HERNÁNDEZ LAFUENTE, Adolfo: El
honor del guerrero (Cálamo. Madrid 2004. 461 páginas).
Hernández Lafuente
es un alto funcionario nacido en Ceuta, conocedor del Protectorado y autor de
tres novelas aunque solo ésta sea de ambiente colonial. Sabe que abordar en la
novela en final del colonialismo hispano-francés en Marruecos era un tema casi
inédito y aprovechable y publicó en 2004 El
honor del guerrero, que ofrece un relato de esta época en varios planos. En
primero lugar, la situación personal del coronel protagonista, su visión de las
cosas y su colocación histórica ante unos hechos inevitables. Por otro lado,
los acontecimientos que se vivieron en los años cincuenta del siglo XX en
Marruecos cuando el nacionalismo marroquí, bien organizado, comprende que están
ante el final de la intervención del país por los europeos y se deciden a dar
la batalla política final para lograr la independencia y gobernar el país. La
acción de los servicios de información españoles, militares, y su relación con
los falangistas que en esa época todavía gozaban de un gran poder. Por último,
la actitud de España y Francia ante los acontecimientos.
El honor del guerrero es una novela
seria, sin concesiones al lector que busca aventuras, intriga y acción en
escenarios exóticos y momentos históricos especialmente convulsos. Pero no es
un thriller típico, aunque a veces utilice esa técnica narrativa. Es una novela
con gran contenido político que quizás requiera de conocimientos de los
acontecimientos para comprenderla. Una novela que merece una lectura pausada
para comprender todos los detalles que trata. Porque el autor no solo escribe
sobre el final del Protectorado, los intentos de prolongarlo con diversas
fórmulas y las rivalidades franco-españolas, sino que aborda otro tema
apasionante como es el poder del nacionalismo marroquí y su enfrentamiento con
el modo tradicional del gobierno del Marruecos rural. En sus páginas aparecen
El Glaui y el general Ufkir y sus intrigas frente al naciente Istiqlal que
dominaba al sultán Mohamed V. En cada bando (españoles, franceses y marroquíes)
hay divergencias y contrariedades, no son bloques monolíticos y los intereses
no siempre coinciden. En el bando español, la rivalidad entre los servicios
secretos del Ejército y los de Falange ponen de relieve la lucha por el poder
en la España franquista.
Más allá, el autor
también quiere dar una imagen compleja del Protectorado. En el caso español, un
territorio poco rentable económicamente y, en consecuencia, excesivamente
militarizado y funcionarizado. Un colonialismo suave con el natural de las
tierras y con cierta tolerancia hacia los nacionalistas. En ese mosaico, el
autor sabe que la figura del interventor, una élite militar, merece un singular
detenimiento. Hay varias páginas donde se refiere a ellos y a su manera de
comprender el colonialismo, concretándolo en la figura del coronel Vega (uno de
los protagonistas):
Algunos de nosotros éramos gentes que
hacíamos imposibles, porque carecíamos de los medios necesarios para realizar
la empresa que llevamos a cabo. Con los reducidos capítulos que nos asignaban
del presupuesto y con un ejército de alpargatas, nos atrevimos a convertir este
territorio en un país moderno. Y ese esfuerzo nos vinculó a esta tierra.
Amábamos nuestra jurisdicción porque estábamos unidos a ella (página 76).
Estaba convencido de la veracidad de la obra
del Protectorado: llevar a cabo la administración del país apoyándose
sinceramente en los cuadros naturales; preocupándose de la formación de
aquellos hombres; ejerciendo la intervención de sus gestiones de manera
discreta y leal, pero también firmemente; asegurando la colaboración y la
asociación constante e íntima del protector y del protegido para el estudio y
solución de los problemas (páginas 91 y 92).
Hernández Lafuente
aprovecha el final de la etapa colonial en Marruecos para presentar un
literario balance del colonialismo. Hay un resto bueno de aquella época, unas
obras que quedaron para aprovechamiento de los marroquíes. Aunque se hicieran
con imposición, a la fuerza. Incluso aunque se hicieran para aprovechar, en
primer lugar, a los propios colonos que explotaban el territorio: Veintitantos años atrás aquél era un paso
inseguro. Comunicaciones fiables, transporte, comercio y seguridad habían
llegado con los españoles, en su acción benefactora. Pero, ¿quién se
beneficiaba más de estos adelantos? (página 233).
La riqueza de
situaciones, de personajes y de acciones resume un momento histórico
irrepetible.
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