BENDAHAN, Esther: Déjalo,
ya volveremos (Seix Barral. Barcelona 2006. 236 páginas).
Cuando uno empieza a leer un libro sobre los
judíos de Marruecos cree que se va a tropezar con un relato melancólico acerca
no de un paraíso perdido (porque los judíos saben que Marruecos no fue nunca un
paraíso para ellos), pero sí sobre un mundo perdido. El mundo de una comunidad
con sus reglas, sus costumbres ancestrales, su modo de relacionarse, de comer,
de vivir que, con la emigración masiva a otros lugares, desapareció
definitivamente. Historiar lo que ya no existe es atractivo y original. La autora
inicia el libro con dos páginas que dicen –al principio y al final- así: Uno es del lugar donde aprende a separar la
luz de la oscuridad (página 13) y Uno
crece cuando aprende a separarse de los demás (página 14).
La novela discurre por la memoria del mundo
perdido, la comunidad judía de Tetuán al final del Protectorado. Un recorrido
familiar, íntimo, que se engrandece al ampliarlo a toda la comunidad por medio
de relaciones sociales. Una visión inocente de una niña que va descubriendo los
secretos del momento y de los suyos y que el lector, que también lo va
descubriendo, hace suya.
No es adelantar ningún secreto del libro el
hablar del éxodo. Fue lo que ocurrió y es lo que se cuenta desde un punto de
vista subjetivo, propio. La situación se hacía insostenible por la permanente
disputa entre árabes e israelíes. Se vio la necesidad de abandonar una tierra
que se tenía como suya para evitar una confrontación o una marginación. Ya nunca más eso de sucio judío. Se acabaron
los escupitajos inocentes, la humillación del favor, la sonrisa servil (página
93).
Una novela intimista, de recuerdos vividos u
oídos, de sentimientos personales que se encuadra en el Marruecos del
Protectorado. Da una visión parcial que se integra en la multitud de visiones que
tuvo el país en esa situación histórica. Una mirada curiosa, tal vez con un
poco de amargura por el modo de abandonar la tierra de los antepasados que
demuestra que la incomprensión y la intolerancia existieron en la independencia.
La novela es más amplia y compleja, pero lo
que dedica a Marruecos es solo la primera de las cuatro partes, hasta la página
95.
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