FRESNO, Manuel:
Sáhara (Almuzara. Córdoba 2023. 428 páginas + 1 hoja).
Quizás la transición española no comenzó con la muerte de
Franco, sino unos meses antes cuando el dictador enfermo cedió en la práctica
el poder y se ordenó la salida del Sahara de una manera vergonzosa. Es cierto
que EEUU y Francia apoyaban a Marruecos, pero pudo negociarse de otra manera,
incluso oponerse a los que parecía diseñado por Kissinger. Es cierto que el
Polisario, que no solo aspiraba a la independencia sino al control totaitariol
del país y de la población, cometió muchos errores atacando a españoles y
poniéndose al lado de los soviéticos a través de Argelia. Pero es cierto
también que una clase política española se movió para asegurarse posiciones de
privilegio ante los que iba a ser un vacío de poder, un cambio substancia de
régimen. El Sahara era un problema de difícil solución, no sostener la posición
española podía significar apoyos para determinadas posturas en la transición y,
en último extremo, también habría dinero para sostener voluntades. Están
apareciendo documentos en WikiLeaks que aclaran algunos puntos oscuros. En este
contexto hay que situar la novela de Manuel Fresno.
Fresno concibe su novela en varios planos superpuestos,
con idas y venidas en el tiempo y líneas argumentales que van buscando la unión
en el desenlace. Por una parte, la vida de un militar español destinado en el
Sahara, enamorado del territorio y de su misión. El autor se permite muchas
ilustraciones históricas y etnográficas, a veces influenciadas por el
costumbrismo colonial y otras por el noble afán divulgador. Pero el militar no
solo se enamora del territorio sino también de una mujer. Es necesario
introducir un personaje femenino fuerte en el relato. Sin querer desentrañar el
argumento, esta segunda faceta de la novela enlaza con la descendencia del
militar. Y para complicarlo todo, hay un último argumento de índole política y
de servicios de inteligencia que sirve para concluir la novela con aire de
thriller.
Todas estas historias convergentes tratan de enriquecer
la narración y aumentar el número de páginas, que es algo que lector actual
agradece. Pero hay que ser muy experto artesano de la intriga para evitar que
el interés decaiga. Quizás ese sea el defecto de la novela, a veces la acción
cede a la ilustración histórica, el cruce de argumentos se hace artificioso y
pierde la tensión, la intriga de un relato que tiene demasiados cabos que atar.
Por lo demás, es un libro bien documentado en el que la
parte histórica abre ventanas a los hechos. A veces solo como hipótesis, cuando
en una novela se puede permitir la rotundidad de afirmaciones porque está
salvada por la “simple coincidencia con la realidad”. Una vista al pasado del
Sahara que nunca se explicó del todo, pero en el que la demostración de que no
se hizo bien es que todavía colea.
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