CALPENA, Enric: Memoria de sangre (Barcelona
2014. Ediciones B. 403 páginas + 1 hoja).
La llamada Guerra
de África, esa especie de invasión temporal y limitada que los españoles
practicaron en Marruecos entre 1859 y 1860, fue en su momento muy literaria. La
aventura tuvo sus poetas y sus dramaturgos por decenas y, algo menos,
novelistas que dedicaron páginas a las gestas militares decimonónicas
protagonizadas por guerreros liberales en un momento crucial de la historia
española. No podemos olvidar que, entre los escritores importantes que se
interesaron por el episodio, estaban Alarcón, Núñez de Arce o Galdós;
conservadores y progresistas por igual. Aquella guerra se vio como un intento
de superar las luchas intestinas patrias, pero también fue un ensayo de la
nueva colonización que acabó frustrado por la oposición francesa y británica
que interpretaron estos hechos como algo más que la respuesta a incidentes
fronterizos: No querían que ningún país europeo tomara la iniciativa sin el
acuerdo general y el reparto preciso de áreas de influencia.
Después la guerra
cayó en el olvido literario. Los escritores españoles prefirieron los trágicos
sucesos de 1921 a la campaña victoriosa de 1860. En la derrota de Annual se
podía ejemplificar mejor la intención crítica contra el colonialismo y la
injusticia, la corrupción y el desprecio a la vida. La guerra de Prim, O’Donnell,
Ros de Olano y compañía tuvo su última novela en 1965 –Los Castillejos
de Antonio Valverde- y han pasado más de cincuenta años. También se publicó una
obra comedia en catalán: A l’Àfrica minyons! de Xavier Fábregas (palma
de Mallorca 1972), que tomaba el título de una obra de 1860 de Josep Antonio
Ferrer, cuyo estreno en Barcelona es narrado por Calpena en esta novela. Por
eso, que ahora Calpena vuelva sobre el asunto con la novela Memoria de
sangre tiene mucho de novedoso y de olfato comercial. Originalmente escrita
en catalán, nos llega a los lectores castellanoparlantes gracias a la
traducción de Laura Paredes.
Enric Calpena
Lo que propone
Calpena es una historia cruzada que comienza en Barcelona en 1851 y acaba en
Marruecos en 1860. Por azares del destino, que no debo revelar, la vida del
protagonista Joan Gort se cruza con la del delincuente y policía Jeroni Tarrés,
justo cuando éste va a cometer el asesinato del periodista liberal Francisco de
Paula Cuello Prats. La técnica de mezclar personajes resales y ficticios en
episodios históricos no es nueva, pero es eficaz para contar historias y permite
sugeriri intenciones en los hechos de los que existieron en la realidad. Nuevos
azares llevan a los protagonistas a Ceuta y Marruecos para la Guerra, uno como
voluntario de Prim y el otro como enganchado al batallón de presidiarios. Y
vuelven a encontrarse, lo que propicia el interés del relato y la tensión en la
intriga.
Pero no es una
novela de ambientación histórica de las que se usan ahora, llena de artificios
narrativos y de acciones superpuestas destinadas a mantener al lector en
constante interés como lo hacían los folletinistas del XIX. Es una novela
pausada en la acción, aunque de lenguaje y técnicas sencillos. Desigual en los
capítulos. Se recrea en la descripción de la vida barcelonesa de la época y en
los entresijos de la guerra africana y su modo de desarrollarse, que el autor
conoce bien por tener entre sus actividades profesionales la divulgación histórica.
Especialmente interesante, por lo que respecta a Marruecos, son las acciones de
las mochilas en Castillejos y el episodio de los
protagonistas en las batallas
de Tetuán y Wad Ras. El lector observa cambios de ritmos, situaciones de espera
con conversaciones en el campamento, para llegar lentamente a su culminación
con el verdadero asunto sobre el que gira el argumento, la venganza. La tensión
acumulada va explotando en el último cuarto de la novela en el que las pasiones
personales se integran definitivamente a la ambientación histórica.
Moros bajo una puerta, óleo de George Owen
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