MARTÍNEZ, Iñaki: La ciudad de la mentira (Destino. Barcelona 2016. 460 páginas).
Al igual que ocurre con las novelas del desastre de Annual, se está viviendo un resurgimiento de novelas que tienen a Tánger como escenario. Pero el Tánger colonial, internacional. Podríamos decir que el Tánger irreal, inexistente, creado a través de muchas ficciones. Una ciudad de cabarets, espías, escritores, contrabandistas, putas y pícaros donde las relaciones no eran nunca lo que parecían y las apariencias eran falsas. Martínez aprovecha esta idealización, situando la acción de su novela en el primer momento de la II Guerra Mundial con la ciudad tomada por tropas españolas y un bullicio diplomático importante. El autor lo dice así: Debo decir, sin embargo, que pese a mi esfuerzo por describir rincones y costumbres de sus habitantes, lo considero un relato de “extranjeros” en Tánger. Los personajes principales, y muchos de los secundarios, son europeos y americanos; “nazarenos”, como los llamaría un musulmán devoto (página 457).
Al igual que ocurre con las novelas del desastre de Annual, se está viviendo un resurgimiento de novelas que tienen a Tánger como escenario. Pero el Tánger colonial, internacional. Podríamos decir que el Tánger irreal, inexistente, creado a través de muchas ficciones. Una ciudad de cabarets, espías, escritores, contrabandistas, putas y pícaros donde las relaciones no eran nunca lo que parecían y las apariencias eran falsas. Martínez aprovecha esta idealización, situando la acción de su novela en el primer momento de la II Guerra Mundial con la ciudad tomada por tropas españolas y un bullicio diplomático importante. El autor lo dice así: Debo decir, sin embargo, que pese a mi esfuerzo por describir rincones y costumbres de sus habitantes, lo considero un relato de “extranjeros” en Tánger. Los personajes principales, y muchos de los secundarios, son europeos y americanos; “nazarenos”, como los llamaría un musulmán devoto (página 457).
A una primera
impresión de reconstrucción histórica, al lector le sigue una sensación de
impostura. Hay muchos sitios y personajes que no se corresponden. Forma parte
de la trama, de la intriga que el autor quiere buscar. Aparece una mujer
joven, americana y viuda que cree querer
escribir una novela o libro de viajes, pero sin estar muy segura. Es captada
por el cónsul americano para su servicio de información. El obispo de Tánger, a
pesar de ser una mujer sola y joven, le pone como cicerone a un sacerdote joven
también para que le enseñe la ciudad a fondo. El autor aprovecha para
enseñárnosla a los lectores, esos recorrido turísticos muy del gusto de la
novela tangerina. La mujer, incomprensiblemente, se hace amiga y confidente de
la dueña de un prostíbulo al que acude con frecuencia. Y, como motivo de
intriga, se empieza a hablar de un posible tesoro de los judíos huidos de
España o huidos de los nazis en Europa. El otro personaje importante es un
empleado del consulado americano.
Las acciones
paralelas se superponen. Los personajes tienen vidas que caminan por sendas
distintas pero con algunos puntos de encuentro. El autor pasa de una a otra. Le
interesa más la intriga que el estilo, por eso cuesta entender los tiempos
muertos, la relajación en la tensión del argumento y el contrapunto que se
pierde en detalles fútiles con riesgo de hacer perder el hilo. El misterio del
tesoro desaparece, se centra en el melodrama del sacerdote. Al final, el asunto
es el desembarco americano en Marruecos; la operación Antorcha contada parcial
y brevemente, con el centro en los activistas republicanos vascos que
participaron. Entre tanto, nuevas acciones y nuevos personajes son
introducidos. La historia muchas veces la cuentan los mismos personajes en unos
diálogos innecesarios, mientras comen y beben es escenas repetidas.
El autor. Fotografía de Alejandro Tinoco en la solapa del libro.
La ciudad de Tánger
ofrece a los novelistas muchas posibilidades. Pero el Tánger que fue o pudo
haber sido se mezcla con el Tánger idealizado, inventado o inexistente que la
imaginación o el interés del novelista crea para estructurar sus historias. Tal
vez por eso sea la ciudad de la mentira. La narración caleidoscópica tiende al
laberinto. No aburre, pero no logra enganchar por la diversidad de acciones
paralelas.
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