JIMÉNEZ DELGADO, Manuel: Siroco, 1957
(Homo Legens. Madrid 2022. 402 páginas).
Curiosa novela que comienza como una novela
negra. Lo malo de los relatos policíacos es que el lector ya sabe desde el
principio que van a descubrir al asesino o los asesinos. Son las reglas del
juego. Por eso los autores tratan de adornar sus historias con personajes,
característicos, acciones inesperadas, finales sorprendentes, épocas distintas
y escenarios fuera de lo habitual. Podemos encontrar detectives en la
prehistoria, en el Imperio Romano, en la Edad Media o en una estación espacial.
Jiménez Delgado no se sustrae a esta tentación y nos sitúa en el Sahara Español
en el momento en que se inicia la guerra de Ifni-Sahara, es decir en 1957. Y,
para evitar conclusiones fáciles, la escritura abandona la línea policíaca y se
adentra en el thriller bélico. No se pierde el interés en la lectura a pesar de
cierta disposición a lo sentimental en los últimos capítulos.
A pesar de buscar el exotismo de la colonia,
y es el tema de este blog, la ambientación colonial es secundaria. Da la
impresión de que los hechos podían haber ocurrido en cualquier otra parte. Poca
descripción de El Aiún, pocos personajes nativos y pocas situaciones que no se
pudieran observar en otro lugar, salvo la guerra.
El argumento, sin embargo, acepta la
posibilidad de que un secuestro del momento se relacione con crímenes de la
Guerra Civil, que la persecución profesional de un policía esté relacionada con
su propia vida y que las arenas del desierto, donde se está desarrollando una
guerra no declarada, sea el lugar idóneo para situar la intriga y resolver el
misterio. En este supuesto, el autor maniobra bien para encajar las piezas de
la narración y los antecedentes históricos. Las peripecias del comisario
Viedma, a veces perdido en los vericuetos de la investigación como corresponde
al género, tienen interés bastante como para enganchar al lector. Un personaje
que, según el autor en la entrevista de El Escobillón (https://www.elescobillon.com/2025/05/manuel-jimenez-delgado-%E2%80%9Cen-el-sahara-se-hicieron-las-cosas-bien-pero-todo-salio-mal%E2%80%9D/) , es un hombre muy
duro. Tremendo en su trabajo y algo desalmado aunque en su casa es un esposo
ejemplar que tiene su lado oscuro. Oscuridad que le viene marcada por un hecho
pasado durante la Guerra Civil, donde estuvo en el lado franquista aunque casi
de casualidad. Es un hombre atrevido que luchó con los nacionales pero que
nunca mantuvo un compromiso ideológico claro. Eso sí, si la ocasión lo requiere
no pestañea en torturar a los detenidos. Un personaje que puede dar mucho
juego en las situaciones límtes.
Hay evidentes errores históricos como situar
a la Guardia Civil en El Aaiún, donde nunca estuvo. Y se aprovechan algunos
personajes reales de esa etapa haciendo, al final, un merecido homenaje al brigada
Castromonte y al legionario Maderal que son los dos últimos laureados de España
por los sucesos de Edchera. El autor
reconoce, en la entrevista citada, que no conoce El Aaiún
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