falta de posibilidades educativas.
Evidentemente
el autor, que tuvo antecedentes familiares en Guinea, se ha documentado bien
sobre el lugar y su historia. Al final ofrece una pequeña bibliografía, aunque
de la lectura se extrae la certeza de que hay muchas más lecturas y una larga
memoria familiar. En este aspecto, la novela responde al deseo del autor de
hacer llegar al lector que desconoce estos episodios, los hechos de la
colonización pionera y casi titánica. Novelando, al fin y al cabo, Andrés
Pascual se ve obligado a trazar un argumento principal con varias
ramificaciones. En este aspecto ficticio, de imaginación, es donde la vida
colonial está peor dibujada. Por no caer en un reportaje histórico, abrió
caminos que no se cerraron bien. En ocasiones la intriga es muy leve y tiene
que sorprender con nuevas historias como la llegada de Iradier en la página
258. Esta acumulación de hechos y personas, el cambio de geografías y el salto
cronológico final, hacen perder una cierta cohesión al relato principal.
Lo
principal del libro es la reconstrucción colonial, la descripción de un modo de
vida pasado, irrecuperable y desconocido.
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