GILARANZ, Miguel: La Guardia Civil. Los últimos de Guinea (Autor-Amazon.
2023. 538 páginas. Prólogo de José Narciso Núñez Calvo).
Abordar una novela que tiene más de
quinientas páginas es una dura tarea, las prefiero menos largas. Hay quien cree
amortizar el precio por las horas de lectura; otros preferimos leer más cosas
distintas en el mismo tiempo. En todo caso, que una novela sea larga o corta no
es mérito ni demérito. Una novela tiene que tener las páginas justas para lo
que cuenta. En el caso de esta novela, una vez comenzada, el número de páginas
no es un problema porque la narración no cae en la reiteración, la nadedad o
cualquiera de las cosas que aburren a un lector.
Miguel Gilaranz es un novelista ya comentado
en este blog por una aportación a la novelística africana colonial: Sahara,
la última misión. Puede consultarse en: https://novela-colonial-hispanoafricana.blogspot.com/search/label/Gilaranz
Se
traslada ahora a Guinea en una época convulsa, muy desconocida y apasionante.
En 1968, tras la independencia de lo que fue colonia española, se sucedieron
una serie de hechos muy graves que fueron ocultados a la opinión pública
española. Primero, durante el franquismo, por ser declarados materia reservada.
Después se sacaron a la luz algunos aspectos para acabar con la incipiente
carrera política de García Trevijano durante la transición, con artículos
publicados en diversos medios tras un dossier de Donato Ndongo. Más tarde se
volvió a hablar un poco cuando Obiang derrocó a su tío Macías tras un golpe de
estado en 1979. Aunque ya no sea materias reservada, quizás por la existencia
de personas vivas protagonistas de los hechos, la documentación sobre el asunto
sigue siendo de difícil acceso.
En
aquel momento, el paso a la independencia parecía ser modélica. A pesar de
vivir España en una dictadura sin elecciones, se propició la democracia en
Guinea, se permitieron los partidos y las elecciones libres y se dejó actuar a
los líderes guineanos contrarios a España. Da la impresión de que Franco quería
solucionar el asunto cuanto antes y no ponerse a mal con la ONU. Sin embargo, con
más conocimientos de los detalles, la transición a la independencia fue un
desastre. Las luchas intestinas entre las familias franquistas llevaron a que
en Guinea se enfrentaran los ministerios de Exteriores y Presidencia, con
visiones políticas distintas y con candidatos opuestos. Con esto, se dejó ganar
al peor candidato de todos, Francisco Macías, que pronto degeneró en una
conducta psicopática y una acción política demencial que le llevó al
enfrentamiento con España y a la tiranía. Quizás no fuera el único culpable, o
fuera utilizado por otros, pero el resultado fue la quiebra de la convivencia,
la economía y la sociedad guineana. Todo un desastre. Y sin que faltaran, como
suele suceder en los cambios de poder, un par de pícaros con ánimo de llevarse
su parte del botín manipulando personas y excitando ambiciones.
Lo
que se ha venido ocultando ha sido la situación en la que quedaron los casi
diez mil españoles que habitaban en Guinea, las penalidades que sufrieron, la
pérdida de sus propiedades y la salida precipitada. Humillaciones, encierros y
palizas. Y esto es lo que aborda Gilaranz en la novela La Guardia Civil. Los
últimos de Guinea, cubriendo un hueco sobre esta materia no solo en la
novela sino en la historiografía. Y lo hace con un estilo sencillo, sin
demasiados adornos literarios y una técnica de thriller más que de novela
histórica. Pero lo que cuenta es lo que pasó, con la lógica parte de ficción y
la utilización de personajes que no existieron pero que le sirven para conducir
la narración. Entre los personajes histórico, casi todos aparecen con sus
nombres y apellidos y los que los tienen figurados son fáciles de reconocer.
La
narración va mostrando minuciosamente el deterioro del clima de convivencia y
cómo se transformó en una creciente hostilidad hacia los españoles. Esto no se
ha contado casi nunca. Lo leímos en Guinea Macías, la ley del silencio (Barcelona
1977) de Ramón García Domínguez y parcialmente en los libros Guinea materia
reservada (Madrid 1976) de Rafael Fernández y Malabo, ruptura con Guinea
(Madrid 1977) de Luis Carrascosa. Los testigos presenciales que vivieron los
hechos optaron por pasarlos por alto como Los últimos de Guinea (Madrid
2008) de José Menéndez, o escribieron memorias desmemoriadas como Memorias
diplomáticas (Madrid 1999) de Juan Durán-Lóriga, o trataron de justificar
su actuación como Antonio García Trevijano en Toda la verdad (Madrid
1977). Sólo Rafael Mendizábal entró al detalle en su obra Misión en África.
La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969) (Madrid 2018), más
político que social. También hay un documental de una media hora dirigido por
José Antonio León. Faltan testimonios. Quizás los haya escritos esperando ver
la luz. Tal ven haya informes detallados en los archivos estatales. La novela
nos abre paso a la improvisación con que se hizo la independencia, la falta de
preparación de los guineanos para administrar un país que, además se estaba
quedando sin dinero, la ambición en la ocupación de la administración, la
incapacidad para generar ingresos, la agresividad que mostraba el presidente
Macías por la frustración en mantener un gobierno ordenado. Relata con veracidad
los intentos de golpes de estado de Bonifacio Ondó y Atanasio Ndongo. Un
desastre sociopolítico que afectaba a la vida ordinaria de los habitantes, africanos
y europeos. Se aprende lo que era un clima de arbitrariedad en la aplicación de
la ley, las detenciones sin causa, el exceso en el ejercicio del poder y la
disposición sobre la vida de los ciudadanos ilusionados que creyeron en el
proyecto. Todo eso pasó y se entiende en la novela.
Gilaranz centra su relato en la actuación de la Guardia
Civil como garante del orden y de la seguridad de los españoles, los que
condujeron el repliegue de casi toda la población (es verdad que algunos
españoles se quedaron) e hicieron posible que el desastre no acabara en un baño
de sangre. Esa es la gran aventura de la salida de Guinea que se puede
personalizar en el comandante Báguena. Fue el que en los momentos difíciles
supo mantener el tipo y cumplir con su misión. No todos los españoles con
cargos en el país cumplieron igual y con el mismo sentido del honor.
La novela es un homenaje a este guardia civil, y a todos
los que le acompañaron en esos meses. En cierta manera, unas memorias
apócrifas. Quizás a la espera de que el coronel retirado nos legue las suyas,
si es que ha pensado hacerlo. Estoy seguro de que su archivo personal (si existiera,
que no lo sé), podría desentrañar muchas incógnitas.
Especulaciones aparte, la novela de Gilaranz es una
excelente muestra de novelas sobre colonias africanas (no hay muchas en
español). Imprescindible.
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