BARCE, Sergio: La emperatriz de Tánger (Málaga
2015. Ediciones del Genal. 174 páginas + 2 hojas).
Sergio Barce nació
en Larache, donde pasó sus primeros años. Vive en Málaga y mantiene una
actividad literaria fecunda y muy relacionada con Marruecos. Es autor de El
jardín de las Hespérides (2000), Últimas noticias de Larache (2004),
Una sirena se ahogó en Larache (2011) o Paseando por el Zoco Chico
(2014), entre otras. Mantiene su propio blog: https://sergiobarce.wordpress.com/
. Su última novela, por el momento, es La emperatriz de Tánger (2015).
En la que cambia su escenario larachense por el tangerino, y la época actual de
sus otras novelas por la colonial.
El Tánger literario
es una ciudad inventada. Más recreada que real y en mayor medida que otras
ciudades de gran atracción para los narradores. El Tánger literario que
reflejan las novelas es una ciudad fantástica, fuera del tiempo, llena de
personajes límite: escritores, borrachos, prostitutas, artistas al por menor,
tramposos y tahúres, banqueros, contrabandistas… Como si no hubiera nadie
normal en un decorado de lujo, corrupción y servidumbre. Como si en Tánger no
hubiera existido una mayoría de población convencional compuesta por diligentes
padres de familia, camareros anodinos, taxistas con apuros económicos,
empleados y funcionarios, peluqueros, guardias municipales o músicos de
orquesta que se levantaban y acostaban cada día con la misma rutina. Pero estas
personas normales no dan para literatura, son aburridos seres que aparecen como
figurantes o secundarios en las escenas de la vida tangerina según la
literatura. La ciudad en sí misma, por su singularidad internacional, suela
acabar siendo la protagonista de la acción más que los personajes. Si, además,
se trata de una novela negra según los cánones americanos del género la
inclusión de seres marginales o extraordinarios está más justificada. Y la novela
de Barce va por esos derroteros.
Pero no significa
que sea una mala novela Tampoco es de ésas que ya parece que hayamos leído, ni
el conjunto de tópicos ordenados. Al contrario, resulta una novela interesante
y bien medida en ritmo y extensión. Bien escrita. Sin renunciar al uso de lo
anteriormente dicho, construye una historia de perdedores situados en la ciudad
de los desterrados con habilidad y atracción. Un retablo de personajes
desvalidos, débiles o de baja autoestima como el protagonista Augusto Cobos,
escritor, que deambula por las páginas en un continuo estado de embriaguez lo
que no obsta para que lleve una promiscua vida sexual con mujeres igual de
desvalidas. Esos personajes inseguros generan, en las páginas de la novela de
Barce, un sentimiento de cariño. Como en toda novela negra, hay un muerto y una
situación extraña en la que Cobos se ve implicado. El alcohol sin embargo sí le
afecta a la memoria, le hizo olvidar unos hechos y la recuperación de ese
tiempo en blanco es el eje del argumento. Aunque, insisto, lo más importante de
la novela es el escenario y los personajes.
Barce, de la solapa de la novela.
La intriga se va
desenvolviendo sin grandes sorpresas, en relaciones de decadencia humana, pero
sin que pierda la fuerza narrativa. El desenlace sostiene la atención y deja un
buen sabor de boca.
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