CASES, Antonio:
Los amores de Alfonso Reina (Imprenta
de Artes y Letras. Madrid 1923. 220 páginas + 2 hojas).
-
No
quiere morir (Novela heroica). (Imprenta de Félix
Moliner. Madrid 1924. 211 páginas + 1 hoja. Portada de Climent).
-
Águilas
de acero. (Imprenta Martosa. Madrid s.a. 209 páginas + 2
hojas).
Antonio Cases fue un abogado que escribió varias obras de temas
jurídicos y un novelista con más de media docena de títulos. Fue también
periodista o colaborador de prensa. Y de esta colaboraciones surgieron otros
libros: Tánger, dignidad nacional
(1922) en el que recopiló las entrevistas realizadas a personalidades
nacionales sobre el contencioso tangerino y que se publicaron en el diario
Marte en 1915; Al nivel (pedagogía y
Marruecos) (1923) o Con el índice en
el mapa.
Cases se interesó por marruecos
en algunos de sus artículos y en dos de sus novelas. En esta línea, está
escrita No quiere morir, un relato de
exaltación patriótica tras los acontecimientos en Marruecos. La primera edición
de la novela llevó el título de Los
amores de Alfonso Reina. Pero no debió gustarle el resultado a Cases que se
puso a corregirla y pulirla. Lo confiesa en el prólogo: El novelista fue más allá de lo que la prudencia aconseja… Se olvidó de
muchas cosas porque, sin duda, tuvo presente tan solo su condición de escritor.
¡Y es que la vanidad ciega! Con el dolor del padre que sacrifica a si hijo, he
destruido la novela original y doy ahora a la luz pública esta otra, podada,
mutilada, revocada si se quiere, libre, en fin, de las exuberancias y de los
impulsismos de quien para seguir andando no se cuidó de mirar hacia atrás…. (páginas
11-12). No debió destruir todos los ejemplares porque algunos ruedan por las
librerías de lance todavía.
La intención del autor, que fue procesado por masón después de la Guerra
Civil, está clara desde las primeras páginas. Defiende la visión ortodoxa de la
bondad colonial, propia de la época, y desprecia las agresiones rifeñas contra
los españoles. En esos momentos era un ferviente defensor del golpe de Primo de
Rivera, quien dedica palabras elogiosas al autor. Se había derrumbado parte del prestigio militar del pueblo más militar
del mundo. Un ejército fuerte se veía arrollado por turbas a quienes enloquecía
el pillaje y el afán de venganza. Kilómetros y kilómetros eran abandonados por
tropas que caían enseguida en poder de tribus salvajes que ejercitaban en
aquéllas su ferocidad musulmana. ¡Marruecos! (página 19). Se encuadraba dentro
del sector patriota de defensores de la intervención e Marruecos y de la guerra
como solución definitiva para la pacificación.
La novela transcurre en Zamora en 1921. Una pequeña ciudad provinciana
en la que varios personajes notables se encuentran para hablar de la campaña de
Marruecos. Podría haber ideado una intriga sobre la situación de combatientes
desaparecidos sobre los que nada se sabía y la angustia de sus allegados. Pero
la técnica es más simple. Es una novela de conversadores, de opiniones que –al
final- parece ser la misma opinión del autor con algunos matices. De la lectura
se extraen varias conclusiones:
·
La situación a la que se llegó es fruto
de una larga serie de errores y negligencias de los políticos, más interesados
en su posición personal que en el interés de la patria.
·
Que en ese punto los militares tienen
que acudir a poner orden y restaurar el honor nacional y la seguridad. Un guiño
claro al dictador Primo de Rivera por un escritor que había publicado varios
ensayos de contenido militar. Y que escribe al final del libro con un epílogo
de dos frases: ¡Y el cambio vino! Lo trajo el destino de una nación que no
quiere morir… (página 213).
·
Que la restauración del honor se
consigue con el sacrificio de muchas personas que componen el ejército en
África, desde el más alto general al último recluta. Pero el sacrificio es un
deber del hombre ante la sociedad y debe asumirlo con orgullo.
Es ejemplificador de esto el diálogo que pone fin a la primera parte de
la novela:
-
Y
de este modo, Santiago, si con tu regreso coincidiese el fin de la guerra… ¡qué
glorioso sería nuestro amor!
-
Sí;
porque, como yo, salen para África todos los soldados, y llevan fe en el
triunfo.
-
Venguémonos,
Santiago, de Annual, de Zeluán, de Nador, de Monte Arruit…
-
¡Oh!
Si pudiéramos borrar el pecado de ayer…, el pecado de cobardía, el pecado de
incompetencia, el pecado de inmoralidad…
-
Y
traer a los prisioneros, que eso es el entumecimiento de la Patria.
-
Yo
creo que hoy, como hace siglos, cada soldado español lleva a África el orgullo
de un rey.
-
Pero
tal como los reyes antiguos, que no podían sobrevivir a su deshonor
(página 89).
Pero lo especial de Cases es su
evolución personal y política y su cambio en la manera de ver los hechos. Cases
publicaría después otra novela corta donde se refería a Marruecos. Águilas de acero –que da título al
libro- es un relato publicado con otros tres en 1927 ó 1928 (el libro no pone
fecha de edición). Se trata de una historia de aviadores sudamericanos que
acaban en Marruecos. Pero la visión de Cases cambia, ya no es una novela de
patriotismo sin crítica, sino que habla de la corrupción, de los negocios
sucios y las malversaciones que se hacían con el dinero que el gobierno enviaba
a país. La visión es pesimista, destructora. La ilusión colonial se había
convertido, a los ojos del escritor, en un enorme foco de delito. Y el caudillo
rifeño Abd el Krim en una sombra buscando una salida.
Es interesante comparar esta evolución en un mismo escritor. Quizás la
realidad pudiera con la ilusión y los hechos con los ideales. Cases no es un
escritor brillante, su técnica es discursiva y sencilla. El lector no puede
esperar hallazgos ni tensión, no hay sorpresas en la redacción. Es una muestra
más de plasmación de la mentalidad colonial pero, en este caso, marcada por la
evolución.
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