CASTRO MAESTRO, Ángel: El porvenir del olvido
(Hebraica ediciones. Madrid 2009. 305 páginas + 2 hojas).
Ángel Castro nació
en Melilla en 1956, donde vive. Profesor y coordinador de actividades
culturales de la UNED de su ciudad, cargo en el que consigue dar a conocer las
novedades culturales sobre la ciudad. Escritor de relatos y de artículos en los
diarios locales. El porvenir del olvido es su primera novela. En ella se
asoma a la ciudad africana desde dos perspectivas y tres tiempos distintos. Por
un lado, es la visión del crecimiento de la misma que tuvo lugar como
consecuencia de la acción bélica en Marruecos a primeros del siglo pasado. En
ese sentido sería una continuadora tardía de los primeros relatos de la
emigración de Carcaño Más y Berenguer. Por otro lado, y de manera más
relevante, es la historia de los judíos en Melilla simbolizada en una sola familia.
Argumento muy interesante que ya había
sido abordado por Severiano Gil pero que merece todavía más ficción.
Melilla es una ciudad
española donde existe una comunidad hebrea organizada desde hace más de un
siglo. Parece una singularidad, y lo es aunque no debería serlo. Los judíos
fueron expulsados de España en el siglo XV, asentándose en el norte de África
muchas comunidades de sefarditas. Con el tiempo, atraídos por la vida europea
de la ciudad española, algunos fueron llegando a Melilla y se instalaron en
ella. Jesús Salafranca lo recuerda en su libro Historia
de la población judía de Melilla desde su conquista por España hasta 1936 (Editorial Algazara. Málaga 1995). Como en todas las
comunidades, a unos sonrió la fortuna y a otros no. En algunas ocasiones, como
la guerra de 1893, sufrieron el acoso acusados de vender armas al enemigo. En
otras ocasiones fueron recibidos en Melilla cuando su vida corría peligro en
Marruecos. Uno de esos episodios –en los años en que el Roghi Bu Hamara imponía
sus reales en el norte del país- sirve de entrada el protagonista de la saga
familiar que se presenta en tres momentos: 1903 con la llegada de Jayim,
huyendo de los rebeldes, su acogida, enamoramiento y matrimonio, y su
integración en la sociedad; la posguerra española con el protagonismo de su
hija Luna; y la actualidad representada por el nieto David.
Castro ha escrito
una novela muy emotiva en la que los melillenses podrán reconocer sitios y
personas. Un relato donde la ciudad que aparece de fondo es la protagonista;
creándose y recreándose en los distintos instantes y en los tiempos diferentes.
Y utiliza, además, un argumento novedoso como es la comunidad judía. El lento
discurrir de la vida y las tradiciones seculares, las relaciones internas y
externas de los hebreos en país cristiano y el modo de desenvolverse,
establecen el ritmo de la novela que, por otro lado, no es constante.
La tercera parte
es la más corta y, aparentemente, la más precipitada. Pero no creo que sea un
descuido del autor o una urgencia de finalizar. En la época actual el heredero
de la saga rompe bruscamente con la tradición, con las costumbres, con la vida
religiosa. Algo que es común a los cristianos. Y se va deshaciendo –o
transformándose- el cemento de la comunidad. En ello hay una nostalgia pero
también el inevitable signo del cambio permanente. La tercera parte no muestra
la emoción sentimental de los tiempos pasados ni la dificultad en la lucha por
la subsistencia. La ciudad cambia internamente, los hombres se adaptan a las
nuevas maneras de vivir.
Un relato
minucioso y realista de Melilla.
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