GONZÁLEZ, Javier: Cinco
segundos (Madrid 2012. Evohé. 455 páginas)
La novela de Javier
González no suele citarse en la bibliografía sobre novelas acerca de la colonia
de Guinea española. Es extraño que haya pasado tan desapercibida para los
africanistas porque se trata de una novela que mantiene la atención del lector,
resulta amena e interesante y es la cuarta de un autor que ya había tenido
cierto éxito en la novela de ambiente histórico y que ha sido traducido, según
confiesa la solapa, a diecisiete idiomas.
Cinco segundos es una novela de intriga,
más imaginativa que histórica. El protagonista, un estudiante de Derecho, acaba
contactando con un grupo de militares en la reserva que tienen su sede en el Casino
Militar. Personajes a los que se les coge cariño por su idealismo desfasado y
su modo de vida pintoresco. Quieren ir a Guinea en una expedición como las del
siglo XIX y toman como patrón la que hicieron el marino Manterola y el cónsul
Guillemard de Aragón en 1845.
La novela es muy
compleja de trama puesto que reúne varias acciones en diferentes etapas
históricas. El comienzo no tiene nada que ver con la continuación en la que el
protagonista acaba viajando a Guinea pero con otra compañía. La acción derivará
en un thriller político que recuerda a algún proyecto de golpe de estado contra
el presidente Obiang utilizando mercenarios. Entrelazada con esta historia, el
autor rompe el ritmo con una narración sobre la etapa de tráfico negrero en la
isla de Bioko. La ausencia de autoridad en el territorio entre 1778 y 1845, fue
aprovechada por negreros árabes y europeos y Javier González cree conveniente
introducir aquí algunos capítulos sobre la vida de un bubi apresado y vendido,
su paso por Etiopía y su llegada a Jerusalén, el arca de la alianza y su
desaparición.
Son argumentos
desiguales que confluyen al final en una única explicación que, por respeto al
autor, no voy a desvelar.
La conexión del
relato con la etapa colonial de Guinea Ecuatorial es la figura de Nicolás
Manterola. Desde 1778, cuan los restos de la expedición del conde de Argelejo abandonó
la isla de Fernando Poo, hasta 1843 cuando el marino Lerena llegó de nuevo, las
posesiones españolas del golfo de Guinea habían quedado abandonadas. Esa
desidia o negligencia política hizo que el lugar fuera tomado por traficantes
de esclavos y gente sin escrúpulos. Ante la falta de autoridad española, los
ingleses organizaron expediciones a partir de 1827 y fundaron una pequeña
ciudad donde acoger a sus militares, comerciantes y empleados que llamarían
Clarence, luego sería Santa Isabel y hoy Malabo. Cuando los ingleses quisieron
comprar las islas españolas, hubo una fuerte reacción política en contra y la
reina se vio obligada a considerar la colonización de los territorios. Para
ellos se mandaron varias expediciones: Lerena (1843), Manterola y Guillemard de
Aragón (1845) y Chacón (1858).
Caldera de Luba
Javier González
aprovecha la figura del marino Nicolás Manterola para un relato lleno fantasioso
y movido en el que está presente de manera principal la trata de esclavos, a la
que se dedicaron algunos de los principales habitantes (blancos y negros) de
esa ciudad en el momento.
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