HERNÁNDEZ MIR, Francisco: La tragedia del cuota
(Una escuela de ciudadanos). (Pueyo. Madrid 1922. 181 paginas; CIAP. Madrid
1923. 181 páginas + 2 hojas. Prólogo de Manuel Machado).
Francisco Hernández
Mir fue lo que se denominaba un periodista de raza. Uno de los pioneros de la crónica
bélica en España y un atento seguidor de todo lo relacionado con Marruecos.
Había nacido en Sevilla en 1871 y murió en Madrid en 1956. Muy joven empezó a
escribir. En 1893 acude a Melilla para seguir la guerra de Margallo, quizás sea
esta ocasión la que señala el nacimiento del reporterismo de guerra español.
Entonces era enviado de El Porvenir sevillano y sus crónicas las recogió
en un libro: Farrucos y gallinas (1894) http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000089918&page=1
.
Fue director de varios diarios sevillanos: El Noticiero
Sevillano a finales del siglo XIX, El Progreso hasta 1907, y en 1908
se convierte en editor de El Combate que sólo duró un año. En 1919 está
en Madrid trabajando para El Liberal, pero vuelve a Sevilla para dirigir
La Monarquía en 1920. Acudió también a la guerra de 1909 y publicó las
correspondientes crónicas, aunque no las recopiló en libro. Al estallar la
guerra del Rif en 1921, es enviado por el periódico madrileño La Libertad
para seguir los hechos. De esta experiencia surgieron decenas de crónicas que
recopiló en varios libros: Del desastre al fracaso: un mando funesto
(1922); y los cuatro volúmenes de Del desastre a la victoria (1922-1926)
I Ante las hordas del Rif; II Del Rif a Yebala; III Alianza
contra el Rif; IV El Rif por España (1926). Más tarde completaría su obra
marroquí con La dictadura en Marruecos: al margen de una farsa (1930). Durante la II República se afilió al Partido
Republicano Radical y fue gobernador civil de Albacete y Almería durante la
etapa lerrouxista.
Sus vivencias
africanas lo empujaron a escribir una novela ambientada en Marruecos durante la
guerra contra Abd el Krim. Su protagonista es un soldado de cuota en la versión
de aquella época. Es decir, no el que se libraba del servicio militar mediante
una redención a metálico sino el que, mediante pago, podía reducir el tiempo de
permanencia en filas y elegir el destino. Sistema vigente hasta la Guerra
Civil. La incorporación el Ejército de estos hombres, provenientes de familias
acomodadas, produjo algunos efectos intangibles que Hernández Mir quiere reflejar.
En primer lugar, los oficiales y –sobre todo- los suboficiales iban a moderar
el maltrato y el abuso en presencia de hijos de familias influyentes. En
segundo lugar, la universalización de la prestación hizo convivir a conscriptos
de distintas extracciones sociales y procedencias geográficas, lo que permitió
un conocimiento mejor de la realidad del país. Aunque esto, como está claro,
dependía de la sensibilidad de cada quién. Estas ideas, propias de un
reformista republicano moderado, son las que subyacen en la novela de Hernández
Mir. No se trata de una gran obra literaria, sino de una obra pedagógica. El
autor aprovecha la difusión popular de la novela para lanzar su visión del
asunto. No era un anticolonialista, ni un antimilitarista furibundo; pero entendió
que muchos de los peores aspectos de la tragedia se debieron a la
improvisación, la negligencia y el abuso. El ejército igualaba a todos en el
nivel de miseria de los campamentos del frente y el autor subtitula su novela: Una
escuela de ciudadanos.
El cuota
protagonista -Pepín Gómez de la Riva- es un pollo bien hijo de senador
vitalicio de los que hizo fortuna con la corrupción de las contratas. Su padre
le paga el dinero correspondiente y accede a un regimiento de guarnición en
Madrid que le permitía seguir llevando la vida muelle que acostumbraba. Los
sucesos de Melilla obligan a que el regimiento se una a la fuerza
expedicionaria y el conscripto, como todos los demás, se ve embarcado rumbo a
la guerra: …faltaba gente para completar los cuadros y hubo que apelar a
todos los que en la lista figuraban, nutriendo así con retazos de un regimiento
un batallón incompleto, sin acémilas, sin ametralladoras, casi sin fusiles, y
desde luego con gentes que apenas sabían disponerse a recibir instrucción para manejarlos.
Fue un crimen enviar a la guerra soldados sin noción de lo más elemental para
hacer frente a enemigo tan duro; pero como lo esencial era dar al país la
sensación de que se hacía un esfuerzo proporcionando a la cuantía del agravio,
se cometió ese delito de lesa patria y se hizo una vez más la comedia
lamentable (páginas 23-24).
Ante las hordas del Rif
Del Rif a Yebala
Escrita con la
facilidad de cronista, rápido en los detalles y sin mucho fondo, el libro es
ante todo un alegato moralista. Unas escenas de cuartel, blocao y campamento en
las que se combina la crítica de la imprecisión y el abandono con la esperanza
regeneradora del sufrimiento del soldado. Los regimientos se agrupan en Tetuán
antes de salir al frente; los soldados conocen los rigores de la escasez y el
sufrimiento de la falta de preparación. La batalla descrita sin emoción, sin
protagonismos. Los personajes adocenados como anónimos figurantes. El cuota es
herido en el campo de batalla, nada grave. Pero la herida le llevará a conocer
el sufrimiento de los hospitales de sangre y la recuperación se complica con
infecciones y parásitos adquiridos en los centros sanitarios. Lo que no mataba
el moro, lo remataba el contagio hospitalario. La regeneración la impone las
rudas condiciones de la milicia; tanto a los hombres si esperanza que llegaban
al Tercio como a los señoritos ajenos a la realidad social que son obligados a
acudir a la guerra a pesar de su condición de cuotas. El final es una moraleja,
la apertura del cuota a la vida real. Una novela simple y literariamente
decepcionante pero que muestra una manera de pensar de ciertos autores
reformistas.
Alianza contra el Rif
El Rif por España
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