ROYO BARANDIARÁN, Tomás: Allá en el Rif. Del amor
y de la guerra (Imprenta de Heraldo de Aragón. Zaragoza 1922. 115 páginas).
ANÓNIMO: El señor Feliciano en la República del
Rif (Gráficas Postal Expres. Melilla 1922. 151 páginas + 2 hijas.
Ilustarciones de Niquito).
VIDAL-GALLEGO, Eliseo
A. “UN JOVEN DEL RIF”: Los muertos de Annual ya son vengados
(Gráfica Administrativa. Madrid 1932. 303 páginas. Prólogo de Ricardo Marqués
Martín).
FUSIMAÑA, Francisco: Chumberas y babuchas
(Imprenta Rodenca. Roda de Ter 1934. 110 páginas).
El relato sobre la
rota de Annual tuvo mucho éxito en la época en la que sucedió y con
posterioridad. Pero no todas las novelas pueden considerarse de gran calidad y
merecedoras de pasar a la historia de la literatura. Peor no dejan de ser
muestras de lo que ocurrió y de la interpretación que se dio a los sucesos.
Esto último iba en conformidad con la manera de pensar de los autores, en general
divididos en dos grandes grupos: los patriotas cantores de las gestas hispanas
y los críticos que preferían entender el desastre como la culminación de una
cadena de indignidades. Muchos fueron testigos presenciales de los hechos, o
los conocieron de fuentes directas; otros escogieron el argumento buscando
originalidad o base real para difundir sus ideas sociales.
Las novelas del
desastre comenzaron a publicarse inmediatamente después de los hechos. Por
ejemplo, Allá en el Rif (1922) del periodista aragonés Tomás Royo
Barandiarán. Relato epistolar en el que una mujer cuentas, desde Melilla, los
acontecimientos a una amiga. Más que una novela del frente, es de retaguardia;
de la angustiosa situación de los civiles melillenses preocupados por la suerte
que pudieran correr.
De ese mismo año, y
publicada en Melilla, es la novela anónima El señor Feliciano en la
República del Rif. Una sátira cruel acerca de una hipotética República del
Rif gobernada por Abd el Krim. Con muy mala idea, el autor periodista va
dibujando un lugar idílico donde todo es progreso, bienestar y felicidad. A lo
que acompaña los dibujos de Niquito.
Ilustraciones de Niquito para El señor Feliciano....
Entre los testigos
encontramos relatos de época trascendencia como Los muertos de Annual ya son
vengados (1932) de Un Joven del Rif, seudónimo de Eliseo A. Vidal-Gallego
que fue sargento (en 1938 aparece como teniente) de tendencia republicana y estaba
destinado en la época de la publicación en la Caja de Recluta de Teruel pero,
de la lectura de este raro libro, deducimos que estuvo en Marruecos en julio de
1921.
(Ilustración de Juan Francés en Blanco y Negro)
En este breve
panorama de algunas de las novelas secundarias sobre la campaña de 1921-27, hay
que hacer referencia a Chumberas y babuchas (1934) de Francisco Fusimaña
Sabatés. De este autor sabemos poco. Por Alejandro Rey Millán hemos sabido que fue soldado en la última
fase de la guerra del Rif, republicano exiliado y, más
tarde, deportado a los campos de concentración-exterminio de Mauthausen y Gusen
(https://historiazgz2017.com/scriptoria/).
Fusimaña fue soldado entre 1925 y 1927, en la zona de Tetuán. Habían pasado los
peores momentos de la guerra per todavía quedaban batallas cruentas, miserias y
sufrimientos. El autor es muy crítico con la actuación española en Marruecos y
de esta visión surge el relato de un soldado desgraciado que opta por la
deserción, tema original en la narrativa de la época por lo que suponía de tabú
incluso para los contrarios a la aventura colonial. El renegado se vuelve
musulmán, se casa con una mujer mora a la manera habitual de los novelistas
exotistas y tiene un final extraño envuelto en las luchas tribales rifeñas. Es
una novela original y muy pesimista. El fatalismo del destino podría vencerse
con una acción civil y no militar, según el autor que escribe: Los moros del
protectorado español no son buenos ni malos; son, a mi entender, gentes por
pulir. El clima y la religión han obrado sobre ellos como dos narcóticos que
solo inyectándolos de higiene y cultura irán despabilándoles y haciéndoles
mejores (página 108). Esta novela es una muestra de que el progresismo
español de la época no era estrictamente anticolonialista sino que reprochaban
los métodos violentos que se emplearon: Devolver la libertad al rifeño
sería, aunque algunos idealistas crean lo contrario, peor el remedio que la
enfermedad. La misma libertad que darles quisieran quienes a impulsos de un
ideal pretenden hacerles libres, les pondrían otra vez bajo la tiranía del
señor feudal; ya en forma de caudillo militar, ya en la de un religioso
fanático con privilegios, o bien bajo el dominio de otra nación cualquiera
(página 109). Un buen ejemplo de novela progresista, contraria a la guerra,
idealista en la misión civilizadora tal y como se concebía entonces y de un
valor literario secundario.
Buenas tardes Sr. Carrasco;
ResponderEliminarLe escribo para avisarle de que se le ha colado un pequeño error al comienzo de esta entrada, es el siguiente: la novela de Francisco Fusimaña no fue publicada en 1938, lo fue, como bien aparece en la fotografía de la portada, en el año 1934.
Por otro lado, gracias por citar la procedencia de la información.
Un saludo,
Alejandro Rey