VERA
SALAS, Antonio: Zoraida
(Novela mogrebina). La ciudad de las mil
fuentes (Poema hispano-mogrebino) (Imprenta de Mario Anguiano. Madrid 1916.
146 + 49 páginas).
Antonio Vera Salas fue un militar español de
Infantería que tuvo destinos en Marruecos y Argelia, lo que le hizo conocer el
país y sus habitantes. Hombre de inquietud intelectual y aficionado a escribir,
es autor de varios artículos sobre el territorio marroquí publicados en la
revista Memorial de Infantería, entre
1900 y 1919. Y de dos libros: Porvenir de
España en Marruecos (1916) –que es una colección de carta sobre la guerra y
la política colonial que se estaba practicando entonces-, y El Rif oriental (1918), que lo sitúan
entre los militares africanistas ilustrados. Además, publicó dos obras de
teatro Famma –ambientada en la guerra
de 1911 en los alrededores de Melilla- y
El deber (estrenadas en el teatro
Cervantes de Jaén en 1913), y dos relatos reunidos en un solo libro del que nos
ocupamos ahora. Murió en campaña, en Kudia Rauda el 19 de junio de 1919, cuando
era comandante y se luchaba contra El Raisuni cerca del Fondak de Ain Yedida.
Su cadáver fue recuperado en 1922, cuando se reconquistó la posición.
Vera trata de dar la imagen misteriosa de
Marruecos que correspondía a lo que los españoles esperaban. País cerrado, cuna
de leyendas sangrientas y de amores exaltados. Casi siempre detrás del gusto
exotista hay una mentalidad colonial. Recrearse en describir sociedades
desordenadas, violentas, injustas y, en paralelo, ofrecer el orden y la
organización de un país europeo es una misma visión de las relaciones
internacionales.
Quizás hace cien años, cuando se publicó
esta novela, fuera un libro novedoso y atractivo. De Marruecos se conocía poco
y el exotismo modernista estaba en auge. Hoy nos puede parecer un libro poco
original y con esa prosa recargada con la que los autores españoles describían
los ambientes árabes: La noche reina. Las
estrellas duermen en cielos impenetrables; la luna, aun vaga en otras regiones
del éter; la negación de la luz es completa (página77). Otro ejemplo: La zambra seguía báquica; la alegría
musulmana es como sus penas, odios y amores; grande, fuerte, intensa, salvaje y
como sus ciclópeas montañas, desquiciada como sus cavernas y abismos, atrevida
como las aristas de los cantiles de sus rifeas peñas, que entre brumas rompen
los cielos; una zambra musulmana no tiene comparación con la bacanal parisién
ni con la juerga andaluza, va más allá, mucho más lejos, y como todo pecado,
los tules de su hipócrita ejecución son más tupidos que los más espesos que
forje el engañador europeo (página 105). Y una intención de acentuar el
misterio de oriente como una característica del país y, por ende, de este tipo
de literatura. Ya sabemos el derrotero que siguen estas novelas: Raptos,
musulmanes que tratan mal a sus mujeres y amores interraciales en los que el
europeo redime a la bella musulmana. Y los consabidos tópicos antisemitas: … algunos hebreos, ora con negro fez, ora
con el femenil y vejatorio pañuelo en sus cabezas, procuraban engañar y adueñarse
del dinero, única patria que Dios les dejara… (página 84).
Tapiró. Belleza tangerina. Dahesh Museum of Art, Nueva York
A día de hoy, los artículos y ensayos de
este autor parecen más interesantes que su ficción, aunque ésta se encuadre en
una mentalidad y gusto muy característico de la época en que se escribió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario