BENARROCH, Mois: En las
puertas de Tánger (Destino. Barcelona 2008. 211 páginas).
Mois Benarroch nació en
Tetuán en 1959 y desde los trece años vive en Jerusalén. Su novela es una
introspección acerca de su vida errante, que es la de muchos judíos marroquíes.
En un tono intimista que es una pregunta continua acerca del origen y del destino,
de la ruptura de una tradición de siglos y las consecuencias. Añora su ciudad: Durante
quinientos años nuestra familia vivió en el mismo sitio, en dos kilómetros
cuadrados, íbamos de casa en casa, pero en el mismo sitio durante quinientos
años, y ahora estamos a cinco mil kilómetros de distancia, el mundo se ha hecho
más chico, se puede visitar pero estamos lejos… (página 26). Apenas la
conoció en su niñez, pero comprende que era algo más que un recuerdo: La Tetuán
que ya no existe más porque le falta uno de sus elementos fundacionales: Tetuán
sin su comunidad judía no es Tetuán (página 41). El sionismo creó una
casa para los judíos, y en ese camino dejó países enteros son judíos…
(página 42). Toda reflexión acerca de lo que no fue termina con una suspicacia
sobre si hubiera sido mejor que lo que se vivió.
En un continuo revivir
en la memoria, la novela quiere enlazar con un argumento sorprendente. Al abrir
el testamento del padre, se encuentran que tiene un hermano bastardo nacido de
la criada mora de la casa de Tetuán antes de la diáspora. Buena metáfora para
enlazar dos mundos y dos épocas. Pero Tetuán era varias patrias. Comunidades
separadas, casi estancas, seguidoras de la tradición, con extrañas reglas de
relación entre ellas. Se notaba un apego a lo propio y cierta prevención hacia
el otro. La búsqueda de lo común se lleva también a la nueva patria: Tienen
nuevos amigos -decía mi madre-, y hablan hebreo, y eso es lo importante, lo
importante es que hablemos hebreo (página 20). La reivindicación de lo
propio en lucha contra los demás, el sentimiento de haber sido siempre un
pueblo perseguido que también tiene sus obsesiones: sefardíes contra
askhenazim.
El autor reflexiona
sobre la comunidad, la tradición, el sentimiento racial o religioso, el mundo
que avanza hacia relaciones más amplias. Examina las perspectivas abiertas a
través de su encuentro con el nuevo hermano. Para una familia sefardí,
establecida en Tetuán desde la salida de Castilla, la marcha a Israel es la
pérdida de la patria. Pero, a la vez, la patria es el lugar donde se habita en
comunidad, no en aislamiento. Las reflexiones del escritor son amplias, íntimas,
sociales. El Marruecos colonial donde los judíos eran un tercer género, es el
fondo de un relato de sentimiento, de introspección personal y social. Cuando
la comunidad a la que pertenece se va de Marruecos, casi coincidiendo con el
fin del Protectorado, el país deja de ser la patria y se convierte en el
extranjero.
La paradoja de buscar un medio hermano
musulmán para comprender lo aleatorio de la desigualdad.
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