LERÍA ORTIZ DE SARACHO, Manuel: El asesinato del
intérprete (1790-1792) (Ceuta 2001.
Ciudad Autónoma-Archivo Central 217 páginas + 1 hoja).
Lería Ortiz de Saracho
es un general de intervención, nacido en Ceuta en 1922, y conocido por ciertas
publicaciones sobre la ciudad de Ceuta que, en 2001, publicó una novela sobre
el asedio de la ciudad a finales del siglo XVIII. El autor, que conoce bien la
historia de este episodio, prefiere recrearlo a manera de novela histórica
usando como protagonista al que fu teniente coronel del Regimiento Fijo de
Ceuta Juan Barcelar. Era éste un hombre distinto, interesado por los que se
vivía tras la frontera y conocedor de la lengua árabe. Era el intérprete al que
se refiere el título. Es una relación quincenal, escrita en primera persona, de
los acontecimientos. Muy fiel a lo que pasó aunque con algunas aportaciones
puramente imaginativas. La cantidad de noticias sobre la historia, la ciudad y
la guerra hace que, en ocasiones la novela pierda el carácter de tal y rompa un
ritmo iniciado. El libro, se puede entender –y leer- también como un relato de
historia y es un atractivo añadido (para
los interesados en la ciudad).
En abril de 1790 es
nombrado sultán Mulay al Yacid. Lo eleva al trono la guardia negra, en
sustitución de su padre que mantenía una relación amistosa con España. El nuevo
soberano no va a seguir esa política. Quiere revisar el tratado vigente con
España, no reconoce los límites de Ceuta, expulsa a los franciscanos y, al
final, decreta el cerco de la ciudad española. La novela es el detallado relato
de lo que sucedió, con muy pocas aportaciones más, con una nómina de personajes
que corresponde a los principales actores de la situación. Un retablo de
hombres en situaciones difíciles, de las empresas iniciadas y de las
características del aislamiento. Con un lenguaje directo, sin adornos
literarios y sin alejarse de acta cronológica de lo vivido. No fueron días de especial
sufrimiento, el protagonista lo relata así (como pista de la intención del
autor): Cojo la pluma esta fresca mañana de final de noviembre, con la idea
de hacer un resumen ajustado y conciso de los sucesos de los últimos veinte
días pero, la verdad, no atino con el tratamiento apropiado. Me pregunto
¿estamos en guerra o vivimos unas fiestas? Es cierto que sufrimos un asedio y
que nuestras salidas por tierra están bloqueadas; es cierto que tenemos un
ejército numeroso enfrente, que nos sigue –nos consta- con su artillado y
pertrechos. Cierto lo de la tregua y no hay tiros ni cañonazos, y que la tregua
depende de la salida del embajador Ben Otomán para Madrid (página 113).
Esta ironía del autor sobre unos hechos que, lejos de ser dramáticos, se
convirtió en un entretenimiento: Aquí, en Ceuta, seguimos viviendo un
asedio. Le llaman un asedio, pero más parece una comedia de enredo y diversión
que un hecho bélico de los que cuentan los libros de Historia (página 171).
Pero por las páginas vas desfilando los personajes históricos de la época, de
España y Marruecos. Los grandes y los pequeños protagonistas, las dificultades
de la negociación y los vericuetos de la diplomacia. La guerra no estalla hasta
agosto de 1791. Y en ese momento concluye la acción y la novela.
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